
Aún así, las soluciones que planeó Luis Enrique para el centro del campo se centraron en la figura de sus dos brasileños. Alves, en teoría lateral como acostumbra, con la pelota rodando resultó ser el mediocampista con más presencia de los catalanes, con muchas apariciones por dentro y conjugando a su alrededor la mayor parte de las combinaciones en corto que nacían en la base de la jugada. Su socio en esta ocasión no vino desde el extremo, donde Munir permanecía más abierto que otras veces justamente para generarle el espacio necesario al nuevo 6, sino desde Sergi Roberto, que descargado de la primera responsabilidad estuvo acertado en la réplica. Tras la lesión del canterano la sociedad se resintió, ya que Rakitic le discutió algo más el privilegio a Alves y el croata, pese a los dos goles, no atraviesa su momento más feliz en cuanto al juego. La salida del campo de Roberto y la consecuente pérdida de influencia de Dani Alves, pero, no hicieron más que redoblar la presencia de Neymar en la mediapunta, desde donde el 11 del Barça ejerció atinadamente su nuevo papel de líder. Con Busquets como apoyo para la pared, el brasileño capitaneó un ataque seductor, que durante muchos momentos no encontró quien se atreviera con el beso pero que le aseguraba a los visitantes el control absoluto de la situación.
Para atesorarlo, Luis Enrique entendió que le salía a cuenta renunciar al Neymar más delantero y a un Munir que sujeto en banda debía darle al brasileño la opción de pase diagonal que tan bien coordina él mismo cuando, con los roles cambiados, es Messi quien hace las veces de lanzador. También, como si fuera Jordi Alba, se postuló para ello Dani Alves cuando su importancia en la zona media se vio afectada, pero fue Rakitic quien desde la corona y entrando desde segunda línea se comió el caramelo devolviéndole al marcador lo que le había quitado al juego. Abierta la lata de un Bate que hasta entonces había puesto esmero en mandar el ataque culé a los costados consciente que el desequilibrio lo estaban dando Alves y Neymar, el cuadro de Yermakovich se abrió en busca del empate y le permitió al Barça, y en particular a Neymar, encarar un escenario de partido más parecido al que hace unos días disputó ante Paco Jémez. Llegaron algo más los bielorrusos, concesión de la que no habían podido disfrutar previamente porque Bartra y Piqué siempre le ganaban la partida al islote Signevich antes de que algún compañero llegara a rescatarlo, pero no peligró el dominio de un cuadro azulgrana que dejó más de lo que en esta ocasión se esperaba.

