Sergi Roberto vio comenzar el Athletic – Barça sentado en el banquillo. El mismo que hace poco más de una semana lo acogió cuando, tras una hora de juego complicada para el canterano, Rakitic entró en su lugar. Los ecos de aquel primer partido de la Supercopa y el desenlace del segundo, se hicieron notar en los primeros compases del partido, pues el Barça salió muy pendiente de no cometer los errores individuales que entonces le empezaron a apartar de su quinto título del año. La salida de balón no asumía riesgos, ni técnicos ni posicionales, y como los de Valverde defendían con las líneas arriba pero no mordían, los primeros veinte minutos transcurrieron sin que apenas pasara nada. Mascherano y Vermaelen tenían la pelota sin presión, pero alcanzar el siguiente escalón era tarea complicada y conquistar la espalda del doble pivote local, una rareza. Con el balón en campo rival, los de Luis Enrique siguieron extrañando las carreras al espacio de Neymar activando el pase diagonal de Messi, pues es la forma más efectiva que tiene el equipo para girar a la defensa contraria y poner a las líneas de su oponente mirando hacia su propio guardameta. Rafinha, un futbolista distinto y que, a estas alturas, transmite más soltura arriba que en mediocampo, permite otro tipo de cosas que por falta de rodaje todavía no se han incorporado al engranaje.
Sergi Roberto, mientras tanto, viendo a Beñat y Rico salir sobre la recepción de espaldas de Rakitic e Iniesta, por momentos rememoraba desde el banco el sufrimiento vivido una semana antes, pero en esta ocasión los leones más que el robo pretendían la devolución al central y el Barça, cauto por los precedentes, intentaba quedar lo más lejos de un posible fallo. A los dieciocho minutos, pero, Alves salía lesionado de una pugna con Aduriz y Sergi Roberto entró en su lugar para ejercer como lateral derecho el resto de partido. La experiencia del canterano no tuvo nada que ver con la vivida en la Supercopa. El partido, tras su entrada, tampoco. El impacto del reconvertido lateral se hizo notar de inmediato. A diferencia del rol que usualmente tiene Dani Alves en este Barça, y pese a su pasado de centrocampista, su rol tuvo más que ver con la banda que con el apoyo interior. De hecho fue Leo Messi quien acudió a la mediapunta con más asiduidad tras perder a su compinche brasileño, dejando para Sergi el carril entero. Como en sus mejores tardes en el filial, exhibió poderío y timing de llegada, y en posiciones de ataque decidió bien y con acierto. Tan notorio resultó el punto de inflexión en el juego culé, que su ingreso pasó por la clave que permitió dar un paso al frente a su equipo. Lo cierto, sin embargo, es que hubo alguno más y, en realidad, el excelente partido de Roberto tuvo a favor un escenario táctico diferente que lo potenció. Su actuación, acierto y aportación no tienen ningún pero, pero sí un contexto.
Coincidiendo con el cambio de Sergi Roberto por Dani Alves, el Barça también modificó su estructura a la hora de sacar el balón jugado. A la pareja de centrales que afrontaba el inicio de la jugada en un dos para dos frente a Aduriz y Eraso, se le sumó un tercer hombre, por lo general Sergio Busquets. Como novedad con Luis Enrique (con Guardiola lo vimos alguna vez), el mediocentro no bajo hasta situarse entre Mascherano y Vermaelen, sino que habitó la teórica plaza de central izquierdo dejando al belga en el centro. De los tres hombres que componían el cierre, Thomas era el mejor iniciador, de modo que la disposición de las piezas pretendía potenciarlo al tiempo que con el añadido de Busquets, el movimiento daba a la salida superioridad numérica frente a sus defensores. Cuando, tras mover de lado a lado a Aduriz y Eraso, el balón llegaba a pies de Mascherano abierto a banda derecha, el argentino encontraba carril para progresar con el cuero. Por delante, la línea de cuatro del Athletic se emparejaba hombre a hombre con los laterales y los interiores azulgranas, pero la incursión del Jefecito reclamaba la atención de Sabin Merino dejando a Sergi Roberto solo para ganar metros a su espalda, recibir y provocar el desajuste defensivo: o llegaba solo o obligaba a un defensa vasco a desatender su marca.
También Andrés Iniesta contribuyó a mejorar la salida con un movimiento lleno de sentido e intención que repitió varias veces para que no se pasara por alto. Se acercaba al central para recibir la pelota, con el aliento de su par en el cogote pero la tranquilidad de quien no sabe perder el balón, y con un rival a cuestas, se aproximaba a uno de los dos defensores de la primera línea bilbaína hasta que este picaba, se iba hacia él y dejaba libre al central. Si Busquets fue la superioridad desde la suma, Andrés lo fue desde la resta. Mientras uno sumaba a un culé, el otro restaba a un rojiblanco. Desde la superioridad en la salida el juego del Barça ganó metros, comodidad y abrió el partido. Menguado para elaborar en posicional, se hizo fuerte en ese descontrol con el que tan fuerte golpea, e hizo pasar a Vermaelen por Piqué como guardia de defensa. El ex del Arsenal se hizo grande ante un rival con aroma a Premier, peleó y ganó la batalla aérea con Aduriz, cortó por abajo, protegió el área cuando más achucharon los leones y formó con Mascherano una pareja bien avenida. Corriendo y protegido, la ventaja azulgrana tomó forma de o-1 en una de las primeras veces en que esta temporada, en partido oficial, el equipo es capaz de activar el pase diagonal desde la derecha para la entrada al espacio de un hombre desde la izquierda. Sin Neymar bueno fue Jordi Alba.
Si en el ecuador del primer tiempo la lesión de Dani Alves había dado paso a un nuevo partido, en el ecuador del segundo, un nuevo percance en este caso de Sergio Busquets, anunció el tercer acto. Sin el 5, las variaciones en el inicio de la jugada que habían provocado el cambio se perdieron, y para colmo encontraron en el pivote a Mascherano, un futbolista que tiende a restar agilidad a esta fase del juego. Como resultado, el factor Sergi Roberto se fue difuminando progresivamente, y con Messi en el carril central y sin el muro de contención que tras pérdida suelen levantar, juntos, los dos lesionados de la tarde, la transición local se empezó a imponer a la visitante. Llegaron los centros desde el costado y las imprudentes anticipaciones de Marc Bartra, pero a lomos de Vaermaelen el Barça logró sobrevivir y llevarse los tres puntos de un encuentro dividido en idéntico número de fases. En buena parte, se pudieron explicar a través de Sergi Roberto.

