
Más allá de que el sábado el carril derecho del Barça estuviera poco ocupado pues igual que Leo, Rakitic y Alves tampoco tenían como función estirarlo hacia el córner, sin embargo, de inicio esta situación no supuso un perjuicio grave ya que el objetivo localizado a la hora de llevar peligro sobre la portería de Jaume Domènech se encontraba en la orilla contraria. Allí, debido a las bajas, Voro se había visto obligado a reubicar a un central como Rubén Vezo, y el Barça supo sacar partido a su desconocimiento de la posición para empezar a desgarrar el encuentro. El Valencia había saltado al campo con una intención parecida a la que tuvo la Roma en el Camp Nou, esto es, ceder la iniciativa y la salida, emparejar al punta con Sergio Busquets y combinar todo esto con una línea defensiva sensiblemente adelantada que se apretara contra el mediocampo. Éste, formado por Parejo, Enzo Pérez y Danilo Barbosa, situaba como hombres más adelantados a los dos más aptos para apretar sobre los interiores del Barça, dejando al español como cierre y posterior lanzador del primer pase. La posición de Parejo asumía el riesgo del trabajo de espaldas entre líneas de Suárez, pero la cercanía entre las dos líneas valencianistas y la defensa de Abdenour sobre los apoyos del uruguayo, lograron minimizar los daños.
No sucedía así en banda izquierda, en un duelo entre Vezo y Neymar en el que el Barça supo ensañarse. La manifiesta ventaja del brasileño sobre su defensor en el uno contra uno era potenciada por la lejanía de Iniesta y Jordi Alba, que entendieron que aproximarse al 11 era acercarle también una ayuda a Vezo y guardaron la distancia. Juntos y por separado tuvieron a Danilo y Santi Mina lo suficientemente alejados del lateral, y cuando alguno de los dos, aún así, decidía auxiliar a Vezo, tanto Andrés como Jordi supieron castigarlo con peligro. El primero con el pase, la profundidad y la conducción, desde esta nueva versión más comandante, y el segundo exhibiendo una tranquilidad con balón que también compareció cuando no lo tuvo y de la que habrá que hablar más pronto que tarde. Generada la situación, Ney arrolló a Vezo. El portugués siempre estuvo muy cerca del brasileño pero no impidió que recibiera, y debido a la desigualdad de velocidad y agilidad entre ambos, a continuación el azulgrana no tenía muchos problemas para zafarse en el regate o al espacio e inaugurar la fase final de la jugada.
Fruto de este dispar duelo, el Valencia terminó bajando la altura de sus líneas para que la labor de Iniesta y Alba alejando ayudas resultara menos efectivas, a lo que el Barça respondió centrando la posición de Neymar y pasando a atacar la zona que antes cultivaba el paulista con sus otros dos compañeros de carril y las caídas a banda de Luis Suárez. En ambas coyunturas el gol rondó el arco de Domènech y, pese al titánico trabajo de Paco Alcácer contra el triángulo defensivo del Barça, al Valencia le resultaba difícil salir sin exponerse en demasía. El punta de los locales fue quien, desde una inferioridad de partida total, regaló tiempo a los suyos para incorporar hombres al ataque desde la segunda línea, ya fuera Mina por la derecha o Gayà y Enzo por la izquierda aprovechando las diagonales de De Paul hacia dentro, pero cada intento de agresión ché era respondido con un contraataque feroz del Barça como el que, después de varias oportunidades claras, abrió el marcador.
Tras el tanto de Suárez, Luis Enrique puso en práctica la maniobra que tan buen resultado le dio la temporada pasada en las plazas más difíciles para cerrar los partidos con marcador a favor. Entonces con la entrada de Xavi y el sábado sin alterar el once, por delante en el luminoso el conjunto catalán optó por esconder la pelota al contrario, sin intención de agredir ni tampoco de exponerse por ello. Sin embargo, bien porque sin el de Terrassa la medida resulta menos convincente, por el estado actual de Messi o porque este Barça es ya demasiado de sus delanteros como para volver atrás, lo cierto es que el plan tuvo una fuga: Neymar -el más joven de los once- seguía atacando y, por lo tanto, arriesgando. El ejercicio de conservación de la pelota se exponía a morir cuando llegaba a la zona del brasileño, que insistía en esa puerta abierta que le ofrecía su rival en frente. Todos los compañeros se enfocaban en mantener un 0-1 del que el brasileño había sido una de las principales causas, mientras él perseguía el 0-2 siendo quien menos cerraba, a su vez, la opción del empate. Teniendo en cuenta el momento en el que se encontraba el partido, una medida alto arriesgada para solventar el desajuste habría sido sacar el del campo a quien más había hecho por que el Barça estuviera por delante, o, con un punto más de prudencia, tratar de mandarle el mensaje con otro tipo de cambio.
La entrada de un central en lugar de Rakitic, o de Adriano en mediocampo también por el croata -que además habría supuesto juntar a Iniesta con Alves y Messi en la derecha formando un triángulo de control- fácilmente habrían sido leídas como un llamamiento a la cautela. De haber llegado a Ney el anuncio, mediante el refuerzo de la idea probablemente se habría compensado la bajada de nivel individual, pues pese a todo el Barça se estaba mostrando notablemente superior a su rival. Precisamente por esta superioridad, seguramente, Luis Enrique entendió que podía seguir sin tocar el equipo pues, quitando alguna avería, su equipo se seguía imponiendo y el rival, que ahora salía más, encontraba pocas opciones claras para llevar peligro sobre la meta de Claudio Bravo. En una de esas, que en realidad no lo era pero Alcácer se encargó de aclarar, lograron los valencianistas el empate como premio a las actuaciones individuales de varios de sus hombres. Buen resultado para los de Luis Enrique en una plaza siempre difícil que, viendo como fue el encuentro, supo a muy poco. Lo cual no deja de ser una gran noticia.
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