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FCB 2014-15 | Construyendo un nuevo Barça

El Barça afronta el primer verano de la renovación. El del inicio de un nuevo proyecto. Es complejo, pero tiene a su favor que siempre es más fácil empezar cuando no hay nada, que encontrar la pieza justa que añadir sin que se resienta el resto. Ahora no hay resto, hay que inventarse un nuevo equipo. Poner las cartas sobre la mesa, descubrirlas, imaginar el Barça del futuro y trazar las líneas a seguir.

Antes de irnos a lo particular, detengámonos en lo general. Hay dos cuestiones imprescindibles que el Barça debe afrontar en cuanto a la composición de la plantilla. Por un lado, es innegociable la necesidad de incrementar la competencia interna. No es un primer año para convivir, sino para que durante la temporada, en el interior de la plantilla, haya vencedores y vencidos. Relacionado con este primer punto está el segundo: la plantilla debe resetear jerarquías. El valor e importancia de los hombres que la componen no puede ser el mismo que hace tres o cuatro temporadas. No se trabaja en base a la plantilla de 2011, se crea una nueva, aunque algunas de sus piezas sean las mismas entonces y ahora. Decimos esto porque es importante diferenciar entre planificación de la plantilla y gestión de la misma. La renovación en la planificación debe ir acompañada de un cambio en la gestión. Sino, con los parámetros de 2011, será inútil cubrir las necesidades de 2014. Pondremos un ejemplo que quizá lo dibuje más claro: Bartra la temporada pasada. Su presencia en la plantilla tenía todo el sentido del mundo, tenía espacio y función como cuarto central del equipo. Bartra, en el Barça, cubría una necesidad, aunque esta fuera secundaria. Pero no se usó. ¿Significa esto que Bartra no debería haber ascendido? ¿Que no había hueco para él? La planificación y la gestión de la plantilla deben ir de la mano.

Yendo a lo concreto, el Barça del futuro debería ser el de Messi y Neymar, los dos futbolistas de más talento de la plantilla. Por lo tanto, debería ser un equipo diseñado para potenciarlos. No es tarea fácil, pero es el reto que se debe afrontar. Por partes: primero tenemos a Leo Messi. Número uno absoluto e indiscutible del equipo. El argentino debutó en el Barça como extremo derecho y más tarde alcanzó la cima como falso nueve, pero ahora la posición le está provocando algunos problemas. El jugador ha cambiado y también los planteamientos rivales. Leo se mueve menos y los rivales se le pegan más. Ya nadie duda que la mejor forma de defender al Barça es con los centrales pegados a Messi incluso cuando el 10 se descuelga entre líneas. Entre una cosa y otra, hoy por hoy, a Leo la mayoría de partidos se le hacen muy incómodos. Recibe poco y cuando recibe es en estático, de espaldas y con un rival prácticamente subido encima. Messi empieza y termina la jugada en el mismo sitio, y el equipo lo exagera porque es justo ahí que lo busca. No es la primera vez que Leo reclama no ser él quien fije la altura de la línea defensiva contraria para poder encontrar un «entre líneas». Ahora las líneas viajan con él. Tampoco es casual que de un tiempo a esta parte la mejor versión de La Pulga no se esté dando en Barcelona sino en Argentina, donde acostumbra a compartir once con delanteros como Huguaín o Agüero. No se trata de renunciar un poco a Messi, se trata justamente de potenciarlo en base a su realidad actual.

En segundo lugar está Neymar. Todavía inadaptado, su mejor versión la veremos cuando se le permita libertad para aparecer por dentro. Hasta el momento es sobre todo hombre de banda, por mucho que Jordi Alba le descargue de la responsabilidad de fijar la amplitud. El reto del nuevo Barça es que tanto el argentino como el brasileño puedan expresarse donde mejor lo hacen, que no se pisen y que el equipo se mantenga armónico. A favor, que mientras Neymar decanta su centro hacia la izquierda, Messi hace lo propio hacia la derecha. Esta complementariedad de perfiles, ayuda. Para ampliar la zona hábil para los dos cracks, el objetivo del Barça es alargar y ensanchar el campo. De lo contrario, los rivales mandaran muy arriba a su defensa ante la falta de profundidad culé, ahogándoles la recepción. Llegados a este punto, es el momento de preguntarse si el Barça de Messi y Neymar no tendrá que ser con un nueve. Desde En un momento dado creemos que sí. Que la mejor versión de ambos se facilita con un hombre que les libere de ser la referencia más cercana a la defensa rival, que les estire el espacio a la espalda del mediocampo, que les permita la carrera y recibir de cara. Del perfil hablaremos mañana.

Poniéndonos en la piel del adversario, parece lógico pensar que la respuesta será cerrar el sistema defensiva hacia el centro, generar el embudo ante dos teóricos hombres de banda que en realidad terminan siempre por dentro. Es por eso que este plan necesita activar las bandas. Que el rival tenga, también, una preocupación fuera. Con los laterales llegando muy arriba y siendo capaces de generar peligro, y un punta que también sume en estas situaciones (veremos cómo), la línea de Messi y Neymar se ensancharía. La contrapartida, con un papel tan preponderante de los laterales en fase ofensiva, es el riesgo de desguarnecer la retaguardia. Es por eso que otro gran objetivo a la hora de diseñar el nuevo Barça, es el de reforzar la transición defensiva. El ansiado central que hace tanto que necesita el equipo, y algún tipo de contrafuerte en la línea de medios, se antojan imprescindibles. Esto y tratar la cuestión de la vulnerabilidad a balón parado. Al menos dos de los nuevos refuerzos, deberían sumar centímetros para defender por alto.

 

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