
La ida de los octavos de Copa del Rey fue otra historia. El Valencia de Neville la jugó con Javi Fuego, Parejo y Enzo Pérez en la media, Negredo en los apoyos desde la punta y unos Rodrigo y Santi Mina que partiendo de la banda podían lanzar la diagonal hacia dentro. Un escenario que en cuanto a presencia en el carril central y comportamiento en banda tiene más paralelismos con el que puede encontrarse en su visita al Camp Nou. Y es que, como se apunta, la modificación de Sandoval por un lado ha extraído a una de las piezas interiores del mediocampo, es decir, la que mañana pueden habitar Iniesta, Busquets, Rakitic, Arda, Suárez, Neymar o Leo Messi, y por el otro provoca que cada uno de los costados sea defendido por un solo hombre. En el Barça quienes los atacan son, como mínimo, dos, el lateral y el extremo, y además ninguno de los dos tiene como objetivo un centro al área en el que sí podría sentirse más seguro el Granada gracias a la incorporación en el esquema de ese tercer central. Hace unas semanas vimos a un Deportivo de la Coruña replegando sin atender demasiado a Alves y a Jordi Alba, y aunque este punto en particular les saliera bien a los gallegos, será difícil que ante un escenario repetido los laterales culés no interpreten mejor que entonces su regalada libertad.
Si así sucede, el conflicto para la línea de cinco granadina será evidente. Solos, Dani y Jordi estarán en disposición de sumar, y si la respuesta es vigilarlos, sin más opciones en banda que los carrileros, el cuadro andaluz se expondría a permitir a su espalda un duelo en igualdad numérica de los integrantes de la MSN contra los tres centrales visitantes, que ni por planteamiento general ni por acierto individual parece muy halagüeño para los intereses de estos últimos. Lo que sí ha hecho posible el reciente 5-2-1-2 de Sandoval, sin embargo, es juntar arriba a la interesantísima pareja que conforman Isaac Success y Adalberto Peñaranda. Se trata de dos delanteros autosuficientes y especialmente preparados para castigar a la contra, de los que un equipo necesita si espera sacar algo positivo de su visita al interminable Camp Nou. Aguantan el balón, estiran y van al espacio, suman desequilibrio, juego de espaldas y, aunque la sintonía entre ambos todavía esté lejos de ser perfecta, poseen argumentos técnicos más que suficientes para construir alguna relación con la pelota que dañe a unos centrales azulgranas igualados en número. Roger Schmidt y Víctor Sánchez del Amo ya quisieron lastimar al Barça jugándole con dos delanteros.
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