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Deulofeu en su justa medida

BARCELONA, SPAIN - AUGUST 07: Lionel Messi of FC Barcelona celebrates with his teammate Gerard Deulofeu (R) after scoring his team's third goal during the Joan Gamper Trophy match between FC Barcelona and Chapecoense at Camp Nou stadium on August 7, 2017 in Barcelona, Spain. (Photo by Alex Caparros/Getty Images)

BARCELONA, SPAIN - AUGUST 07: Lionel Messi of FC Barcelona celebrates with his teammate Gerard Deulofeu (R) after scoring his team's third goal during the Joan Gamper Trophy match between FC Barcelona and Chapecoense at Camp Nou stadium on August 7, 2017 in Barcelona, Spain. (Photo by Alex Caparros/Getty Images)

A la hora de señalar las claves del último título de Liga levantado por el Madrid de Zinedine Zidane, casi más importante que mirar al equipo titular de los blancos, fue girar la vista hacia lo que representó su banquillo. La propuesta del técnico madridista, tan decidida como abrumadoramente eficaz, consistió en dotar del protagonismo necesario a cada una de las piezas de un plantel sin parangón, con tal de tener a cada uno de los futbolistas de enorme nivel que lo integraron, presto para contribuir a las victorias. En el campeón de Liga 2016-17, todo el mundo sumó, por limitado que a priori pareciera su acceso al primer plano. Con James Rodríguez, Morata, Isco, Lucas Vázquez, Kovacic, Nacho, Pepe o Marco Asensio, Zidane encontró en su banquillo una cantidad de soluciones con apariencia de infinito, a partir de las que actuar sobre cualquier situación que demandaran tanto la competición como los propios partidos. Siempre tuvo con qué responder a cada pregunta confrontada.

En claro contraste, frente a él, su principal rival en la pelea por el título, el Fútbol Club Barcelona, pese a un verano en el que con Denis Suárez, Umtiti, Digne, André Gomes, Cillessen y Paco Alcácer parecía querer reforzar la segunda unidad, se encontró sin más recursos útiles fuera del once de gala que algunos tramos muy puntuales de Turan, Rafinha o Alcácer, y la buena noticia de un Umtiti finalmente convertido en titular. Más allá de esto, que tanto cuantitativa como cualitativamente fue muy poco, Luis Enrique no tuvo de quien echar mano, ni para oxigenar al equipo ni para cambiarle la cara a un partido de gesto antipático. Ya fuera porque tácticamente al cuadro azulgrana le faltaran soportes -caminos fáciles- que simplificaran la entrada a los nuevos, porque la pizarra no supiera aprovecharlos o porque entre los atributos de éstos no estaba la capacidad para revolucionar el juego, al Barça su lista de soluciones se le quedó muy corta. Exigua. Insuficiente.

“En los equipos tiene que haber un equilibrio entre el juego interior y el juego al espacio. Hay momentos en los que hay que romper las líneas del rival. Tenemos nuestros laterales que son profundos, pero necesitamos también de jugadores que pueden moverse de esa manera. Gerard lo tiene”. Ernesto Valverde

 

El de Gerard Deulofeu es un regreso que sobre el papel debe ayudar a rebajar este déficit. Cumple con un rol en la plantilla que él mismo dejó vacante y que desde su segunda partida el club no ha cubierto. Por características, el canterano lo tiene todo para ser un perfecto revulsivo. En primer lugar, por puras condiciones individuales, pues Gerard es un futbolista capaz de agitar desde el cambio de ritmo y la insistencia en el desborde. Es, por definición, un regateador nato. Con todo lo que ello implica. Por un lado, la amenaza de superar a un par y con ello obligar al reajuste del sistema defensivo rival. Pocos equipos como el Barça, con Neymar y Messi a la cabeza, han recurrido más a ello en los últimos años como atajo para llegar donde su fútbol de ataque posicional no les permitía. Por otro lado, sin embargo, el regate no se esconde. Quien lo practica y fía buena parte de su aportación al mismo se expone al riesgo más que otro tipo de futbolista. El dribbling no tiene un equivalente a un pase seguro, sin suma pero sin resta. Encarar es un todo o nada. Un ponerlo todo en un mismo lado de la balanza en el que ganar significa herir de gravedad al parapeto del contrario y perder comprometer seriamente el control del esférico. Salvo excepción, es tan necesario como temerario. Una suerte de la que deben medirse muy bien los peligros. Por eso ningún regateador se ha escapado jamás a la desnudez de un proceso de maduración futbolístico que mientras llega es cruel exponiendo las infracciones. Cada error es un pecado.

