
En ataque y en mediocampo los azulgranas se anularon solos, y el rival únicamente tuvo que jugarle con dos puntas para hacerle un roto atrás. Messi, sin poder correr en un sistema que le obliga siempre a recibir en estático, de espaldas y con uno o dos rivales en la chepa, y Neymar, muy lento desde que regresó de su lesión, rondaron el peligro por pura calidad individual pero apenas generaron ninguna ventaja al equipo en lo colectivo. Pedro, más entonado y activo, produjo más, pero se tradujo en menos. La primera media hora del Barça en ataque fue la nada. Ni amenazó ni alcanzaron juntos la corona. En el primer tiempo, los culés pasaron un 7% del tiempo en su área y un 1,5% en la del rival. No fue un intercambio de golpes.
Sin poder asentar el juego arriba, al Barça le tocó transitar, y transitando es lo que es y tiene lo que tiene. Xavi no está para sumar ahí, y Busquets, el que lo sostenía todo, está mal. Realmente mal. Cesc, que tampoco es Mauro Silva, tiene que anclarse más que nunca. En el primer tiempo no pisó el área ni una sola vez, y localizó su juego sobre la línea divisoria. Así pues, al Valladolid alcanzar la mitad azulgrana le salía gratis. En campo propio el Barça defiende muy mal, porque no tiene ni a los hombres ni los conceptos para hacerlo, y sólo es necesario que el adversario le plante dos delanteros para que todo estalle. En estas situaciones penaliza especialmente Mascherano. Cada una de esas anticipaciones kilometricas que cuando el equipo defiende arriba significan cortar la contra rival, en campo propio implican un agujero. Si el contrario, como ayer y como es de esperar que suceda a partir de ahora, juega con dos puntas, es un dos contra uno en el que Piqué está solo.
Aún así, y pese al 1-0 que reflejaba el marcador al descanso, las opciones del Barça parecían intactas de cara al segundo tiempo. Como hemos dicho, no es que el Valladolid estuviera haciendo su mejor partido en lo que va de siglo. Muy meritorio, pero imperfecto. Una versión aceptable del Barça podía y debía hacer valer su mayor calidad en todas las líneas. Pero no. Ya no.
Y eso que lo tuvo del 45 al 60. Tras el descanso cambió la posición de Cesc que pasó de reforzar la media a jugar prácticamente a la misma altura que Messi. Una nueva referencia para los vallisoletanos que permitió a Messi una libertad extra cuando bajaba a por el esférico. El Leo de ahora, necesita como nunca el estímulo de poder correr diez metros, y que Fàbregas le fijara a los centrales se lo permitió. El gol parecía cuestión de tiempo. Cuatro de las trece oportunidades de gol del Barça en el partido se dieron en ese cuarto de hora. Un cuarto de hora en el que el Barça pasó más de un 8% del tiempo metido en el área del Pucela y un 5,4% en la propia.
Hasta que la primera sustitución del Tata sacó del campo a Cesc, y se pasó del 8% al 2%. Se volvió al primer tiempo. Se terminó el partido y algo más.
Áreas de acción del Barça en el primer tiempo (izquierda), del minuto 45 al 60 (centro) y tras la sustitución de Cesc (derecha).
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