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Un campeón en crecimiento

Piqué

Durante la pretemporada Pep Guardiola, cuestionado sobre la posibilidad de que tras ganar el Triplete la motivación del grupo se resintiera, defendió que si bien el equipo logró una temporada inmejorable, ni en uno sólo de los partidos el juego había sido perfecto. El mensaje del técnico era claro, el objetivo es seguir creciendo futbolísticamente, y en ese sentido se deben entender decisiones como el cambio de Ibrahimović por Eto’o. En esta línea, Johan Cruyff en su columna semanal en El Periódico abundaba en esta necesidad del equipo de Guardiola de no conformarse con el nivel que demuestran hoy en día y pretender alcanzar cotas más altas en lo que al juego se refiere.

Por regla general se acostumbra a señalar el éxito como un factor nocivo en la ambición de un deportista. No obstante, es un punto en el que desde EUMD diferimos. No creemos que tras la victoria el deportista se sacie y pierda el hambre, más bien al contrario, pues no hay mejor sensación para un deportista que sentir que ha alcanzado los objetivos por los que ha luchado, y en el caso de los futbolistas, debido a la dimensión mediática de sus victorias, es difícil creer que ningún jugador desee abandonar la nube a la que estas le encumbran. A nuestro modo de ver, es precisamente esta ansia por volver a saborear el éxito y la victoria, lo que en ocasiones puede contribuir a distorsionar los objetivos de un deportista y resultar contraproducente. Ya hemos comentado en alguna ocasión la necesidad de, a la hora de afrontar la competición, distinguir entre hacer y conseguir, o lo que es lo mismo, tener siempre presente que aunque el motivo de nuestro trabajo son los resultados, lo que nos llevará a ellos, y por lo tanto el objetivo en el día a día, es el juego. Así, entendemos que el deseo por alcanzar de nuevo el éxito, provoca que éste se contemple como el objetivo del trabajo, olvidando de este modo el vehículo que debe posibilitarlo, el juego.

Para evitar que esto suceda, una buena estrategia es plantear nuevos retos futbolísticos que obliguen al equipo a  concentrarse en el juego y a cómo adaptar al mismo las nuevas dificultades. En este sentido, una de las novedades más evidentes del Barça para esta temporada se encuentra a la hora de sacar el balón desde la defensa. Éste es uno de los pilares del juego azulgrana pues gracias a la capacidad de los centrales de subir el balón, el equipo puede situarse en una posición más adelantada. No obstante, ya a finales de la pasada campaña pudimos observar como los rivales planteaban una fuerte presión a la pareja de centrales del Barça que limitase su participación en el juego. Esto, unido a los problemas de Touré en esta fase del juego, podía dificultar la ejecución de la habitual propuesta futbolística del Barça, por lo que el cuerpo técnico ha optado por introducir variaciones en este aspecto del juego.

Ahora, cuando los centrales encuentran dificultades para iniciar el juego, el recurso utilizado consiste en retrasar la posición de Touré y adelantar a los laterales hasta la línea de medios, por lo que por momentos el equipo pasa a dibujar un 1-3-4-3. A raíz de esta alteración, son varias las modificaciones que desarrolla el equipo. Por un lado, la presencia del marfileño como un tercer central permite la superioridad numérica de los centrales respecto a los puntas del adversario encargados de frenarles, a la vez que posibilita mayores espacios para construir al posibilitar un posicionamiento más abierto a banda de los centrales y ofreciendo, por lo tanto, mayor amplitud. En segundo lugar, con el movimiento del mediocentro se logra que, donde antes había una debilidad pues la poca movilidad de Touré resultaba un impedimento para que Xavi recibiese en posición ventajosa un pase lanzado desde la defensa, ahora se extienda un enorme espacio para los interiores.

Otro aspecto resultante de estas novedades a la hora de sacar el balón, es el aumento de los espacios en tres cuartos de campo. Potenciando esta zona, el Barça logra sacar el máximo provecho a sus tres hombres más determinantes a nivel ofensivo, Messi, Ibrahimović e Iniesta, ya que los tres tienen como destino de gran parte de sus movimientos la zona de la mediapunta. Para evitar la sobrepoblación en esta zona y por lo tanto, aprovechar al máximo las cualidades de los tres cracks, el equipo utiliza a los laterales para abrir el campo. El oponente, pues, se ve arrastrado hacia los costados -en este sentido, la presencia de un nueve poderosos en el juego aéreo como Ibrahimović implica que los rivales no puedan descuidar la defensa en banda- a la vez que la nueva facilidad para que los interiores reciban de la defensa, arrastra a los medios rivales, separándoles de su defensa y abriendo espacios para que la zona de la mediapunta sea la lanzadera perfecta para los cracks azulgranas.

Finalmente, cabe resaltar que por lo visto hasta la fecha, esta es una novedad que se aplica básicamente cuando el hombre que ocupa el mediocentro es Touré Yaya. Hasta esta temporada, el marfileño era un futbolista cuya implicación en el inicio de la jugada era poco relevante y que, incluso, provocaba algún inconveniente al equipo en esta fase del juego. No obstante, el cuerpo técnico supo adaptar sus características al bien del equipo, convirtiéndole en un futbolista importantísimo en la transición defensiva, donde por técnica y físico supone un recurso de mucho valor. Esta temporada, pues, con estas novedades a la hora de construir juego desde la defensa, además, se ha conseguido implicar a Touré en la construcción, no sólo limitando sus consecuencias negativas, sino sacando provecho a sus potencialidades. De este modo, se le ha ofrecido un escenario en el que ofrecer sus mejores virtudes, y en el que el equipo no demande de aquellos aspectos de su fútbol en los que podría presentar más limitaciones.

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