Desde un punto de vista más táctico, tratándose de un futbolista de banda y con tendencia a la verticalidad tanto si se trata de enfilar el camino al área como de buscar línea de fondo, el de Riudarenas suma a la paleta de Valverde un recurso exterior del que Luis Enrique no dispuso. Un futbolista que, de forma natural y sin reñir con su fútbol, pueda estirar al rival hacia el banderín de córner, que se sienta cómodo al filo de la línea de cal y a quien no amargue avanzar por fuera. Una solución para reemplazar pero también para compartir once con otros tres atacantes, habilitando la opción del 1-4-2-4-1 o del 1-4-4-2 gracias a su habilidad para desenvolverse en los dos costados.

Aunque el retrato robot futbolístico de Deulofeu hable de un jugador muy indicado para desempeñar un rol como el hasta ahora descrito, su hoja de servicios, no obstante, esconde un reto para el futbolista que, fácilmente, puede terminar siéndolo también para el club. Gerard siempre ha sido estrella. Los tramos de mejor fútbol de su carrera han venido de la mano de aquellos momentos en que, sobre el césped, sus equipos le han dado rango de actor principal. Lo fue en el Barça B y en el Milan de Montella, y no lo fue ni en Sevilla ni durante sus años en el Everton. Ni lo será, al menos de entrada, en el Barça, ya sea por partir desde el banquillo o por tener que compartir once con futbolistas como Leo Messi, Luis Suárez o Andrés Iniesta.

– Vídeo: Editora Grande Área

Para ellos, no obstante, un Gerard Deulofeu bien orientado puede resultar de gran utilidad. Las últimas temporadas, con Neymar Jr. partiendo del extremo izquierdo, el ataque azulgrana ha convivido con el conflicto de que ninguno de sus delanteros de banda en realidad lo fueran ni pretendieran disimularlo. Sobre todo Leo Messi desde la derecha, pero también el brasileño en la orilla contraria, no podían ser extremos a los que pedirles sujetarse en banda incluso a riesgo de pasarse mucho tiempo sin que les llegara el balón, ni que entendieran que eso era más beneficioso para el colectivo que una aproximación a la mediapunta para recibirlo. No era su caso. La propuesta colectiva no abrazaba un modelo de ataque que les demandara sumar desde la posición, sus improvisaciones eran la principal fuente de respuestas para la ofensiva barcelonista y además el sacrificio de reducirlos seguro que no compensaba. Perdido Neymar, sin embargo, y pese al golpe que a numerosos niveles supone su partida, es posible que normalizando ciertas pautas de juego de su extremo izquierdo el Barça pueda construir un entramado táctico que proporcione mayor fluidez a determinadas respuestas.

Deulofeu, que se ha criado futbolísticamente al calor del juego de posición, es, por este motivo, un extremo con más papeletas que otros para llegar a entender el valor de esperar a que el balón le llegue. Un punta izquierdo con dos momentos de juego diferenciados. Uno inicial en el que mantenerse abierto en banda para favorecer que la jugada avance, y un segundo, ya con el ataque asentado en los metros finales, donde poder acudir libremente a zonas más centradas. Tanto para la salida desde atrás, como para activar el cambio de orientación o para ensanchar el espacio a disposición de Andrés Iniesta en el interior izquierdo, un Deulofeu capaz de prolongar momentos próximos a la cal en fases tempranas, brindará al equipo la oportunidad de encomendarse a soluciones de menor desgaste para ser amplio y profundo. Del mismo modo, relacionado también con los espacios que otorgar a sus compañeros, la verticalidad y aceleración en carrera del jugador es un atributo donde Valverde puede encontrar tanto la posibilidad de separar al rival como de castigar la atracción que puedan generar las piezas más determinantes del once azulgrana. Gerard Deulofeu tiene ante sí el reto de equilibrar el futbolista que siempre ha sido con el que quizá deba ser ahora mismo. Y de hacerlo sin perder a ninguno de los dos por el camino.

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– Fotos: Alex Caparros/Getty Images

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