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El camino de Wembley no lleva a la Final

Fue en 2011 y duró poco. Tras cuatro clásicos seguidos contra el Madrid de Mourinho que sirvieron a Guardiola como el contrapunto más duro. Frente a los blancos fue recurso, y en la final ante el United plan principal.

En Wembley, para enfrentar a los diablos rojos de Ferguson, Pep intercambió la posición de sus extremos. Pedro, que habitualmente formaba en banda derecha desde donde aportaba ventajas en la frontal no suficientemente valoradas, pasaba a abrirse a la izquierda para, estirando al lateral derecho rival hacia la cal, generarle el aclarado a Iniesta por dentro. David Villa, por su parte, que se había pasado la temporada buscando la diagonal hacia el gol desde banda izquierda, se situaba en banda derecha, perfil en el que la presencia continua de Alves en ataque, le permitía olvidarse de la amplitud y centrarse en el área. Terminada la 2010-11 con el glorioso doblete rubricado en Wembley, este planteamiento quedó apartado.

Hasta que Vilanova volvió de New York tras su tratamiento para encontrarse a un equipo muy tocado después de demasiado tiempo con el timón dando vueltas sin que nadie pudiera estabilizar la nave. La primera prueba no era pequeña, remontarle un dos a cero al Milan. Tito miró atrás y vio Wembley, el destino final, y decidió recuperar el antiguo plan. El once fue el mismo que en aquella final -Mascherano por Puyol incluido- con la única salvedad obligada de Jordi Alba en el lateral izquierdo. Pero más allá de los nombres, volvieron a ponerse el traje de ese último partido de la 2010-11. Pedro en la izquierda para separar al lateral de Iniesta, y el Guaje en el área dejando el carril para Alves. El equipo dio la vuelta a la eliminatoria con autoridad de modo que ante el PSG insistió en la misma idea. Un dibujo asimétrico en el que dos de los tres atacantes juegan por dentro, y el tercero por fuera.

Parece el plan. Disfrazarse de Wembley para llegar a Wembley. Pero ahora llega el Bayern, Lahm y Alaba, y a Vilanova no le quedará más remedio que hacer escala. El camino de Wembley no lleva a la Final.

El peso en ataque de los laterales alemanes es enorme. Son la salida en primera instancia, forman sociedades en la elaboración y llegan a línea de fondo. Y por delante tienen a Ribery, Müller o Robben, que suficiente exigirán a Alves y Jordi Alba. Cada uno a su manera -Lahm más vinculado a la altura del balón y Alaba con más vuelo- el Barça deberá trabajar sobre ellos.

Así pues, Alexis Sánchez se antoja necesario ante el equipo de Heynckes -quizá incluso Tello-. Se nos hace difícil imaginar al Barça en la final sin un Alexis importante ante el Bayern. Trabajando en defensa, pero con un rol importante también en ataque. Sobretodo si juega en banda derecha. De hecho, tanto si es él o Pedro, el extremo derecho del Barça seguramente tenga más cosas que decir de lo habitual en fase ofensiva, y más que en el desborde o la amenaza del área, recibiendo a espaldas del mediocampo bávaro, entre el mediocentro más próximo y Ribery.

Los alemanes ahí tienen un agujero. En la derecha, aunque Schweinsteiger -extremo de origen- vuele más, bien porque Lahm acude mejor a la zona bien porque el otro mediocentro corrige, el problema es menor, pero en el perfil izquierdo, el de Alaba y Ribery, la recepción interior de Pedro o Alexis no se venderá cara. El juego de espaldas del chileno es una arma todavía poco explotada por el Barça, mientras que sobre Pedro sólo hay que recordar al canario en el Mundial enfrentado precisamente a la selección germana. No son los mismos nombres, pero el doble mediocentro tiene un funcionamiento similar.

Tanto es así que cuando Kross es el mediapunta del Bayern, ese tercer centrocampista permite a Heynckes turnarlo con Ribery en fase defensiva, como medida táctica y como una forma de suavizar las exigencias defensivas de su principal argumento ofensivo. Sin Kross y con la ida en el Allianz, lo más seguro es que detrás del punta veamos al tridente Ribery, Müller, Robben, todos más delanteros que medios, de modo que el agujero seguirá abierto. A buen seguro el bueno de Jupp le esté dando vueltas a la idea de dar entrada a Luiz Gustavo y formar con trivote, pero probablemente, por mensaje al grupo y por jugar primero en casa, no pueda.

Como decimos, el Bayern vende barata la recepción interior del extremo derecho rival. Es relativamente fácil lleve el balón ahí. Una vez dentro, la primera consecuencia es que, abierto el agujero y con el balón para un rival, a los alemanes les toca cerrarse. Si quien lo hace es el mediocentro, a Messi se le abren las puertas, e incluso a Iniesta se le facilita el aclarado en el perfil contrario. Si, como es lógico, quien sale sobre el extremo es el lateral Alaba, el carril queda desocupado, libre para que Dani Alves corra la banda con su alegría brasileña. Con Alaba arrastrado dentro, Alves lanzado y sin un Tony Kross que equilibre el movimiento, a Ribery le tocará arremangarse. El francés es aplicado, pero no es Di María. Sólo puede serlo en una mitad. Puede defender como el argentino pero no atacará como él, o puede atacar como el Fideo, pero sin balón no podrá replicar a Dani Alves.

Como vemos, tanto en ataque como en defensa, el papel del extremo derecho del Barça puede tener un papel capital. Tras su vuelta, la principal novedad de Vilanova en Champions ha sido dejar descubierto ese perfil en ataque. El martes, seguramente, se vea obligado a variar. Un extremo en cada lado y Messi en el centro. Del argentino hablaremos el lunes.

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