Mascherano ha ganado dos Champions y tres Ligas jugando como central en el Barça. Sin serlo, porque el hábitat natural del argentino se encuentra en mediocampo, donde además es uno de los mejores del mundo. Sin embargo esa es una línea en la que, por competencia y ecosistema, es complicado que pueda actuar regularmente vestido de azulgrana. Sucede que además de centrocampista, El Jefecito es también un futbolista de enorme calidad, de los que, como atestiguó el último Mundial, no hay tantos. Y la calidad siempre compensa. Si sólo nos dejaran incorporar al once de nuestro hipotético equipo a un futbolista en la demarcación de delantero centro, ¿a quién elegiríamos entre Andrés Iniesta y, pongamos por caso, Rubén Castro? ¿Con cuál de los dos estaríamos más cerca de la victoria? Mascherano ha ganado dos Champions y tres Ligas jugando como central en el Barça, con algunas desventajas por no ser su puesto y numerosas ventajas por su dimensión como jugador. Por eso ninguno de los centrales de pura cepa que han pretendido discutirle el sitio lo ha dejado en la cuneta, porque para hacerlo no sirve sólo con ser más central que él -lo cual es bastante factible- sino que, además, se precisa igualarlo en estrella.
Pero las estrellas, por regla general, ni se venden ni se regalan, de modo que hasta la fecha el Barça no ha podido hincarle el diente a ninguno de aquellos pocos centrales capaces de entrar en el equipo sin que, al peso, el talento futbolístico del once azulgrana menguara. Y debe reconocerse que a los culés, así, mal no les ha ido. Más allá de si los nombres que vayan a barajarse este verano puedan o no cumplir desde el día uno con ese cometido, en el próximo mercado entrará en juego una nueva variante: la necesidad de incorporar juventud, contrastada a la edad de la actual batería de centrales de la plantilla. La pareja titular está alrededor de la treintena -Piqué 29 y Mascherano 31-, el tercer central -Mathieu- cumplió los 32 en octubre, Vermaelen los 30 en noviembre y cierra la nómina Marc Bartra ya con 25 años y un rendimiento muy lejano al que debería abrirle la puerta como opción al once. El canterano, a quien por su potencial se vio en su día como la opción de futuro que se pretende, parece haber frenado su evolución, manteniendo vicios futbolísticos muy perjudiciales y sin que sus actuaciones den apariencia de realidad a lo sospechado. Tanto él como Vermaelen, se intuye, tienen muchas opciones de abandonar el barco si durante el verano se incorpora un nuevo central a la plantilla con aspiraciones a entrar en el once y con un Mathieu, que habiendo cumplido como tercer central las dos últimas temporadas, ejercería de colchón de seguridad por si algo fallara siendo el cuarto a partir de ahora.
Vivimos una época con escasez de grandes centrales. Mascherano juega como tal en el actual campeón de Europa y ya hemos comentado que seguramente no hay tantos que le quitarían el sitio. Si acaso un reducido grupo de inaccesibles. Debido a esto, es raro el gran club que no ande a la caza de los jóvenes más prometedores en la posición. El tiempo dirá si su nivel y talento es equiparable al de las referencias de la actualidad o a las de épocas anteriores, pero en todo caso habrá los que habrá y por lógica algunos serán mejores que otros. Esos son a los que todo el mundo está buscando, a los cinco, ocho, diez centrales que dentro de cuatro o cinco años serán considerados los dueños de la demarcación. United, Bayern de Múnich, Chelsea o Manchester City muy probablemente vayan a compartir objetivos, y del resto nadie le va a hacer ascos a la acumulación en una posición tan solicitada. Nombres que no figurarán entre nuestros candidatos principales como el valencianista Mustafi, u otros de promesas como Meré, Pavard, Nukan o Andreas Christensen, cuyo desembarco en un gran club que los controle no debería resultar tan inmediato, debido a los condicionantes de un mercado ferozmente competido pueden sobrevolarlo.
Artículos relacionados:

