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Más líquidos que rocosos

Barcelona's Brazilian forward Neymar celebrates a goal during the UEFA Champions League football match FC Barcelona vs Celtic FC at the Camp Nou stadium in Barcelona on September 13, 2016. / AFP / LLUIS GENE (Photo credit should read LLUIS GENE/AFP/Getty Images)

No hubo sorpresa. Brendan Rodgers quiso ser Mauricio Pellegrino, pero ni el Celtic de Glasgow fue el Alavés, ni el Barça el mismo equipo que el fin de semana se midió a los vitorianos. El 1-5-4-1 formulado por el técnico inglés, con el carrilero Cristian Gamboa en el lugar del mediapunta Rogic como novedad producto de la variante en el dibujo, sólo mimetizó con el último rival culé en la forma, pues su fondo resultó muy distinto. Ni técnica, ni táctica, ni física ni mentalmente se le pareció. Tampoco un F.C.Barcelona en el que Luis Enrique devolvió la titularidad a buena parte de los integrantes del equipo de gala, con Umtiti y André Gomes como relativas sorpesas. La presencia del interior portugués, un hombre por acoplar y sin el peso en la gestión de otros como Iniesta o Denis Suárez, hacía presagiar un escenario con Leo Messi muy intervencionista atrás y en el centro, para actuar como primer interruptor. Lo cierto es que el comportamiento posicional del argentino fue de total libertad, transitando alturas y apareciendo por cualquiera de los tres carriles del ataque. Su punto de partida, eso sí, fue el habitual, y la pizarra presentó un par de mecanismos muy claros para encontrarlo. Uno por perfil dependiendo de por cuál de ellos iniciaba juego el conjunto local.

Si lo hacía por la izquierda, ausente Denis Suárez, se vio a Rakitic insistir una y otra vez en la misma diagonal sin balón con la que en las dos primeras jornadas de Liga el gallego limpió la diagonal hacia su costado. Con el balón en poder de André Gomes o Neymar, Ivan amenazaba con la entrada desde segunda línea y el remolque del croata despejaba el camino para que el esférico llegara a los pies o al pecho de un Leo Messi escorado. Por su parte, si contrariamente la salida de balón se enfocaba al perfil derecho, el Barça presentó como gran innovación un movimiento de arrastre hacia el interior de Sergi Roberto, de parentesco con los que en los últimos meses se observan en los equipos de Guardiola y que incorpora un matiz al desempeño hasta ahora principalmente exterior del canterano en su nueva posición. El lateral viajaba de la banda al centro, llevándose a su par Scott Sinclair y eliminando con ello cualquier obstaculo que pudiera encontrar Piqué para poderle servir el cuero a Messi.

Gracias a los unos y a los otros, el argentino recibió con comodidad, lo cual prácticamente siempre es sinónimo de peligro. Lo produjo desde el envío cruzado y, sobre todo, desde las aproximaciones hacia la banda izquierda. Despedido Dani Alves, da la impresión es que su nuevo veíhiculo de comunicación con el lateral va a ser más el espacio que el balón -algo que anoche se manifestó con el constante intercambio entre la banda y el carril central que mantuvo con Sergi Roberto-, y que su sociedad más estrecha a partir de la pelota puede aguardarle en la orilla contraria. Lo insinuó en la vuelta de la Supercopa cayendo más de lo habitual a la banda izquierda, y ayer de nuevo buscando hablarse a susurros con Neymar, André Gomes y Jordi Alba.

-Sergio Busquets volvió a ser el abanderado de la presión adelantada culé.-

En esta zona del campo cimentó el Barça su gran y definitiva ventaja. Al debutante Gamboa, la defensa escocesa juntó a Lustig, Touré y Bitton en franca desventaja. Menos rápidos, menos ágiles y con mucha menos cintura que unos atacantes centelleantes que supieron mover el balón a gran velocidad. Los sacaron de su zona, esquivaron sus pies y castigaron el espacio liberado antes de que que los defensores hubiesen podido cambiar de ritmo o de dirección. Contra las rocas fueron agua. No en vano, en este sector del ataque nacieron cinco de los siete goles, y otras tantas acciones de peligro que bien podrían haber tenido el mismo destino. Unida la fluidez ofensiva azulgrana a la recuperada capacidad de defender arriba, gracias a la presencia adelantada de Busquets liberado de sujeciones, el Celtic apenas encontró más soluciones que la salida directa y sin demasiado control hacia un solitario Dembélé que aún así se las arregló para incomodar a Umtiti.

Resuelto el encuentro al inicio de la reanudación, el segundo tiempo le sirvió a Luis Enrique como banco de pruebas disfrazado por la fiesta de la MSN. Primero la entrada de Iniesta en el lugar de Rakitic deparó un cuarto de hora con el capitán en posición de interior derecho, una variante que anteriormente no llegó a fructificar pero con la que ya había experimentado el asturiano; y posteriormente, el descanso que el entrenador le concedió a Sergio Busquets, nos permitió ver a André Gomes en el pivote. Aunque lógicamente extraño en una demarcación que no ha frecuentado durante las últimas temporadas, la suya es una alternativa que figura en todas las enumeraciones del técnico al respecto de los potenciales recambios del mediocentro que ofrece la plantilla. Siendo las otras tres -Sergi Roberto, Mascherano y Rakitic- piezas hoy por hoy titulares, se entendió la media hora de inversión.

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– Foto: Lluis Gene/AFP/Getty Images

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