
Ante los brasileños, Guardiola dispuso un planteamiento con ciertas similitudes al del Bernabéu. La misma defensa de tres con Dani Alves desplazado a la posición de extremo derecho y un centrocampista ejerciendo de falso extremo izquierdo en la otra orilla. En esa ocasión fueron primero Iniesta y luego Cesc, y frente al Santos ese rol fue para Thiago con libertad para desplazarse hacia el centro una vez que recibía el balón pero que hasta que éste no llegaba a sus pies, mantenía su posición abierta para generar espacios por dentro. En esos espacios, la nube de centrocampistas que baila alrededor de la posesión. Busquets como mediocentro, en un papel diferente al del Bernabéu, pues ante un rival con sólo dos delanteros la defensa de tres es suficiente y le permitió guardar su posición para controlar a Ganso. Iniesta partiendo del interior izquierdo pero con muchísimo incidencia en la mediapunta para limpiar la banda para Thiago que pudo recibir una y otra vez en situación de uno contra uno, Xavi dirigiendo desde el interior derecho y Cesc como falso interior, falso mediapunta y falso nueve, los tres a la vez. Y por último un Leo Messi que esta vez no necesitaba de un nueve que fijara a los centrales ya que éstos se fijaban solos. Sin aptitud ni actitud para la presión, ni técnica defensiva para sobrevivir en inferioridad, la línea defensiva del Santos reculaba hasta su área y regalaba a Leo la frontal.
Monopolio total de la posesión y del juego, llevando el balón y la pérdida allá donde querían, limitando al Santos a las escasas conexiones Ganso-Naymar y a la individualidad de éste último, siempre bien controlado por el capitán Puyol. Homenaje a la cultura Barça con nueve canteranos en el once de la final, y con la entrada de Fontás en los últimos minutos, homenaje también al concepto de equipo, pues salvo los jugadores del filial Oier y Dos Santos, y al portero suplente Pinto, todos los integrantes de la plantilla han disputado algún minuto en este Mundial de Clubs.
