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El primer Barça de Neymar

Neymar_SevillaFue importante el martes para explicar la reacción ante el Bayer Leverkusen pese a no estar demasiado acertado, y el sábado, que lo estuvo bastante más, fue el buque insignia en ausencia de Leo Messi. Desde que acabara el partido contra los alemanes, Neymar no soltó el estandarte y saltó con él en la mano al Sánchez-Pizjuán para medirse al Sevilla de Unai. A ratos centrado por detrás de Suárez y Munir, a ratos abierto a banda izquierda para mantener la estructura del 4-3-3 más habitual, desde el pitido inicial hasta la conclusión del encuentro fue el azulgrana de referencia. Lo fue, por ejemplo, en un primer tiempo que tanto él como Emery contribuyeron a abrir y romper. El Sevilla llegaba al partido tras sentirse impotente ante la Juventus, vulnerable cerca de su área y sin opciones de salir, de modo que el técnico de Fuenterrabía optó por abrazar la imprudencia e intercambiar golpes con los de Luis Enrique, que pese a no golpear con Messi siguen haciéndolo con Suárez, Neymar y compañía. En escenarios como este, el gol puede caer de cualquiera de los dos lados y a eso se encomendó Unai, aunque lo cierto es que a lo largo de los primeros 45 minutos lo rondó más claramente el Barça.

Neymar, convertido en el nuevo origen, solucionaba atrás, conducía, aceleraba, juntaba y descargaba, con un punto extra en verticalidad respecto a Messi que posiblemente encontrara al resto con el paso cambiado y así explicara el desacierto rematador de su equipo. Al fin y al cabo, siendo ambos atacantes, el ramalazo de centrocampista que posee Leo no lo tiene Neymar. Por su parte el Sevilla, muy presionado en el inicio de la jugada por un Barça que empujaba a muchos hombres hacia arriba y que en esta ocasión presentaba a Busquets como interior para apretar sobre el balón desde una posición más avanzada, tenía como claro objetivo en salida la espalda de Alba y Sergi Roberto. Ambos laterales jugaron arriba y de forma exterior para abrirle espacios al ataque del Barça, y Gameiro aprovechó su retaguardia para desplazar tanto a Piqué como a Mathieu hasta la cal, probablemente con la esperanza de que la acción continuara con un centro a la entrada de Iborra. Esta concatenación, sin embargo, no fue todo lo recurrente que habría deseado la pizarra de Unai, en parte por la corrección de Mascherano en el área, en parte por el dominio del restituido Claudio Bravo sobre su zona.

No impidió esto que el Sevilla se adelantara por partida doble en el marcador y con ello Luis Enrique se viera forzado a mover pieza desde el banquillo. Con la entrada de Sandro por Muir, pero sobre todo con la de Alves por Mathieu que agitaba el árbol, el conjunto catalán amenazó con la remontada y la merodeó de la mano de una solvente puesta en escena en la que su referente interino y el equipo se acompasaron. Volvió a emerger Neymar para comandar la ofensiva, ahora con Busquets de regreso al mediocentro y Sergi Roberto sumando minutos de valor en mediocampo, añadiéndose también un Jordi Alba más protagonista. El Barça fue más lúcido hasta el final del choque de lo que había sido durante la primera mitad, saliéndole más y mejores cosas y dejando la sensación que Neymar como líder había entendido cada particularidad de su equipo y éste, a su vez, las diferencias inevitables entre ser espoleado por Messi y serlo por Neymar. El juego fue rápido y más vertical, porque así es cuando lo origina el brasileño, y porque sin Leo ni Iniesta los azulgranas iban a tener complicado abrir espacios en posicional, asentados en las inmediaciones del área frente a una defensa organizada.

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