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Oro, Plata y Bronce

En nuestro primer análisis de lo que dio de si el Barça-Madrid del día 29 dejamos fuera del mismo a Xavi, Iniesta y Messi. Argumentamos que su extraordinaria actuación merecía un espacio propio, y qué mejor momento para dedicárselo que el día en que los tres han sido designados como los finalistas del próximo Balón de Oro. Este tipo de premios tienen el valor que tienen, que es poco, pero no deja de ser un gran motivo de orgullo que junto a los nombres históricos de Di Stefano, Best, Beckenbauer, Cruyff, Platini, Van Basten o Zidane, hoy estén los de los tres canteranos culés. Uno catalán, otro de Albacete y otro argentino, los tres de generaciones distintas, representan un estilo, una marca, una manera de entender el fútbol. Ni mejor ni peor que las demás, pero la propia del Barça. Y de la misma manera que no hay mejor manera de hablar del Barça-Madrid que refiriéndose a estos tres futbolistas, el mejor reconocimiento a Iniesta, Messi y Xavi, seguramente sea recordar su memorable actuación en el gran clásico del pasado lunes.

Como era de esperar, los tres partían desde sus demarcaciones habituales, Xavi en el interior derecho, Iniesta en el izquierdo y Messi en la posición de falso nueve que esta temporada le tiene reservada Guardiola. Los primeros compases fueron para que ambos equipos se midieran el uno al otro. El Barça tenía claro su plan, salida por banda derecha con Piqué y Xavi, y cambio de orientación del juego buscando el perfil izquierdo donde Iniesta tenía todo de cara para superar una y otra vez la vigilancia de Khedira. Debido al cambio táctico del Madrid -Cristiano Ronaldo en banda derecha y Di María en la izquierda- Xavi encontró muchas facilidades en la base de la jugada, pues mientras el argentino seguía a Dani Alves y Alonso mantenía centrada su posición para tapar la zona Messi, el de Terrassa no encontraba oposición para dar una salida limpia a la pelota. Esta fase inicial del partido dio por finalizada de manera contundente cuando Messi recuperó un balón a Di María en línea de fondo del Madrid, forzó el córner y tras el saque de esquina mandó el balón al poste prácticamente sin ángulo.

A partir de aquí, el Barça se convenció de que se llevaría el partido, y el Madrid, con el saldo de sus últimos enfrentamientos contra los azulgranas a cuestas, de que no podría hacer nada para evitarlo. Para lograrlo, el planteamiento estaba marcado: salida con Piqué, Xavi en la base, cambio de orientación a Iniesta -varias fueron las diagonales Piqué-Iniesta cuando lo más normal es que el central busque la posición de David Villa-, y juntar en este perfil y en el carril central al manchego con Xavi y Messi. Los tres se hicieron con control de la pelota, del juego y del partido, exhibiendo una inspiración y una compenetración prácticamente perfectas.

En esta compenetración entre los tres futbolistas destaca un comportamiento nuevo y que podría pasar de ser algo puntual y anecdótico a parte del discurso habitual en el juego del F.C.Barcelona. Ya es mayoritariamente conocida la importancia de Messi apareciendo entre líneas obligando a la media rival a retrasarse, ofreciendo espacio a los interiores del Barça. Para contrarrestar este aspecto del juego del argentino, la carta de Mourinho fue Xabi Alonso, situado siempre en el carril central con la función de comerle el espacio al argentino. En este punto es curioso revisar el partido y observar como cuando es el Madrid quien tiene la posesión, el centrocampista vasco no pierde de vista la posición de Leo, girando la cabeza, incluso, en dirección contraria al desarrollo de la jugada.

Contra el Madrid, no obstante, Messi no se limitó a dominar su zona encontrando esos espacios que nadie más encuentra, sino que en otra evolución más en su juego, supo crear los espacios en los que normalmente aparece, para que fueran sus compañeros -generalmente Xavi e Iniesta, pero también Pedro- los encargados de aprovecharlos. Así llegó el primer gol: Messi limpió la zona de la mediapunta, Xavi se aprovecha y aparece para devolver de espaldas para el argentino, que sirve para Iniesta, y éste asiste al de Terrassa que llega desde atrás para batir a Casillas. El mundo al revés, Messi es el hombre que queda por detrás, con Xavi e Iniesta por delante.

Durante la primera parte, este movimiento fue una constante. Messi recibía lejos del área arrastrando con él al mediocampo rival, se separaban las líneas y en ese espacio aparecen, bien Xavi, bien Pedro o bien Iniesta, para recibir solos.

Ya en la segunda parte el Madrid buscó la reacción presionando más arriba, dando entrada a Lass y liberando a Alonso de la vigilancia sobre Messi. El planteamiento era presionar con los tres medios al centro del campo del Barça y que fuese uno de los centrales -preferentemente Pepe- el que saliese sobre el crack argentino cuando éste perdía la posición. Esto implicaba un riesgo: las diagonales de los extremos al espacio dejado por el central, y no tardó mucho el argentino en percatarse y poner dos pases en profundidad que dejaron a Villa solo ante Casillas para, con dos goles, establecer el 4-0 en el marcador.

A partir de aquí el Madrid bajó los brazos y el Barça disfrutó como disfruta este equipo, con el balón. Y a la cabeza los tres tenores, Xavi, Messi e Iniesta que convirtieron la segunda parte en un gran rondo. Se movieron por cualquier zona del campo sumando socios a la causa. Bien podía ser Abidal en banda izquierda del mediocampo, como Villa en el extremo, Busquets en el círculo central o Alves en banda derecha. Tocar, moverse, ofrecerse, ocupar el espacio vacío, combinar con el tercer hombre…El Barça de Guardiola y el estilo Barça llevado a su máxima expresión.

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