
La historia de Mathieu es la historia de una reconversión exitosa. Quien fuera un marcado lateral izquierdo de potente proyección ofensiva, ahora no sólo juega de central sino que ha asumido los entresijos de la nueva demarcación con naturalidad. Salvo cierto deje en el gesto que nos recuerda sus tiempos de banda, Jérémy ya es central, y como tal actuó en 31 de los 32 partidos que disputó la pasada Liga, siendo uno de los más destacados de la competición en la posición.
Tal y como pidió Puyol, se trata de un central rápido. Más en las distancias largas que en las cortas, donde sus interminables piernas alargan el tiempo de reacción. Con campo por correr, sin embargo, su potencia, amplia zancada y alocada abnegación, lo convierten en un zaguero muy difícil de sobrepasar. Es este tipo de escenario el que, se intuye, más deberá enfrentar en su etapa como jugador del Barça, abarcando muchos metros, tanto detrás, como delante y a su lado izquierdo. La espalda de los interiores, las obligaciones de Jordi Alba abriendo el campo por todo el carril y una defensa que adelanta sin tapujos, delimitan un marco de constantes responsabilidades en la corrección para Mathieu. Desbocado en la anticipación y puntual en el cruce, el ex valencianista, además, suma precisión y la lectura del tiempo justo a la hora de lanzarse al suelo para arrebatar el cuero del pie del adversario.
Con balón suma en el pase interior para superar la primera línea de presión, pero la especialidad en la que más puede aportar al mecanismo de salida culé, es la conducción. Por lo visto hasta la fecha en pretemporada y atendiendo a lo que sabemos del Luis Enrique entrenador, la idea en el nuevo Barça será la salida con tres hombres, ya veremos si con el mediocentro entre centrales o no. Lo que sí parece más claro es que, cuando juegue, Mathieu se situará en el perfil izquierda de esta salida a tres, con metros para progresar y un espacio en el que adentrarse que estirarán el lateral más el interior izquierdo, y con la posibilidad de ocupar en conducción la zona que libere el mediocentro. Lo analizamos la semana pasada, el Barça de Luis Enrique arranca con una importante duda por resolver en la base de la jugada: sin Xavi no hay interior que la reclame, y Busquets es otro tipo de mediocentro. Con la espalda cubierta, la incursión de uno de los dos centrales dependiendo del perfil por el que se saque jugado el esférico en cada ocasión, puede ser un recurso interesante para el técnico, del que echar mano en la salida de balón.
Es esa poderosa conducción de Mathieu la que nos recuerda que el jugador fue antes lateral, y como lateral, de los ofensivos. A falta de ver si los partidos actuando en el centro de la zaga lo han cambiado, el suyo no es un caso de lateral abidalesco que tan recurrentemente reclama algún sector del entorno culé. Se trata de un caso poco frecuente de central-lateral ofensivo, de carril, llegada en potencia y golpeo certero. Pero en todo caso, a ese Mathieu de banda parece que lo veremos poco. Lleva más de una temporada entera siendo central, y como central lo ha incorporado el Barça. Haciendo caso a Carles Puyol.
