La del cuarto delantero, fue sin duda una de las cuestiones estrella del verano barcelonista. El nombre lo decía todo. Sería el cuarto, es decir, a priori, la primera opción de recambio para cualquiera de los integrantes de la MSN, no únicamente el suplente de uno de ellos. Una solución, ésta, que le daría la opción de arañar más minutos en una delantera, por lo demás, indiscutible e inamovible. Por eso aparentemente sorprendió que el elegido como escalón intermedio entre lo que fueron Sando o Munir y lo que son Messi, Neymar y Luis Suárez, finalmente fuera el hasta entonces valencianista Paco Alcácer, un delantero centro marcado sin velocidad ni regate como para adaptarse fácilmente a una de las dos demarcaciones de banda del ataque culé. Supusimos entonces que para su condición de primer recambio se contemplaba un puntual cambio de dibujo. Un esquema alternativo que le diera a Luis Enrique una de las muchas caras que desea para su equipo, y en el que recuperando la fórmula de interiorizar la posición de los tres atacantes como hiciera durante sus primeros meses en el banquillo azulgrana, Paco pudiera ser el primer reemplazo de cada uno de ellos.
Sin embargo hasta la fecha no ha sido así. Con la única excepción de la visita al Borussia Park, donde el Barça durante 45 minutos formó según un 1-4-3-1-2 con Neymar en la mediapunta y Alcácer con Luis Suárez en punta, Paco no ha sido más que el recambio del uruguayo. Así pues, si ha faltado Neymar su alternativa más común ha sido Arda Turan, y cuando el ausente ha sido Leo Messi, su baja la ha cubierto Rafinha o puntualmente también Turan. ¿Cuál es, pues, el valor de Paco Alcácer en la plantilla culé más allá de su papel residual como suplente de un Luis Suárez tan fijo en el once como lo son Iniesta, Piqué o Sergio Busquets? Si la maleabilidad táctica de Luis Enrique sigue descartando la doble punta como una opción apetecible de inicio, probablemente la respuesta tenga que ver con la opción de cambio desde el banquillo. Lo buscó a falta de ocho minutos para la conclusión en Balaídos en sustitución de Jordi Alba, y de nuevo hace una semana en San Mamés cuando, en esta ocasión a falta de tres minutos y aprovechando la doble expulsión de Iturraspe y Raúl García, pretendió hallar en la entrada de Alcácer por Umtiti una segunda presencia rematadora en el área rojiblanca.
Pese a su desangelada primera mitad de temporada, Paco es un delantero con olfato en los últimos metros y que tiene la habilidad de no cerrar puertas en el área para sus compañeros de ataque, algo que lo convierte en un recurso especialmente interesante en contextos de remontada. Esos que de no coronarse con éxito son sinónimo de pinchazo o incluso de eliminación. Por eso seguramente sorprendió que con un cambio todavía por agotar y necesitando un gol para aferrarse a la Liga, Luis Enrique no echara mano del de Torrent el pasado fin de semana en el Madrigal. Y por eso volvería a hacerlo esta noche si el Barça llega a los minutos finales sin haber sido capaz de darle la vuelta al resultado desfavorable del partido de ida. Porque, más allá de la idoneidad del futbolista, atendiendo a cómo se ha utilizado su recurso hasta ahora, cabe plantearse si no es precisamente éste el valor principal que en su momento motivó su incorporación. Un valor ingrato en el día a día y a la espera de apenas unos pocos momentos a lo largo de la temporada. Aquellos en los que el equipo bordee la derrota o la eliminación, y Alcácer, a modo de rematador de emergencia, sea capaz o no de evitar tal suerte. La espada de Damocles suspendida a expensas de un instante… como el que puede terminar necesitando esta noche el Camp Nou.
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– Foto: David Ramos/Getty Images

