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Yo tengo a Leo Messi y tú no

El Barça del Tata Martino, que tiene sus cosas -y no son pocas-, no ha perdido ningún partido ante un grande. Tres empates contra el Atlético de Simeone y victorias tanto en casa como fuera ante Manchester City y Real Madrid. El equipo compite mejor que el año pasado. El técnico es realista con lo que tiene y con lo que puede pedirle. Lo que tiene es una plantilla descompensada, un equipo dramáticamente vulnerable atrás, algunas de las mejores individualidades del mundo y por encima de todo y de todos a Leo Messi. Lo decimos poco: Leo Messi. Algún día este nombre nos hará recordar que fuimos los aficionados más afortunados que ha tenido este deporte.

El argentino fue uno de los cuatro nombres sobre los que puso el foco el planteamiento de Martino (Messi, Piqué, Xabi Alonso y Cristiano Ronaldo). El técnico necesitaba que Messi compensara la falta de presencia arriba e intimidación que el Barça acepta cuando sale con los cuatro centrocampistas, y puso en juego dos soluciones. La más simple, las aproximaciones de Neymar al centro, cambiaban las vigilancias y permitía a La Pulga recibir con espacios, más o menos de cara y con salida hacia dentro. Habría que remontarse a la noche del 5-0 para encontrar un partido ante el Madrid con más recepciones de Leo mirando hacia la portería del Madrid.  La segunda solución consistió en sobrecargar el sector de Di María para aprovechar el irregular desempeño del Fideo en campo propio. Alves, Neymar, Xavi y Cesc juntándose alrededor del interior izquierdo blanco. El mecanismo tuvo dos consecuencias: que el Madrid tuvo que mandar ayudas hacia ese sector (Alonso y Ramos principalmente), y que con Marcelo abierto y Ramos saliendo, Pepe tuvo que fijar su posición atrás. Así encontró Messi espacio y libertad para recibir y girarse, y así nació, por ejemplo, el cero a uno de Iniesta.

Si arriba el hombre a potenciar era Messi, atrás el protagonista iba a ser Piqué. Uno de los problemas que atormentan al Barça cuando lo atacan con dos puntas, es que a Gerard le toca una de las dos marcas y no puede ejercer de factor corrector. Y la defensa del Barça necesita mucho que la corrijan. Como Martino quería a Piqué libre, cambió el perfil de sus dos centrales. Mascherano en la derecha y Piqué en la izquierda. El Jefecito en la ayuda a la marca de Ronaldo y en la zona por donde aparecería Benzema. Una sobreexigencia del argentino que compensaba porque siempre aguardaría Gerard para solventar la papeleta.

Las fases de dominio inicial del Barça se basaron en esa facilidad para encontrar a Messi, en el factor corrector de Piqué y en la marca de Cesc sobre Xabi Alonso. El papel del de Arenys fue doble. Cuando el Madrid salía, lo suyo era una persecución al mediocentro vasco, y una vez los blancos cruzaban la divisoria, de vuelta al lado de Busquets. Como contrapartida se corría el riesgo de conceder el espacio a la diagonal hacia dentro de Bale, pero Alba tuvo en Piqué a su mejor aliado.

Con el Barça encontrando a Messi, tapando a Alonso y corrigiendo con Piqué, Ancelotti cambió el discurso del partido moviendo dos piezas. Di Maria escoró su posición y Ronaldo se fue al centro. Cuatro contra cuatro en el que el argentino superó a Dani Alves, Benzema a Mascherano y Ronaldo mantuvo sujeto a un Piqué que ahora no podía acudir en la ayuda. Además, la victoria blanca en banda izquierda permitió a Di Maria profundizar, y una vía de acceso fácil al área. La zona donde más sufre Mascherano, y Benzema es un punta diseñado para que el ayer central derecho culé sufra el doble. Ancelotti y el Madrid de ahí sacaron dos goles y dieron la vuelta al partido. Con marcador a favor, el Madrid quiso controlar a Messi y bajó el ritmo y su altura en el campo. Pero como no consiguió atar a Leo, en la práctica sólo sucedió lo segundo. La Pulga encontró otra (y otra vez con participación de Neymar para que recibiera de cara) y dos a dos al descanso.

Sin embargo, la inercia en la reanudación seguía siendo blanca. En el mediocampo del Barça se seguían sucediendo las pérdidas que martilleaban a contras la débil transición culé, pero por suerte para Martino, el Madrid de Ancelotti no contragolpea igual que el de Mourinho. Aún así llegó el panalty y el tercer gol blanco. No obstante, los locales seguían sin atar bien atrás, y poco después Neymar encontró el espacio para el desmarque, Messi para el pase y llegó la pena máxima del empate a tres y la roja a Sergio Ramos. Con uno más, al Barça se le puso muy de cara el partido y ahí Martino estuvo lento en aprovecharlo. Además Ancelotti, con el cambio de Benzema, dejó sin salida al Madrid y lo condenó a una fase defensiva que afrontaría en inferioridad numérica. Era momento para cambiar el discurso y pasar a formar con dos extremos abiertos por fuera, que ensanchasen a la defensa merengue y abrieran espacio por dentro para que Xavi, Iniesta y Messi conectaran en superioridad. Tardó pero llegó: Pedro y Alexis dentro por Neymar y Cesc. El Barça combinó por dentro, progresó y encontró el cuarto.

Tres puntos que aprietan la liga, que nos dejan a un Madrid menos sólido de lo que se imaginaba y a un Barça tan vulnerable como esperábamos pero que sigue sin caer en los días señalados. Pero por encima de todo, nos dejan el retorno del dominio de Leo Messi a los clásicos. Leo ha dejado de ser mortal, vuelve a estar por encima del partido. El diez vuelve a ser más que los once.

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