
El Neymar de 2017 en Anoeta
Sergi Roberto lo expuso tras el partido. Subrayó el lateral catalán la importancia que tenía anoche dejar la portería de Cillessen a cero, por el contexto de un encuentro de ida de eliminatoria que depararía la vuelta en el Camp Nou y por disponer el ataque azulgrana de unos delanteros que siempre garantizan la opción de marcar. Debido a ambos motivos, y por unos precedentes en Anoeta que invitaban a la precaución, el Barça cimentó su plan y su victoria más en lo que hizo sin la pelota que a lo que enseñó con ella. El escenario inicial del duelo, deparó a dos equipos con intención de presionar arriba a su adversario, compactando con ello la medular e invitando a la imprecisión y la salida vertical. Barça y Real Sociedad se definen a partir de lo que son en campo contrario, de modo que tanto la estrategia de Eusebio como la de Luis Enrique fue crearle tantas dificultades como fuera posible a su contrincante para alcanzarlo. Sólo lo consiguieron a medias. Los culés recuperaron para la ocasión el centro del campo más familiarizado con los mecanismos de salida de balón del equipo, con Rakitic e Iniesta en los interiores, pudiendo dar con ello una respuesta más ágil y una ejecución más rápida ante la presión realista. Además, halló en los servicios directos de Cillessen un camino alternativo para llevar el balón a la espalda de dicha presión, tanto sobre la posición de Neymar como sobre la de Luis Suárez o Sergi Roberto.
El esférico buscaba por alto las esquinas, los dos delanteros y el lateral saltaban con su par y gracias a la ayuda de sus colindantes peleaban el balón dividido. Con ello construyó Luis Enrique en las alas dos carriles a partir de los cuales ganar metros y escapar del acoso, apoyado en el desequilibrio ante Elustondo de un Neymar recuperado como argumento de peso, así como en el vaciado del perfil derecho para las entradas del lateral. Messi, que actuó por dentro tanto en ataque como en defensa, llevaba las atenciones realistas sobre el carril central, despejando la banda para las subidas de Sergi Roberto a modo de rendija por la que progresar. La posición del argentino tenía otra connotación si cabe más importante, y es que de forma especialmente nítida, ejerció de interior derecho del equipo en ataque cuando el cuero alcanzó la altura del mediocampo. Compuesta la medular con Leo, Busquets e Iniesta, y enfocado Rakitic a la ocupación de espacios en ataque y a las compensaciones, el Barça se aseguró, en la zona más concurrida del campo, la presencia de sus tres futbolistas menos expuestos a la pérdida de balón con tal de no concederle a los locales la opción del contraataque. Sin ella, los de Eusebio Sacristán se vieron forzados a atacar con la muralla culé organizada, bien arriba como era intención de su entrenador o cerca de Cillessen como los locales lograron que fuera en varios tramos del encuentro.
En los escenarios de repliegue, sin embargo, demostraron los azulgranas una fortaleza defendiendo en campo propio que en el equipo de Luis Enrique es superior a buena parte de sus predecesores. Formando sin balón a partir de un 1-4-4-2, ordenado en mediocampo, sacrificado en las bandas y sobrio con Piqué y Umtiti en el centro de la zaga, los barcelonistas incrementaron la exigencia del ataque posicional de una Real Sociedad que echó de menos a la mejor versión de Carlos Vela. Con molestias físicas las últimas semanas, el mexicano es el hombre del equipo que una vez instalado en campo rival posee más recursos para el desequilibrio y la ocasión de gol, y a partir de cuyos impactos en el juego se originan la mayoría de automatismos de sus compañeros en esta fase del juego. Sí pudo inquietar más el conjunto local cuando Iniesta no salió del vestuario tras el descanso, pues aunque la ausencia se sintió también en el orden del repliegue, su mayor impacto tuvo que ver con el descenso de control de la medular azulgrana y la consecuente puerta abierta a las transiciones en una y otra dirección. Pudo correr más la Real para amenazar a un Barça menos organizado, y pudieron correr más los visitantes por el sector de André Gomes y Neymar. Si en la vuelta también pueden hacerlo, ya ha avisado el brasileño de lo que es capaz.
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– Foto: David Ramos/Getty Images
Hristo 20 enero, 2017
Vengo fijándome últimamente en una situación del juego barcelonista (maldición, ahora me fijo en estas cosas…) y que terminé de corroborar en el partido de la Real Sociedad. A la hora de sacar el balón, especialmente cuando es desde el portero, la defensa y parte del medio campo se acercan al área propia, mientras que los atacantes y uno de los interiores, se alejan. No ocurre siempre pero sí lo suficiente como para que parezca algo premeditado.
Siempre había leído que algo importante en un equipo, independientemente de la altura a la que quieras jugar, es que las líneas estén juntas. Es cierto que esto se suele referir a cuando se esta defendiendo, por eso mi explicación es que el Barça lo hace precisamente para que el rival se vea obligado a estirar su equipo y dejar mucho espacio entre líneas. La delantera rival, si va a presionar, se aleja de su defensa y parte del mediocampo, que tienen que mantenerse vigilando a los bichos del Barça. Si el portero y el receptor están acertados (Ter Stegen y Luis Suarez, nada menos…) te montas un contragolpe muy fácilmente…
Morén 21 enero, 2017
Pues qué bien que ahora te fijes en estas cosas y nos las compartas 🙂
Estoy muy de acuerdo con tu conclusión.