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Messi y tres puntos

B1tpPiuIgAEiaFRSi estás fuera pásala dentro, si estas dentro pásala fuera. En el Ajax todos conocen el libreto, viene de lejos. Frank de Boer, su entrenador, es hijo suyo. Como Bergkamp, que se sienta a su lado en el banquillo, Wim Jonk que se encarga de su fútbol base -hasta 9 canteranos jugaron algún minuto ayer- o Marc Overmars que lo gestiona desde el despacho. Anoche en el Amsterdam Arena, el que fuera central izquierdo del Barça, tenía peores piezas que su adversario, el Fútbol Club Barcelona, en absolutamente todas las posiciones del once. Y le quitó el balón. Y le jugó mejor, basándose en una propuesta de juego de posición prácticamente perfecto, de las de enseñar a los que aprenden. Al menos hasta que le dejó Messi.

Ambos técnicos salieron a por el balón y sus elecciones así lo demostraban. Bartra -en ausencia de Piqué-, Xavi y Busquets para acompañar al seis, por parte de los visitantes, y en el Ajax Klaassen y Andersen en los interiores de un conjunto poco preparado para defenderse en campo propio. Con unos laterales como Van Rhijn y Boilesen o una pareja de interiores como la citada, no hay otro camino que llevar la iniciativa, y los locales, durante los primeros 45 minutos, pudieron y supieron hacerse con ella, empezando en unos centrales que permitían al balón salir limpio y terminando en un El Ghazi en banda derecha que abusaba de una de las muchas debilidades de los azulgranas cuando tienen que defender en su mitad. En este sentido sorprendió que la entrada de Xavi en el once fuera en la demarcación de interior izquierdo. No es el perfil que lo potencia, y si la idea era dominar desde la pelota, con todas sus limitaciones que ya son muchas, es el centrocampista culé más preparado para hacerlo. Al menos lo era anoche. Cabría la posibilidad de que, consciente de lo precaria que es hoy en día una alternativa que consista en agarrarse al de Terrassa, Luis Enrique insistiera en echar mano del recurso de Leo Messi atrás, pero lo cierto es que hasta el primer gol del Barça, el argentino jugó claramente de falso nueve.

Aquí, como explicaciones, nos quedan bien que el técnico asturiano todavía confía en levantar el equipo más allá del 6 y por lo tanto siga resistiéndose a entregárselo, o bien que temiendo la transición defensiva de un perfil derecho que juntase a Xavi con Dani Alves, diera prioridad a la capacidad de Rakitic para ofrecer una mejor cobertura al lateral. Más allá de que no fuera la noche con más presencia arriba del lateral brasileño, esto abre la puerta a un debate nuevo en el que en esta crónica no tendremos espacio para entrar pero que nos guardamos, y es si, asumiendo que 8 de los 10 hombres de campo del Barça anoche son  potenciales debilidades defensivas, el camino más prometedor es remendar cada una de ellas o volcarse en un discurso coral que las minimice, que favorezca virtudes y disimule defectos. Es probable que siga quedando algún cabo suelto, pero también que entonces el parche resulte más efectivo.

La segunda decisión controvertida en la puesta en escena del Barça fue la posición, absolutamente abierta, de sus delanteros más externos. Neymar y Luis Suárez fueron extremos, hombres de banda. Mucho más de lo que lo haya podido ser Munir en sus participaciones con el primer equipo, con la excepción de Vallecas. Replegaron siguiendo al lateral rival y sujetaron la amplitud fijándose fuera en ataque. Sus compañeros encontraron en ellos una salida auxiliar ante la efectiva presión que aplicaba el Ajax en ventaja, pero su mejor versión tiene un escenario distinto como plataforma de lanzamiento. De los dos, quien mejor respondió a la proximidad de la cal fue Neymar, más acostumbrado a partir abierto, pero aunque con la diagonal hacia el interior produjera, se extrañó la rica conexión con Leo Messi que nos había dejado este inicio de temporada. Aún así son Luis Suárez, Neymar y Messi, y el Barça, jugando peor, se puso por delante con la inestimable colaboración de un poco contundente Caliessen y de un Marc Bartra que ya es costumbre que domine más el área ajena que la propia.

Tras el gol, y charla del crack con el entrenador mediante, Messi cambió su rol, su posición y su impacto sobre el choque. Con ventaja y hasta el final del encuentro, Leo permutó con Luis Suárez, el uruguayo se situó en punta y el 10 se vino a banda derecha, su zona de recepción. El Barça lo encontró, como había encontrado antes al 9, pero con el balón en los pies del argentino el juego visitante halló el control, por la mayor claridad de Leo y porque, trazando la diagonal con el esférico controlado, atrae a rivales al tiempo que libera compañeros. Serenó y facilitó. Fue el resto, y como premio o colofón, anotó un segundo tanto que sentenciaba el partido y la clasificación, y de paso lo igualaba a Raúl como máximo goleador histórico de la competición. Suerte de Messi…

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