Cuando se hizo oficial la incorporación de André Gomes al Barça, sorprendieron las voces que apuntaban al portugués como una opción de recambio para Busquets en el mediocentro. Con Samper cedido en Granada y Sergi Roberto anclado en el lateral como consecuencia de la actual situación de Aleix Vidal en el equipo, era inevitable que Luis Enrique tuviera que descubrir en su plantilla una solución poco evidente a una eventual ausencia de su pivote titular, pero poco o nada de lo mostrado por Gomes en Valencia parecían señalar al de Grijó como una pieza fácilmente adaptable a las funciones del puesto. Ni siquiera su experiencia en el Benfica, ocasionalmente en zonas más retrasadas del mediocampo pero siempre acompañado de un pivote de tintes más posicionales como Nemanja Matic o el también serbio Ljubomir Fejsa. De hecho, su periplo valencianista y consecuente explosión en el primer nivel del fútbol europeo vino caracterizado por aspectos de su juego tales como la verticalidad, la conducción o el desborde, características que podían casar muy bien con la tipología y atribuciones de los interiores a las órdenes de Luis Enrique, pero a priori poco trasladables al círculo central.
Se da la paradoja, no obstante, de que las experiencias recientes de André en el mediocampo del Barça parecen dibujar a un jugador más cómodo cuando tiene que actuar atrás, sobre todo en lo que hace referencia a la gestión del cuero. Es posible que la explicación a tan sorprendente circunstancia la diera el propio André Gomes hace apenas una semana cuando en declaraciones a Catalunya Ràdio sentenció que: «En otro equipo se pueden perder dos balones y no pasa nada. Aquí, se pierden y se nota. La confianza tengo que ir ganándola poco a poco, sobre todo, la de mis compañeros, que es la más importante. Luego ya irá llegando la soltura«. De sus palabras se desprende algo evidente como que su juego todavía no fluye, pero también la posible preocupación del jugador acerca de la conservación del cuero. Sin Iniesta, Piqué o Messi, el arranque de temporada azulgrana se ha visto castigado con cuestiones relacionadas con la pérdida, tanto en cuanto a la calidad de la misma, a su frecuencia o a la respuesta que defensivamente se le ha podido dar y, ciertamente, el juego del portugués en Barcelona viene caracterizándose por un especial cuidado a la hora de asegurar el pase.
Quien fuera un mediapunta casi con espíritu de delantero que se filtraba entre rivales para cortar líneas y proyectarse sobre el área contraria, hoy apenas toma riesgos, dudoso de las consecuencias negativas que puedan desencadenarse del error. También desde el área técnica, Robert Fernández aseguraba hace un tiempo que André «debe variar su estilo de fútbol porque viene de un equipo en el que está acostumbrado a correr y aquí debe asociarse«, ahondando en esta aparente intención de todas las partes por reinventar al portugués. Puede que sea debido a ello que, con el Barça dueño de la posesión, su momento futbolístico parezca discurrir con mayor seguridad en una zona más retrasada que le concede más espacio, más tiempo y que le demanda menos exposición con la pelota que aquella desde la que se ganó su fichaje por el vigente bicampeón de Liga. Ante Hércules, Osasuna y Gladbach, dos como mediocentro y uno como interior, su porcentaje de acierto en el pase ha superado el noventa por cierto. La duda por despejar en 2017 es si, por parte de todos, esta seguridad en la conservación es destino o punto de partida. ¿Quién y qué debe ser André Gomes?
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– Foto: David Ramos/Getty Images

