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Elecciones (I): El debate de las estructuras

fcbarcelonaAunque lo que nos enamora es el balón, es indudable que la actual temporada del Barça estará marcada, en el ámbito institucional, por la carrera electoral que concluirá con la celebración de elecciones a finales de temporada. Desde EUMD no vamos a tomar partido en la disputa, por lo que nos mantendremos al margen de todos aquellos aspectos que no tengan que ver con el fútbol. Entendemos que tenemos una responsabilidad para con los lectores que depositan su confianza en nosotros, y queremos huir por completo de aquellas actitudes que puedan ser interpretadas como una voluntad de crear opinión aprovechando el blog como altavoz. Es por esto que nos gustaría que se viera el siguiente post y los que puedan venir en un futuro, no como un posicionamiento ni como un análisis en base al escenario electoral particular del F.C.Barcelona, sino como una reflexión y punto de partida para el debate sobre aspectos generales en la gestión deportiva, válido para cualquier club de fútbol y independiente de las personas involucradas.

Hecha esta, entendemos, necesaria introducción, y centrándonos en el proceso electoral que tendrá lugar al final de temporada, se debe señalar un aspecto novedoso y singular de estas elecciones como es la entrada en vigor, por primera vez, de la limitación de mandatos del actual presidente. Por primera vez en la historia del club, el relvo en la presidencia no responderá a un momento de crisis institucional y deportiva que provoque los anhelos de revolución de los socios. En esta ocasión, la situación deportiva del club es poco menos que óptima y no parece que los candidatos a presidir el F.C.Barcelona puedan fiar sus opciones al habitual baile de nombres. En estas elecciones será difícil «comprar» la ilusión de los socios, pues el actual equipo ya ilusiona, por lo que presumiblemente en esta ocasión, el debate se dirija más hacía una discusión acerca de estructuras, que de nombres. En este sentido, en el ámbito deportivo, una de las cuestiones susceptibles de ser debatida es la figura del secretario técnico, la cual, queremos analizar en esta ocasión.

Como viene demostrándose en los últimos años, una de las claves para el éxito de un equipo es la consolidación de un proyecto deportivo. Éste, puede desarrollarse a partir de la confianza prolongada en un entrenador como sucede en la Premier League, o en el seguimiento de una filosofía marcada desde el club como es el caso de F.C.Barcelona. Resulta esclarecedor comprobar como en las dos últimas ediciones de la Champions League, los emparejamientos de semifinales emparejaban a tres equipos de las islas, con el equipo catalán como único intruso. Si bien en Inglaterra existe una cultura futbolística que permite que los entrenadores puedan desarrollar su trabajo en un mismo club durante muchos años, en España parece difícil reproducir este comportamiento, y de hecho no es fácil encontrar un técnico que lleve más de tres temporadas al frente del mismo equipo.

Por este motivo, debe cobrar especial importancia la figura del secretario técnico, el cual, desde la posición de empleado del club debe trabajar para que en el ámbito deportivo, se sea fiel a una idea futbolística. Él será el encargado de buscar a los técnicos y jugadores que encajen en la línea de la institución, para que de este modo, el cambio de un entrenador a otro no implique la refundación del equipo. De este modo, no solo se estará perpetuando un modelo que haga menos traumáticas las transiciones entre ciclos, sino que repercutirá positivamente tanto a nivel económico -no será necesario que ante la llegada de un nuevo técnico el club cambie a media plantilla-, como en lo que respecta a la cantera.

Como se trata de un debate en torno a la estructura y no a los nombres propios, debemos dejar de lado las especificidades que pueden aparecer dependiendo de cada caso. Es cierto que podemos encontrar una situación en que la propuesta del técnico coincida con la del club y, por lo tanto, sus actuaciones no pongan en peligro la continuidad del proyecto. Es posible también que los directivos demuestren buen tino a la hora de tomar decisiones en la parcela deportiva. No obstante, los nombres no deben ser los que hagan buena una estructura, sino que su eficacia debe valorarse partiendo del apriorismo de que los actores que intervienen no son eficaces. Que el presidente del club domine la dirección deportiva y logre construir un equipo extraordinario, no prestigia la estructura, ya que esta, con un presidente poco eficaz, resultaría fatal para la institución. Lo mismo sucede en el caso del entrenador, pues aunque un técnico sea capaz de construir un equipo competitivo y en la línea de la filosofía del club, de no ser así, el club no sólo hipotecaría su proyecto deportivo, sino también un importante porcentaje de su presupuesto.

Es cierto que el secretario técnico tampoco tiene porqué ser infalible, pero en este caso, su figura tiene algunas especificidades. Así, se trata de un cargo concebido para tener una vida larga en el club, por lo que, con respecto al entrenador, sus actuaciones no se enmarcaran en el corto plazo. Se podría decir que mientras en un caso actuaría el entrenador, en el otro lo haría el club. En este aspecto, puede resultar un caso similar al de un presidente o directivo, pero en este punto, entra en juego un factor que a nuestro entender resulta vital, y es el hecho que el secretario técnico sea un empleado del club y, por lo tanto, tenga por encima de él cargos y personas ante las cuales responder.

La debilidad:

Obviamente la estructura deportiva en base a un secretario técnico tiene algún punto flaco. El principal, según nuestro análisis, es la compleja adecuación respecto a la figura del entrenador. Sirva como ejemplo el caso del F.C.Barcelona en el paso de la temporada 2006-07 a la 2007-08. El bajón en la forma física de Ronaldinho tras la decepción del Mundial de Alemania y la irrupción de un Messi que había desbancado, ya por completo, al francés Giuly, dinamitaron los antiguos automatismos y limitaron la capacidad del equipo por reencontrarse con su mejor versión. La respuesta del Rijkaard para sobreponerse a la ineficacia del equipo en las transiciones, fue la de partir en dos al equipo, dividiendolo prácticamente en dos bloques, uno defensivo -los cuatro defensas y el mediocentro- y uno ofensivo -los dos interiores y el tridente ofensivo-. Se trataba de una solución que si bien trataba de solventar determinadas carencias en el juego, convertía al Barça en un conjunto de individualidades pero no en un equipo. Seguramente la opción más acertada hubiese sido la de intentar construir un nuevo «equipo», pero en todo caso, esa no parecía ser la opción del técnico, quien por otro lado, había demostrado anteriormente su calidad al frente del equipo.

En este contexto, la secretaría técnica optó por reforzar la idea del entrenador con los fichajes de Abidal, Milito, Touré y Henry. ¿Actúo bien la dirección deportiva? ¿Debería haber incorporado a otros futbolistas aunque se contradijeran con la idea que el técnico tenía acerca del equipo? En definitiva, y alejando el debate de los casos concretos: ¿Debe la secretaría técnica «trabajar» para el entrenador o es éste quién debe supeditar su trabajo al de la dirección deportiva?

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