Icono del sitio En un momento dado

El mejor se llevó el premio

Luis_Suarez_CeltaEl Barça perdió porque jugó bastante peor que el Celta y esto suele ir así. También va sobre tener a los buenos, y por eso los azulgranas cerca estuvieron de llevarse los tres puntos en uno de sus peores partidos en meses. Tras la derrota con mensaje sufrida en el Santiago Bernabéu, se esperaba una respuesta, una primera piedra que indicara la nueva dirección tras certificar que ni la inicial ni la antigua alcanzan ya para noches de máximo nivel. La hubo, aunque no se viera demasiado hacia donde ni porqué. Es difícil valorar las intenciones de los entrenadores cuando sobre el campo éstas no salen, y el sábado resulta evidente que lo que pretendiese Luis Enrique no salió.

Las principales novedades en el once fueron la pareja de interiores y el estreno en casa de Luis Suárez. Sobre lo primero, decir que tanto a Rakitic como a Rafinha el plan les dejó muy sueltos, y que no encontraron ni su papel ni su espacio. Durante el primer tiempo intercambiaron sus posiciones hasta en dos ocasiones, en el segundo entró Xavi y tanto en uno como otro, la solución más recurrente fue un Leo Messi metido a centrocampista. Difícil saber si la idea que Luis Enrique tenía para el partido buscaba algo más ordenado de lo que se vio, lo cierto es que la medular culé organizó bien poco. Rafinha logró darle algo más de pausa al juego en algún tramo puntual, pero teniendo en cuenta que de los tres que presentaba el equipo titular el sábado, el brasileño era el centrocampista que más dirección le podía dar al juego de ataque, no está claro si esto debería ir en el debe o el haber a la hora de valorar su actuación.

Si la primera novedad -la de los interiores- no puede decirse que resultara muy feliz, sí lo fueron las sensaciones ofrecidas por Luis Suárez. El uruguayo fue de lo poco rescatable por el lado azulgrana, sobretodo en un primer tiempo con las fuerzas intactas. Participó mucho, en zonas distintas y con funciones diversas, y en resumen fue uno de los escasos focos de ventajas que encontró el equipo ante el Celta. Es cierto que, por lo que se espera, por momentos su posición se fijó demasiado en banda, algo que debería achacarse a la escasa pausa y nulo orden del juego ofensivo local, más que a la voluntad tanto del jugador como de Luis Enrique. En este sentido, sirve el paralelismo con los laterales, y es que Dani Alves y Jordi Alba no estuvieron arriba ni abajo, principalmente porque no les dio tiempo. Salían, iniciaban la carrera para establecerse arriba pero no alcanzaban su destino porque en el transcurso la jugada no se habia conceiddo el poso necesario para que llegaran. La transición les cogía a medio camino, siendo este uno de los motivos por los que el Celta se encontraba con tantas facilidades para contragolpear. Como además, el sábado, entre las instrucciones recibidas por los interiores no estaba anclarse en las coberturas y Busquets es débil lateralizando la ayuda, todo quedaba a expensas del tackle de uno de los dos centrales sobre la ralla de banda.

El Celta, por su parte, armado en un 4-4-2 que arropaba a Radoja con Krohn-Dehli, amenazaba la espalda de los laterales con Nolito y Orellana y emparejaba a Larrivey y Pablo Hernández con Mathieu y Mascherano a la hora de presionar, llevaba la iniciativa en ambas transiciones. Berrizo desnudó uno de los grandes déficits del F.C:Barcelona, como es su falta de individualidades o solución colectiva para sacar el balón en ventaja, pues tanto sus dos centrales anteayer como un Busquets que jugó mucho entre ellos, generan pocas superioridades en esta fase. Sin capacidad para darle a la jugada un inicio limpio ni presencia en mediocampo para madurar la posesión y acercarla a los tres de arriba, terminó siendo Messi, jugando a nivel del mediocentro, el encargado de cubrir en muchos momentos el primer escalón.

Messi con el balón a la altura de Mascherano, con Pedro, Rakitic, Luis Suárez, Jordi Alba, Xavi y Neymar esperando por delante.

En la segunda mitad y tras el gol del Celta, doble cambio mediante, el Barça adoptó forma y actitud de cuarto de hora final de un partido de vuelta en eliminatoria. Un 3-3-3-1 con Alves, Mathieu y Jordi Alba cerrando, Mascherano como escoba en el mediocentro por detrás de un Xavi y un Rakitic que Luis Enrique lanzó muy arriba, una línea por delante formada de derecha a izquierda por Pedro, Messi y Neymar, y Luis Suárez sólo en punta. Aunque algún papel individual mejoró y que, como sucedió a lo largo de todo el partido, la calidad individual de los de casa pudo hacer caer el partido de su lado en no pocas ocasiones, el desarrollo general varió poco más allá de que ahora había un futbolista más por delante de Leo Messi, que seguía bajando para que al menos algún balón llegara con sentido a los últimos metros. El Barça pudo ganar, pero fue justo que no lo hiciera.

Salir de la versión móvil