
En los segundos, la cosa fue distinta pero el resultado parecido. La lesión de Baines dio entrada a Deulofeu y recompuso el puzzle. Barry, mediocentro, pasó al lateral, Deulofeu a la derecha y Mirallas a formar definitivamente como pareja de Lukaku. Cambió el dibujo y el hombre clave. Ya no sería Barkley sino Romelu, pero el equipo dominador seguiría siendo el local. Si no se llevó la victoria fue únicamente por Luis Suárez. El Everton fue mejor equipo pero el mejor jugador lo tenía el Liverpool.
Una semana más tarde, el pasado sábado, asisitimos a la puesta de largo del que faltaba: Gerard Deulofeu. Su primera titularidad en la Premier no pudo ser más contundente. En frente el Stoke de Marc Muniesa -que también debutaba- no pudo contenerle. Empezó en la derecha, durante la primera mitad de manera bastante fija, y volcó a su equipo, al juego y al partido sobre su sector. El juego vertical de las islas, su ritmo alto y los espacios que concede, le van como anillo al dedo. Cada balón recibido era un intento de herir. Fue profundo e incisivo, y encaró siempre que pudo. Lo peor que sacó de cada cara a cara con Pieters fueron córners y eso en Inglaterra mal visto no está. Precisamente, tras sacar uno de tantos quedó volcado al perfil izquierdo y de ahí nació su primer gol en la Premier. Recibió y salió hacia dentro dirección a portería, combinó hacia adelante con Pienaar que le devolvió la pared y tras llevársela entre las piernas de los defensores, fusiló a Begovic.
Como si su gol desde la izquierda fuese la autorización, en el segundo tiempo su posición fue más libre, y otra vez, ésta decidía por donde transcurrirían los ataques del Everton. Volvió a participar en el segundo y el tercer gol, y ambos lo cogieron en la izquierda -el tercero tras sacar un córner-. Sólo dejó de intervenir en el cuarto. Asumió balón -mucho- y ataques. Se sintió importante. Y corrió tanto hacia arriba que incluso siguió corriendo hacia atrás. Pero todo esto sin Barkley, que fue suplente. Ahí está el reto; juntar a ambos. No tanto por posiciones -no chocan- sino por balón. Los dos quieren el rol de hombre clave, de jugador franquicia, de futbolista alrededor del cual gira el ataque. Lukaku es un compañero más cómodo y aún así alguna le recriminó a Gerard. ¿Puede el Everton tener dos soles?
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