
Adama Traoré Diarra
Fecha y lugar de nacimiento: 25/01/1996, L’Hospitalet de Llobregat.
Altura: 1,78 m
Peso: 79 kg
Dorsal: 7
Demarcación: Extremo derecho
Lo primero que salta a la vista cuando uno ve jugar a Adama Traoré es un tremenda superioridad física. Evidentemente respecto a los chicos de su edad, también respecto a sus competidores en Segunda División y probablemente, también, ante muchos de los rivales que enfrente cuando llegue al máximo nivel. Corpulento, potente, coordinado y tremendamente veloz, su fuerza en arrancada es avasalladora. Además su carrera es sostenida e incluye cambios de ritmo y de dirección. No sólo posee un físico privilegiado, sino que sabe sacarle partido. Mejor si recibe con espacio por delante, tanto si la recepción es de cara como de espaldas, en este segundo escenario resulta difícil arrebatarle el cuero cuando lo protege con el cuerpo, su giro sobre si mismo es rápido y empezando a correr a la misma altura que su marcador se distancia muy pronto. Además, viniendo a recibir y provocando que su par le siga, entre ambos vacían una banda a la que acudirá de inmediato. También si recibe en el último tramo es capaz de sacar ventajas, aunque en parado produce menos que lanzado.
Su superioridad física tiene mucho que ver en su capacidad de desborde. Cuando el slalom es largo, el cambio de dirección y de ritmo le basta, separándose el balón del pie y llegando a él antes que el adversario, o conduciendo con el cuero pegado a la bota. Con menos espacio o en ataque estático, su principal recurso es el regate por bicicleta, otra vez con un primer impulso muy poderoso que le permite separarse de la marca. Con tendencia a salir por fuera, suele controlar la fuerza que da a los centros pese a la dificultad de atenuar el golpeo tras una explosión física tan poderosa. Cuando alcanza área entrando desde el costado, sabe poner el pase atrás y acostumbra a tener un buen control de lo que sucede a su alrededor y de las zonas de remate ocupadas por algún compañero. No le cuesta levantar los ojos del balón. Futbolista vertical y al que es complicado arrebatarle el cuero, le gusta prodigarse en la jugada personal pero posee panorámica para, llegado el caso, soltar el balón en la frontal al compañero libre. Pese a lo que pudiera parecer, no entiende mal el juego, otra cosa es que, ante la dificultad de los rivales por arrebatarle el balón, a veces peque de individualista.
En Segunda División es muy difícil que Adama encuentre a un igual en el cuerpo a cuerpo. El físico, en fútbol, también se paga, es un activo competitivo más, y en la categoría de plata del fútbol español no hay dinero para mantener un futbolista de este tipo. De ahí que Adama explotándolo e insistiendo en ese fuera-fuera en su juego que hemos descrito hasta ahora, es capaz de desequilibrar casi cualquier partido de la Liga Adelante. Pero como eso ya lo tiene y hay tiempo y margen para que pueda ser algo más que un especialista de cal, el club esta temporada parece apostar por enriquecer el juego del extremo. En este inicio de campeonato ya ha visitado tanto la banda izquierda como la mediapunta, posiciones en las que seguramente no se establecerá pero que le permitirán familiarizarse con zonas distintas del terreno de juego para que su juego pueda hallar en ellas salidas distintas. Que el jugador se sienta cómodo en los tres carriles es un buen principio para activar una diagonal interior que tiene apariencia de resultar muy productiva tanto con la pelota como sin ella, suerte que por jugar muy abierto no sale a relucir tan a menudo pero en la que, es lógico pensar, puede resultar un arma peligrosísima pese a que su relación con el gol no sea la más íntima.
En el filial, esta temporada comparte perfil derecho con Alen Halilovic, el fichaje estrella del Barça B, y mientras el croata avanza en su fase de adaptación a prácticamente todo, su encaje sobre el campo no termina de ser fluido. Tiene más que ver con el ex del Dinamo que con Adama, pero es cierto que por el momento la conexión entre ambos es casi inexistente. Halilovic, acostumbrado a jugar donde lo hace el de L’Hospitalet, cuando recibe tiene la salida natural de un extremo a pierna cambiada, lo que provoca que se encare hacia el perfil izquierdo del juego dándole la espalda al extremo derecho. Como el juego de Adama es más exterior que interior, la brecha entre ambos se agranda. Lo normal es que dentro de pocas semanas esto empiece a solventarse, sobretodo porque Halilovic se irá haciendo a su nueva posición en mediocampo, pero también porque Adama, como se ha apuntado, está ganando registros.
Con vistas a un futuro salto al primer equipo, hay que apuntar que el jugador sería una pieza distinta a las que tiene Luis Enrique a su disposición, lo cual tiene una parte buena y otra mala para el futbolista. La buena es que su condición de hombre de banda con desborde exterior le convierte en una pieza única en la plantilla culé y, por lo tanto, en una posibilidad real como recurso para el técnico. La mala es que si la primera plantilla no tiene otra pieza como él es porque su plan base no la contempla, de modo que, en un contexto de normalidad, su encaje sería menos claro que el de algún otro joven futbolista del filial. También, en ocasiones, se ha hablado de él como una futura alternativa al lateral, pero aunque de niño fuese alineado en esta demarcación y que su mejor versión ofensiva se da cuando parte con metros por delante, habría que ver, por un lado, qué función se le iría a pedir con el balón y, sobretodo, su posible aportación defensiva tanto en actitud como en el ámbito técnico-táctico. No es esa, en todo caso, la realidad del chico, que afronta su primera temporada completa en el segundo equipo con el objetivo de ser uno de sus puntales. La banda derecha del Miniestadi en principio va a ser suya. Sería una gran noticia que Adama no se quedara ahí.
