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El Barça B y su prototipo

Catalonia's coach Gerard Lopez looks on during the friendly football match Catalonia national team vs Cape Verde national team at Lluis Companys Olympic stadium in Barcelona on December 30, 2013. AFP PHOTO / JOSEP LAGO (Photo credit should read JOSEP LAGO/AFP/Getty Images)

Foto: Josep Lago /AFP/Getty Images

El pasado fin de semana, el Barça B jugó su último partido de la temporada en el Miniestadi. Instalado en media tabla, sin opciones de playoff ni peligro de descenso, ya no se jugaba nada. El año del retorno del filial a la Segunda B, con esta tranquilidad final que alivia si se lanza la mirada hacia abajo y amarga si se mira a los primeros puestos de la clasificación, ha venido marcada indefectiblemente tanto por el estreno en la nueva categoría como por la sanción que hasta el mes de enero no permitió al equipo contar con caras nuevas. Fueron éstas dos cuestiones que afectaron directamente a la competitividad del equipo, muy comprometida a finales de año, y que de paso sirvieron para arrojar luz sobre la forma en cómo se pretende lograrla de un tiempo a esta parte. La mezcla entre jóvenes de los que se espera mucho y acompañantes más veteranos que los tutelen, viene siendo la fórmula asumida desde hace ya bastantes años.

Casi como si de cesiones dentro del propio club se tratara. Como si la elección de sus responsables en el banquillo, más avalados por su futuro como técnicos que por su bagaje previo puliendo talentos, demandara normalizar el siempre particular carácter de un filial. Asemejarlo a equipos más normales para ganar como hacen ellos. A nivel de plantilla, la única excepción en las últimas temporadas a este planteamiento seguramente fue la anterior, en la que sin piezas experimentadas para acompañar la calidad de los jóvenes, finalmente el Barça B terminó perdiendo la categoría. Sin posibilidad de incorporarlos en verano, así se mantuvo el filial para comenzar el curso, con el añadido de que, tras el descenso, varias de las piezas de más potencial salieron del equipo. Principalmente en ataque, las bajas de Adama, Munir, Halilovic, Sandro o Joan Román, dejaron a los azulgranas sin pólvora, de modo que, incapaz de hallar competitividad en la juventud, caminó demasiado cerca del precipicio por el que se cae a tercera división.

Sin embargo enero llegó a tiempo, y con él dio comienzo una nueva temporada para el filial, una en que volver a poner en orden el plan y la estrategia de conjugar la competitividad de unos y el talento de otros. Se acometió una renovación casi integral de la plantilla, una redistribución de liderazgos y un incremento muy considerable en cuanto a la intimidación del ataque, que progresivamente permitió al equipo de Gerard López alejarse de la zona caliente e, incluso, llegar a soñar con el playoff de ascenso. Al final no fue así, pero posiblemente esta segunda vuelta haya servido al técnico como banco de pruebas y prototipo de lo que, dentro de unos meses, debe ser el equipo que intente regresar a la categoría de plata. Con la duda de si, entonces, el armazón lo formarán los Paik, Lee, Aleñá, Kaptoum o Mujica, y los Borja López, Cámara o Romera serán el aderezo, o si el equilibrio y las funciones se darán a la inversa.

· El seguimiento de la temporada del Barça B en EUMD

– Foto: Josep Lago /AFP/Getty Images

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