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Mucha mierda o cámara, luces y acción

Malaga_BarçaUn concierto nunca suena igual dos veces. Tampoco una representación teatral es nunca igual. Aún con el mismo guión o partitura, los directos, ya se sabe, pueden parecerse pero todos son distintos. Algo así puede decirse de los dos últimos partidos jugados por el Barça, ante el Levante el domingo y el Málaga anoche. El rival, las dos veces, defendió estrecho, regaló la salida y esperó en campo propio, pero en La Rosaleda el Barça agitó muy poco. Si en el Ciutat de Valencia los de Luis Enrique dispararon a puerta nueve veces en la primera media hora, ayer necesitaron el partido entero para que la cifra ascendiera a diez. En parte porque Neymar estuvo menos fino que entonces pero, sobre todo, porque Javi Gracia colocó a sus dos delanteros de banda a la cara de Rakitic e Iniesta y no a su espalda como hiciera Mendilibar. La modificación, lejos de quedarse en matiz, afectó decisivamente al desempeño del juego de ataque culé.

Al entrenador local le importó entre poco y nada como iniciara juego el Barça, y enfocó su planteamiento defensivo no en el origen del primer pase sino en el destino. Duda, ayer casi falso nueve y muy descargado de labores en al contención, se situaba cercano a Sergio Busquets mientras Samu Castillejo y Nordin Amrabat -que durante el primer tiempo alternó centro con banda- cerraban sobre unos interiores azulgranas separados y abiertos como viene siendo habitual. Esto permitió que ninguno de los tres centrocampistas del Málaga se viera obligado a salir, y que pudieran trabajar la zona de recepción de Leo Messi -magnifico partido de Camacho en este sentido- y acudir al apoyo a banda cuando el Barça trataba de juntarse cerca del lateral. Consiguieron arrebatarle la continuidad a Leo, y que las tres líneas defensivas locales defendieran siempre de cara.

Perdida la batalla por dentro, los azulgranas lo probaron por fuera pero apenas pudieron construir sociedades. En la derecha Douglas, tímido en su debut, estuvo lejos de parecerse a Dani Alves, mientras Jordi Alba, que llevó peligro en profundidad e intentó varias veces el centro a media altura hacia una área con presencia, cuando trató de encontrarse con Iniesta y Neymar casi siempre topó con ese centrocampista libre que el Málaga mandaba para asegurar la orilla. Messi, por su parte, que para separarse bajó mucho, en esta ocasión no halló en Neymar el socio al espacio que el brasileño sí fue el fin de semana. Un mediocentro sin apenas peso en funciones creativas y un Pedro con más voluntad que acierto, terminaron por dar forma a las causas de que el Barça nunca encontrara un ritmo al que subirse, y que a lomos de cuál, las ocasiones se sucedieran.

Si bien los catalanes generaron bastante menos peligro que tres días atrás, también el Málaga, durante el primer tiempo, llegó menos que el Levante. La explicación no fue tanto que los delanteros de banda partieran un par de metros más atrás producto de su distinto cometido cuando el cuadro catalán atacaba, sino la presencia de Duda por el centro del ataque. El portugués cuenta ya 34 años pero tenía que estar. Su zurda, a balón parado, es un recurso al que un equipo como el Málaga, ante uno como el Barça, no puede renunciar. No obstante la gasolina le escasea, y aunque Gracia ideó para él un retorno muy suave, como los malaguistas empezaban la transición desde atrás, y Castillejo y Amrabat atacaban por velocidad el hueco que dejan los laterales del Barça cuando suben, le costó llegar a tiempo. El domingo el Levante salía con Morales y Barral, y descargaba dentro sobre Víctor Casadesús; ayer el marroquí y el malagueño tenían al apoyo más cercano demasiado lejos, de modo que Bartra y Piqué pudieron cerrarse juntos sobre la misma banda.

Esto cambió en el segundo tiempo, cuando Duda dejó su plaza a Luis Alberto y el Málaga pasó a inquietar, de verdad, la meta de Claudio Bravo. Los cuatro disparos a puerta de los locales en la segunda parte, llegaron a partir de entonces. Amrabat se fue al carril central, aguantó la salida y se peleó con todos, los locales jugaron más arriba y Rosales se proyectó más por banda. Luis Enrique quiso aprovechar que el partido se abría y dio entrada a movimientos más agresivos al espacio en ataque con Sandro y Munir. El problema de los culés anoche, no obstante, estuvo más atrás, y a los dos chicos apenas les llegaron balones. Incapaz de derribar el muro, el partido del Barça pareció una película repetida que en sus manos está convertir en función. Será tarea del director y los actores volver a subir el telón.

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