
Al entrenador local le importó entre poco y nada como iniciara juego el Barça, y enfocó su planteamiento defensivo no en el origen del primer pase sino en el destino. Duda, ayer casi falso nueve y muy descargado de labores en al contención, se situaba cercano a Sergio Busquets mientras Samu Castillejo y Nordin Amrabat -que durante el primer tiempo alternó centro con banda- cerraban sobre unos interiores azulgranas separados y abiertos como viene siendo habitual. Esto permitió que ninguno de los tres centrocampistas del Málaga se viera obligado a salir, y que pudieran trabajar la zona de recepción de Leo Messi -magnifico partido de Camacho en este sentido- y acudir al apoyo a banda cuando el Barça trataba de juntarse cerca del lateral. Consiguieron arrebatarle la continuidad a Leo, y que las tres líneas defensivas locales defendieran siempre de cara.
Si bien los catalanes generaron bastante menos peligro que tres días atrás, también el Málaga, durante el primer tiempo, llegó menos que el Levante. La explicación no fue tanto que los delanteros de banda partieran un par de metros más atrás producto de su distinto cometido cuando el cuadro catalán atacaba, sino la presencia de Duda por el centro del ataque. El portugués cuenta ya 34 años pero tenía que estar. Su zurda, a balón parado, es un recurso al que un equipo como el Málaga, ante uno como el Barça, no puede renunciar. No obstante la gasolina le escasea, y aunque Gracia ideó para él un retorno muy suave, como los malaguistas empezaban la transición desde atrás, y Castillejo y Amrabat atacaban por velocidad el hueco que dejan los laterales del Barça cuando suben, le costó llegar a tiempo. El domingo el Levante salía con Morales y Barral, y descargaba dentro sobre Víctor Casadesús; ayer el marroquí y el malagueño tenían al apoyo más cercano demasiado lejos, de modo que Bartra y Piqué pudieron cerrarse juntos sobre la misma banda.
Esto cambió en el segundo tiempo, cuando Duda dejó su plaza a Luis Alberto y el Málaga pasó a inquietar, de verdad, la meta de Claudio Bravo. Los cuatro disparos a puerta de los locales en la segunda parte, llegaron a partir de entonces. Amrabat se fue al carril central, aguantó la salida y se peleó con todos, los locales jugaron más arriba y Rosales se proyectó más por banda. Luis Enrique quiso aprovechar que el partido se abría y dio entrada a movimientos más agresivos al espacio en ataque con Sandro y Munir. El problema de los culés anoche, no obstante, estuvo más atrás, y a los dos chicos apenas les llegaron balones. Incapaz de derribar el muro, el partido del Barça pareció una película repetida que en sus manos está convertir en función. Será tarea del director y los actores volver a subir el telón.
