
Así se explica, por ejemplo, la situación que vivió el club la temporada posterior a la destitución de Cruyff, cuando Bobby Robson se hizo cargo del equipo. La plantilla contaba con futbolistas de la talla de Ronaldo, Guardiola, Figo, Luis Enrique, Ferrer, Sergi, Blanc, Popescu o Nadal, y aunque finalmente no se consiguiera el título de Liga, el equipo logró la Supercopa de España, la Copa del Rey y la Recopa de Europa ante el P.S.G. No obstante, la afición rechazó el proyecto porque, si bien es cierto que también afectaron otros factores que rodearon el club a nivel de entorno, el equipo se apartó del modelo. No era una cuestión de integrísimo futbolístico, sino que el aficionado había aprendido que el estilo que garantizaba los resultados era otro. Con el modelo Cruyff, el seguidor se sentía cercano a los títulos, con el modelo Robson no. Los títulos del inglés eran algo circunstancial. Seguramente, si hubiese seguido el técnico inglés y se hubiesen seguido logrando títulos, la grada culé se hubiese «re-educado», pero se optó por un cambió en el banquillo incorporando a Louis Van Gaal.
Mientras que con Cruyff y Van Gaal el modelo se fortaleció desde la victoria, durante la etapa de Joan Gaspar en la presidencia del Barça, el entorno azulgrana se educó desde el fracaso. Fue la época en que sólo faltó el sí de Capello para que el entrenador italiano se hiciese cargo del primer equipo.
Y llegó Laporta con el ex del Dream Team Txiki Begiristain como secretario técnico, y con Cruyff como extraoficial consejero. El holandés dio cuatro nombres: Koeman, Rijkaard, Van Basten y Ernesto Valverde. Escuela holandesa y sello Dream Team. No fructiferó la opción de Ronald Koeman, por aquel entonces técnico del Ajax, pero si la segunda alternativa, el ex-seleccionador holandés Frank Rijkaard. Una primera temporada de dudas hasta encontrar la tecla, y a partir de ahí construir el que fue en su momento el mejor equipo del mundo. De la mano de los Márquez, Deco, Xavi, Puyol, Eto’o, Valdés o Ronaldinho, el Barça consiguió con autoridad dos Ligas, dos Supercopas y la segunda Copa de Europa del club ante el Arsenal en París. Con sus evidentes peculiaridades, aquel fue el tercer proyecto «marca Barça», y otra vez fue un proyecto vinculado a la victoria.
Por eso, porqué afición, técnico y jugadores conocían el camino, y porque no era necesario construir de nuevo sino recomponer, esa misma temporada se firmó la mejor campaña de la historia del club, conquistando los tres títulos que estaban en juego. Cuarto proyecto ADN Barça y cuarto triunfo. Además, esta vez, con la evidencia de que la decisión de apostar por Pep Guardiola se basaba únicamente en su fidelidad al modelo. Un Barça fuerte económicamente y con la posibilidad de contratar al técnico con más reputación, se decantó por un ex-jugador con la única experiencia de dirigir al filial. El Barça no se encomendaba a Guardiola, sino al modelo, y este, otra vez, no falló.
