
Sus dos grandes armas fueron la paciencia y la flexibilidad. En cuanto a lo primero, valga como reveladora estadística la cifra de los centros que intentaron los laterales. En las refriegas de la campaña anterior, esta fue una acción tan repetida como poco productiva. El Málaga cerraba los pasillos interiores, concedía las alas y una vez el balón estaba fuera no dejaba que el balón pudiera entrar en el carril central. En estas, o el cuero regresaba a pies de los centrales para volver a comenzar la secuencia, o algún azulgrana, desde la cal, probaba a meter un centro al área que por norma despejaba la zaga. Jordi Alba, Douglas y Adriano en el partido de la primera vuelta pusieron hasta 16, y en la segunda vuelta, con Dani Alves donde los otros dos brasileños, la cifra aumentó hasta los 19. En amos casos fue la banda izquierda la más impaciente. El sábado, sin embargo, apenas 7 fueron los centros que Sergi Roberto y Jordi Alba hicieron volar desde la banda, y eso que la salida con Busquets entre centrales y posterior acercamiento a banda tanto de Mascherano como de Vermaelen, les permitía proyectarse por el costado hasta zonas muy adelantadas. A cambio, en esta ocasión, si se encontraban bajada la barrera del Málaga, tocaban pacientes con el interior y el extremo de su sector hasta encontrar la rendija. Esta vez, el circuito que llevaba el esférico de dentro a fuera y de fuera a dentro de nuevo, estaba abierto.
Ésta apareció bastante más a menudo de lo que habría deseado Javi Gracia, no solo por la templanza de los jugadores del Barça con balón, sino porque la atención que el Málaga le dedicó al pase diagonal de Messi, tendió a separarle las líneas. Cuando Leo recibía escorado a la derecha, se ponía en marcha la defensa, aunque en esta ocasión algún paso por detrás de lo visto hace unos meses. Centrales y mediocentros se alejaban, y mientras la mitad de los boquerones estaban pendientes del pie de Messi y la otra mitad de la carrera de Neymar, Luis Suárez e Iniesta aprovecharon para hacerse ver en tres cuartos. El manchego, que suele ser un futbolista de puesta a punto lenta, ha empezado bien la temporada y, como el uruguayo, apareció entre las líneas del Málaga como nuevo destino de los envíos del argentino, para desequilibrar y desajustar a partes iguales. El 9, por su parte, además de su habitual juego de espaldas en el apoyo, trabajó sobre un pico derecho del área que cuando Messi mediocampea ya es suyo, sacando de sitio a Weligton, el jefe de la zaga malagueña siempre que está. Leo, con el balón en los pies, por lo tanto, tenía opciones alternativas a las recurrentes de Neymar o Alba entrando al espacio desde la izquierda, y las activó. El Barça cambió la ruta que figuraba en el GPS de su adversario.
Los pases de Busquets contra el Málaga. El mediocentro insistió más que otras veces en los cambios de orientación. (vía squawka.com)
Por último, apuntar la contribución de Busquets para que esto fuera así. El canterano, como se ha apuntado, iniciaba juego entre los centrales, algo que como es habitual tuvo más relevancia táctica que técnica pues no es la salida lavolpiana una que haga resaltar especialmente sus características. Pero posteriormente, con la pelota instalada en la mitad contraria, fue importante moviendo de lado a lado el balón para mover consigo a la defensa del Málaga y que de este modo, con tanto vaivén, terminaran apareciendo los agujeros que permitían al balón volver al corazón del ataque. No es el cambio de orientación el gesto técnico más recurrente en la paleta del 5 del Barça, pero en esta ocasión resultó un añadido de valor al partido de su equipo.

