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Los comienzos del Barça 2010-11 (I) El efecto Villa

Sin la posibilidad de tomar en cuenta una pretemporada anormal tanto por su organización como por la ausencia de la mayoría de hombres importantes del equipo, podríamos afirmar que el Barça 2010-11 echó a andar hace aproximadamente un mes. No es tiempo suficiente para sacar grandes conclusiones de lo que puede dar de sí el equipo ni, sobre todo, de las garantías de éxito que puede ofrecer, pero sí lo es para empezar a adivinar algunas de las novedades planteadas con respecto a la pasada temporada. Así, junto a la consolidación de la salida desde atrás con el mediocentro entre centrales que ya el curso anterior analizamos en varias ocasiones, en estas dos semanas que nos separan del enfrentamiento contra el Valencia de Unai Emery, nos detendremos en analizar los principales cambios experimentados por el equipo de Guardiola en lo que va de temporada.

El primer punto en el que nos detendremos es consecuencia de la incorporación de David Villa. El Guaje todavía se encuentra lejos de su mejor forma, le falta acoplarse al grupo e incluso, en los sectores más impacientes, empieza a generar dudas. No obstante, aun sin la fuerza que se supone tendrán a medida que avance la temporada, sus características como delantero ya empiezan a pesar tanto en el juego de su equipo como en el de sus rivales.

Villa es peligro permanente a la espalda de la defensa e intimidación en el área, aunque por el momento estos aspectos lleguen desde un punto de vista más individual que colectivo. De entrada es importante constatar que su demarcación será la de extremo izquierdo, y ver como incluso sin Messi, esa ha sido su posición de partida. Con Villa el Barça pretende recuperar el papel del Henry 2008-09 que tanto echó en falta la temporada pasada y que tan decisivo resultó para que el equipo no encontrase la fluidez en su juego que si tuvo la temporada del triplete. El juego del Barça pasa, principalmente, por la capacidad de Xavi, Iniesta y Messi de conectar y encontrarse sobre el césped. Somos conscientes que esta es una afirmación demasiado simplista, pues obvia la decisiva participación de hombres como Piqué, Busquets o Alves, pero sí nos sirve para encontrar la llave del discurso futbolístico azulgrana. Ante esto, la pasada temporada los rivales apostaron por adelantar líneas para reducir los espacios en la zona de la mediapunta. Con un Henry que no encontró rendimiento en ningún momento de la temporada, y la presencia de un nueve como Ibrahimović, la delantera del Barça carecía absolutamente de capacidad de intimidación a la espalda de la zaga, lo que permitía a los rivales adelantar la línea sin la amenaza de que un desmarque de los delanteros les ganase la espalda.

La llegada de Villa pretende subsanar esta carencia de profundidad que mantenga retrasada a la defensa rival. El asturiano es un delantero que se siente muy cómodo en el desmarque sin balón buscando la diagonal a portería y que, además, es sinónimo de gol. Se trata de una amenaza constante para los zagueros, y un recurso que permite al Barça desequilibrar aun teniendo dificultades para mandar en el discurso del partido.

Esta capacidad para intimidar la espalda de las defensas, pese a que el encaje en el equipo y el estado de forma de Villa todavía están lejos de ser óptimos, ya se ha podido notar en este inicio de Liga. Como ocurrió la pasada temporada, el plan inicial de los rivales es el de presionar arriba sacando la defensa, pero a medida que avanzan los minutos y el asturiano encuentra un par de oportunidades de encarar portería, el achique de la zaga se torna bastante más tímido. El último ejemplo lo vimos en San Mamés, donde pese a no cuajar un partido excesivamente notable, esta capacidad intimidatoria de Villa regaló gran parte de la ventaja para que Xavi e Iniesta mandaran en el encuentro y se sobrepusieran a la ausencia de Leo Messi. El planteamiento de Caparrós tenía como idea principal, tal como hizo en la final de Copa de hace dos temporadas, presionar la salida desde la defensa del Barça. Vimos como hasta tres jugadores rojiblancos acudían a presionar a Piqué, Busquets y Puyol, y como el centro del campo se adelantaba para comerle el espacio a los interiores.

No obstante, fijada por Villa, la zaga bilbaína permanecía retrasada, regalando muchos metros a la espalda de los centrocampistas. Este espacio fue aprovechado en primera instancia por un Iniesta camuflado de delantero pero que a la práctica ejercía de cuarto centrocampista, y una vez superada la presión del rival, administrado por Xavi y el apoyo de un gran Keita. La creación de este espacio, no sólo permitía superar la presión adelantada planteada por Caparrós, sino que una vez logrado esto, permitía que los ataques del Barça partieran de una situación ventajosa.

Faltará todavía que adecue su juego al de sus compañeros, que interiorice las singularidades del sistema azulgrana, que asuma su nuevo rol en el colectivo y que ajuste su puesta a punto después de una pretemporada marcada por el Mundial. Pero hoy por hoy, y por si mismo, Villa es ya una solución a muchos problemas del Barça, y por lo tanto, un activo muy valioso en la búsqueda del siempre necesario crecimiento futbolístico del equipo de Guardiola.

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