
La idea de reemplazar a Dani Alves en el lateral derecho del Barça, se puede defender desde el punto de vista del beneficio económico o del beneficio deportivo, pero no de ambos. O se gana en lo uno o se gana en lo otro. La postura que defiende que con el hipotético traspaso del brasileño se permitiría al club destinar más dinero a otras operaciones, es un posicionamiento que, sin embargo, asume que el lateral derecho del próximo año será peor que el del actual. Porque Martín Montoya lo es y porque no hay en el mercado -o nosotros no lo sabemos ver- un lateral derecho mejor que Alves y que sea más barato que él. Acaba de cumplir los 31 y su contrato termina en un año. Además, su sueldo es el del mejor lateral derecho de la historia del club. Por Alves no se va a ingresar lo que costaría sacar a Danilo del Porto, a Azpilicueta o a Ivanovic del Chelsea o a Cuadrado de la Fiorentina. Probablemente tampoco lo que se necesitaría para convencer al Nápoles de soltar a Zuñiga. El otro argumento defiende que alguno de estos sí mejora al brasileño, y que merece la pena poner en marcha la operación aunque el balance entre lo que deja el antiguo lateral derecho y lo que cuesta el nuevo, salga negativo. En tal caso, la diferencia saldría de alguna de las otras operaciones. De nuestras prioridades.
¿Qué hace que en nuestra planificación estos cuatro fichajes sean prioritarios y el del lateral derecho no? En primer lugar, en el Barça de Messi y Neymar que imaginamos, Dani Alves encaja bien en el papel de lateral largo que abra el campo para generar espacio por dentro a los dos cracks. Si este rol es eminentemente ofensivo, va a ser difícil encontrar un lateral más adecuado que el 22. En segundo lugar, siendo evidente que Dani pierde todas las comparaciones con su versión de hace unos años, no está tan claro que también lo haga con el resto de jugadores que ocupan su misma demarcación en la actualidad. Al menos, no con muchos. Pero el más importante es el tercer punto: las otras incorporaciones son estructurales. Inciden directamente en la forma de jugar del equipo. Redefinen al colectivo. A no ser que se apueste por un tipo de lateral diferente al actual (no es nuestro caso) a Alves se le reemplazaría con «otro Alves». Sin embargo, para el resto de incorporaciones hemos hablado de Kluivert y Lewandowski, Márquez y Koeman, o Philipp Cocu y Deco. Son piezas que la plantilla actual no tiene. Determinan la estructura, qué forma tendrá el equipo. Desde el colectivo se puede sostener un problema individual (si lo fuera): en el mejor Barça de Rijkaard, Oleguer no fue un problema.
Hay un último aspecto a tratar al respecto de Dani Alves: termina contrato en junio de 2015. Sólo le queda una temporada, tras la cual, saldría libre. Asumiendo que su marcha obligará a una incorporación, es lógico pensar que mejor afrontarlo cuando el traspaso del brasileño costee una parte. No obstante, las necesidades a cubrir por el Barça este verano (si se cubren) son distintas a las que habrá dentro de doce meses. La inversión fuerte toca ahora. 15 millones este junio pueden ser más problema que 30 entonces. La primera piedra se pone este año.
Dicho esto, cuatro pinceladas sobre los posibles candidatos. Puestos a acudir al mercado, lo normal es que el número uno de la lista fuera Danilo del Porto. Es el más completo a todos los niveles. Defensivamente tiene conceptos tanto técnicos como tácticos -aunque estos últimos los ha demostrado menos durante el curso actual- , físicamente es dominante y arriba suma tanto por dentro como por fuera. Posee un nivel técnico muy alto, centra con peligro y toca con criterio. Si no es el brasileño, ya toca escoger. Los hay que cierran mejor –Azpilicueta– o que ofrecen más recursos en campo contrario –Cuadrado-. El colombiano, atacante para casi cualquier equipo, en un Barça que pretenda mandar en campo rival y defender hacia adelante, puede llegar a adaptarse al lateral si el entrenador le ofrece colchón. En campo rival ninguno tendrá sus posibilidades. Zuñiga, Lichtsteiner o Zabaleta son alternativas más seguras y algo menos ambiciosas que, además, bordean la treintena. Más arriesgados serían los intentos por Mauricio Isla, quien no ha ofrecido en Italia el rendimiento que se esperaba, o el celtista Hugo Mallo.
