Icono del sitio En un momento dado

¿Dónde manda el Jefecito ?

Sergio Busquets es intocable. Y lo será por mucho tiempo, faltaría más. No siempre lo fue. Aunque saliese en la foto de Roma, a lo largo de su primera temporada en el primer equipo formó junto a Keita la segunda unidad en el mediocampo del Barça. Puntualmente recambio de Xavi en el interior y habitual reserva de un mediocentro que pertenecía a Touré Yaya. El marfileño cedió pistonada a la siguiente temporada, perdió la titularidad en favor del canterano y finalmente, en verano, se embarcó en el nuevo proyecto del City.

Para hacer frente a la partida del poderoso africano, el Barça incorporó a uno de los mediocentros más sólidos del momento. Javier Mascherano, un referente en su posición. Cuando el argentino aterrizó en Barcelona, Sergio Busquets ya era campeón del mundo. Todo el mundo tenía asumido a quien pertenecía el mediocentro del Barça. Al Jefecito, cuando jugó, se le vio superado por el contexto futbolístico. El fútbol repercutió en lo anímico y su participación en la media estuvo apunto de dejar de ser competitiva. Pese a su aspecto de duro, ya van dos posiciones en las que, con Mascherano, lo mental ha empeorado lo futbolístico.

Con ese escenario, llegaron los problemas en el centro de la zaga. Puntuales a la cita, como es costumbre que ocurra en can Barça desde hace temporadas. La opción Mascherano ni se planteó. Abidal primero y Busquets después, fueron las soluciones que encontró Guardiola. En la vuelta de los octavos de Champions, ante el Arsenal, con Mascherano de mediocentro y Busquets de central, mediado el segundo tiempo, ambos jugadores intercambiaron la posición. El Barça se clasificó con un fútbol de presencia, y el capitán de la albiceleste fue protagonista de la jugada del partido. A partir de ahí, despegó el Mascherano central. Titular en las semifinales de Champions, la final de Copa ante el Madrid y en Wembley.

La 2011-12 la empezó como central, tanto que el suplente de Busquets era Keita. Ya fuera con defensa de cuatro o de tres, su nivel fue máximo. En el Barça de Guardiola, ser central era difícil pero simple. El zaguero necesitaba hacer muy bien un número reducido de cosas. Anticipar, rectificar en carrera, ganar el balón dividido, sacarla limpia…lo que Mascherano había hecho en el Liverpool pero jugando de mediocentro. No cambió su manera de jugar, simplemente la trasladó unos metros hacia atrás. En el inicio de esa temporada, el argentino se convirtió en uno de los centrales de Europa. Menos en las grandes citas, esas en las que se igualan las fuerzas y los centrales del Barça hacían de centrales ni que fuera cinco minutos de noventa. Benzema, Drogba, Fernando Torres…la eliminación europea fue el primer aviso. Un aviso que el propio argentino no esquivó. Mascherano no era central. Llegó la 2012-13, la Supercopa ante el Madrid, el error y el gol de Higuaín. Se terminó el Mascherano central. El Barça era distinto al de 2011, obligaba a los centrales a ser centrales, y en la cabeza de Mascherano la mentira ya no calaba.

Llegados a este punto, podríamos concluir que el Jefecito ha dejado de ser un elemento competitivo en el equipo. Cuarto central le auguran algunos. Pero volvamos la vista atrás (o hacia arriba). Si tuviéramos que condensar lo sustancial de lo escrito hasta ahora en una idea, lo resumiríamos diciendo que Mascherano fracasó en la media a causa de lo que, entonces, se le pedía al mediocentro del Barça, triunfó como central por encajar en lo que demandaba el equipo en la posición, y dejó de hacerlo cuando el equipo cambió y, por consiguiente, con ello cambió también la función de los centrales.

El Barça 2013 no es el de 2011, y no nos queremos detener en el nivel sino en la forma. La posesión interminable ya no le garantiza que las ocasiones fluyan. Necesita verticalizar sus ataques. Mismo volumen de balón pero usado de un modo distinto. Ataques más cortos y en mayor cantidad. Es un Barça que corre más y que transita a mayor velocidad. Tanto en ataque como en defensa. Mascherano no era mediocentro para el Xavismo, pero quizá pueda serlo en el post-Xavismo.

El primer problema que como mediocentro encontró a su llegada a Barcelona, fue la excelencia técnica que requería una manera de atacar como la azulgrana. Con todos los futbolistas del rival por detrás del balón, donde conservar el balón era condición innegociable de cada pase y en el que el riesgo en el gesto quedaba reservado al envío definitivo. Ahí donde Busquets fue continuidad siempre, Masche no llegaba. Parece que el Barça de después de Xavi va a ir hacia allí. Cesc, Neymar, incluso Thiago, Alexis o Dani Alves. Asumir la pérdida también como una oportunidad ofensiva.

Su segundo problema en el equipo «de Xavi» fue el intercambio de posiciones con el egarense. Xavi es un interior especial. 4 de formación, la base es suya. De ahí que Busquets fuese un regalo caído del cielo, pues Sergio se formó como interior, la pareja perfecta. Hemos visto esta temporada que cuando Xavi peso menos, la base fue para el mediocentro. Eso no significa que el pivote tenga que hacer de Guardiola, Pirlo o Xabi Alonso, sino simplemente que cuando el equipo inicia él es el centrocampista más retrasado. No cede la base.

Por último está el tema defensivo. Ya hemos comprobado este curso  que a medida que se abren los partidos, más se descubre la espalda de unos interiores combinados para no tener que defender ni correr hacia atrás. Al mediocentro se le pide que cubra una extensión de terreno enorme.

Cuando se le va cerrando la puerta como central, a Mascherano se le puede volver a abrir la ventana del mediocentro. Se la jugaría con Song. Cada uno tendrá su opción favorita, y ninguna podrá tildarse de error, pero un equipo con el Jefecito suena mejor que sin él.

Salir de la versión móvil