
El partido empezó con una novedad respecto a la Supercopa. En el Atlético, lo que entonces fue 4-5-1, el sábado fue 4-4-2. Simeone, esta vez, no podía alejar tanto a Diego Costa de Valdés. Lo que no cambió fue que el Barça quisiera salir por fuera. Por si hubiera dudas, dos robos iniciales sobre Busquets convencieron al equipo. El plan de salida de los colchoneros era la recuperación adelantada en la media para lanzar la contra. Cuanto más arriba mejor, porque no tienen velocidad ni arriba ni en la segunda línea. El Barça, llevando el juego a la banda, minimizaba el riesgos. Alves entró por Montoya y los laterales se fueron arriba. El equipo progresó por fuera con las dobles parejas lateral-extremo, más el interior de cada perfil y Cesc en la izquierda.
El objetivo era ganar terreno por las orillas, ya que cuanto más atrás recuperara el Atlético, más difícil tendría salir. Lo cierto es que el juego con balón del Barça en el primer tiempo fue más defensivo que ofensivo, pero le bastó para encontrarse cómodo sobre el campo. Justo lo contrario que le ocurría a los de Simeone. Sin la posibilidad de robar, les tocaba armar la transición ofensiva desde demasiado atrás, y el Barça, con un gran Mascherano y un imperial Piqué, se lo impedía. Como Diego Costa jugaba arriba, les quedaba ese recurso. Buscaron el balón largo para el brasileño a la espalda de Jordi Alba, pero se topó con un gran trabajo del lateral y de Mascherano. Con eso y con que, incluso cuando ganaba la pelea, sus compañeros estaban demasiado lejos para llegar. Incluido Villa.
En esta mitad, resultó interesante el uso que dio el Barça a sus centros al área. Está claro que con Godín, Miranda y Courtois, el Atlético iba a sufrir poco en estas situaciones. Lo que conseguía el Barça, no obstante, es que los colchoneros tuvieran que construir de cero, desde su área. Negaba la posibilidad de una recuperación más adelantada. Salida lateral, juego por banda, centro y control de la segunda jugada. En esto último tuvieron un papel relevante los laterales. Tanto Alves como Jordi Alba llegaron arriba, pero doblaron poco. Sólo cuando Iniesta conectaba por dentro y Pedro y Alexis se iban hacia el interior. El resto del tiempo, su posición estuvo más centrada que la del extremo. Eran la posibilidad de un pase atrás y, sobretodo, un arma para ganar la segunda jugada. Cuando el Atlético despejaba, Dani Alves, Busquets y Jordi Alba cercaban la zona donde caería el rechace. Con todo, el Barça llevó poco peligro a la portería de Courtois, pues como decimos, el centro era un recurso para defenderse. Para atacar tuvo a Iniesta, que como esperábamos fue factor de desequilibrio. El único autorizado a probarlo por dentro creó las principales ventajas.
En el segundo tiempo se quedó en el vestuario y cambió la suerte del Barça. Entró Messi, que con el equipo mandando territorialmente debía ser el desequilibrio final. Pero se fue Iniesta…y también Cesc. El Atlético adelantó líneas, recuperó como quería y encontró a Arda Turan. Lo de Fábregas lo conocemos: cuando comparte mediocampo con Xavi, se rinde. No se ve capaz de discutirle el mando y desaparece. No fue el sábado, es siempre. Xavi es demasiado grande y él, a su lado, se ve demasiado pequeño. Parece que empieza a estar claro que a Xavi no lo desbancará el de Arenys. O el de Terrassa se desbanca solo, u otro tendrá que hacerlo por Cesc. Él no dará el golpe en la mesa. Contra el Atlético de Madrid, el mejor jugador de lo que va de Liga, volvió a claudicar ante el 6.
Viendo que había perdido el control en mediocampo, el Tata dio entrada a Sergi Roberto por Pedro para meter un cuarto centrocampista. Antes había entrado Neymar, que tardó varios minutos en hacer coincidir su intensidad con la del partido. Aún así, el Atlético se había ido arriba y el Barça encontró espacios para transitar con peligro. Apunto estuvo de escapársele el partido al Atlético en su mejor mitad. Fue un enfrentamiento capicúa. Mitad y mitad.
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