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Busquets para el Txingurri

Barcelona's midfielder Sergio Busquets (L) vies with Malaga's midfielder Pablo Fornals (R) during the Spanish league football match between FC Barcelona and Malaga CF at the Camp Nou stadium in Barcelona, on November 19, 2016. / AFP / LLUIS GENE (Photo credit should read LLUIS GENE/AFP/Getty Images)

Barcelona's midfielder Sergio Busquets (L) vies with Malaga's midfielder Pablo Fornals (R) during the Spanish league football match between FC Barcelona and Malaga CF at the Camp Nou stadium in Barcelona, on November 19, 2016. / AFP / LLUIS GENE (Photo credit should read LLUIS GENE/AFP/Getty Images)

Sergio Busquets es un potenciador. Un futbolista extremo en el estilo que goza de un talento como pocos para exprimir las posibilidades de un determinado modelo de juego. Para llevarlo a límites elevadísimos de mejora. A unos difícilmente alcanzables sin él. Si se le permite el contexto adecuado, Sergio lo acompañará muy cerca de la aspiración más alta. En eso es puntual como un reloj, y transparente como un azul marino. La regularidad de su juego discurre en paralelo al tipo de actuación que le permita aquello cuanto le rodea. Como mediocentro acelerador requiere que alguien le proponga el ritmo al que aumentarle las revoluciones, como pasador de continuidad, a quien seguirle el paso en la combinación, y como voraz presionador, una hoja de ruta que le permita localizar la mayor parte de su contribución defensiva en campo contrario. Cuando lo ha tenido, ha podido rendir como ninguno, y cuando le ha faltado, lo ha sufrido como el que más.

En este sentido, la trayectoria azulgrana de quien llegara al mejor Barça para hacerlo volar tan alto como pudo, es clara. Especialmente en los tácticamente agitados últimos tres años, Busquets sirve como una suerte de termómetro a partir del cual establecer la proximidad o el alejamiento de unas determinadas coordenadas de juego. Así, si voló cuando más constó el mediocampo y más unidireccional fue la respuesta defensiva del equipo, ante el progresivo vaciado de la zona media y debilitamiento estructural del conjunto que dirigía Luis Enrique, el catalán se convirtió en una de las víctimas más llamativas y trascendentes. Perdido el contexto, perdió las raíces. Desde que la corona de Xavi Hernández empezó a relucir con menos brillo, a Sergio Busquets se le planteó un reto. No sólo se debilitaba -cuando no se rompía- la relación con la figura a través de la cual encontró la puerta abierta, sino que, producto de ello, se comprometía el escenario que mayor abrigo le proporciona a su juego.

La cuestión no ha sido ajena a ninguno de los técnicos que han pasado por el banquillo azulgrana desde entonces. Vilanova tratando de buscar el crecimiento del jugador en otras direcciones, Martino recuperando par él de nuevo la presencia jerárquica del de Terrassa, y Luis Enrique rastreando en Messi e Iniesta un nuevo apoyo para el ancla de su mediocampo, todos ellos destinaron una parte notable de sus esfuerzos a buscar la comodidad del mediocentro. De todos ellos, seguramente el asturiano fue quien más dificultades encontró para proporcionársela, por ser de los tres, también, quien se presentó al encargo con una propuesta de juego más distanciada de las virtudes más referenciadas del 5 barcelonista. No por nada, ni en el Barça B, ni en la Roma, ni en el Celta, Lucho había tenido a un mediocentro como él. Reducido el valor del mediocampo y la relevancia de los interiores en la base de la jugada, y como consecuencia de las dificultades que fue encontrando el equipo para juntarse arriba, y desde la cercanía en campo rival ejecutar de manera efectiva una presión adelantada, Busquets se vio empujado a transitar los caminos que más lo rasguñan.

Siendo termómetro del juego del Barça, la estrenada andadura de Valverde en el Camp Nou, también va a tener en Sergio Busquets un foco de interés ineludible. En su caso, el currículum que acredita el entrenador cacereño parecería, a priori, especialmente cómplice con las particularidades más determinantes del mediocentro del Barça. En primer lugar, si un aspecto define de forma transversal la versátil trayectoria del Txingurri es la presión adelantada que plantean sus equipos. Desde el primero al último, todos los sistemas que ha diseñado Valverde han tenido en el acoso sobre la salida del adversario y el robo en campo rival uno de los pilares de su juego. Una presión iniciada desde adelante y empujada desde atrás, en la que tradicionalmente el mediocentro ha desempeñado un papel protagonista tanto en el achique como en el barrido. Liberados posicionalmente para saltar sobre el poseedor del balón, e inspirados para contagiar a sus compañeros la actitud en la recuperación a modo de aliento en el cogote, desde Gurpegui a San José, pasando por Moisés Hurtado, Christos Patsatzoglou, Bruno Soriano, François Modesto, Albelda o Tino Costa, ejercieron de emblema para poner en práctica la fase del juego que más singulariza como entrenador a Valverde.

Además, si como novedad la presión que persiga Ernesto en el Camp Nou pone más el foco en el balón y en la capacidad del equipo para juntarse a su alrededor desde el pase, más que en el empuje físico de la persecución, Busquets será argumentos más claros en un mediocampo al que, a día de hoy, no le sobran los pasadores. En este sentido, otro rasgo propio del libreto de Valverde que debería contribuir a edificar un contexto futbolístico amable con Sergio es la tendencia del técnico a llevar hacia la base de la jugada a futbolistas creativos, otrora familiarizados con zonas más adelantadas. Iván de la Peña, Ibagaza, Ever Banega o Beñat ponen nombre a una figura que, cercana a la zona de influencia de Busquets y responsabilizada de una gestión que el canterano no suele abrazar, no sólo haría suyo el encargo sino que además le brindaría a Sergio la referencia cercana con la que su fútbol tan bien se relaciona. Tanto para avanzar juntos como para cederle poderes en la base de la jugada.

Un apoyo en el inicio que, unido a la tendencia del Txingurri a hacer descansar la salida de balón en los centrales, evitando en la medida de lo posible la pérdida de metros del mediocentro, no fuerce a Busquets a retrasar la posición. Que lo emboque en la zona donde más diferencias marca. En la que es referencia, y desde la cual es capaz de reaccionar al empujón elevando el techo al que puede aspirar su equipo. En la que cerrar las vías de escape del contrario y sacar a relucir su envío vertical para contactar con quienes ocupan posiciones por delante. Busquets responderá al regalo con uno mayor.

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– Foto: Lluis Gene/AFP/Getty Images

 

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