Marlon Santos – OGC Nice:
Últimamente, Niza está siendo la ciudad de las últimas oportunidades. Allí, en el sureste de Francia, el fútbol vio llegar hace dos años a un Hatem Ben Arfa al que siempre había esperado, y más recientemente a un Balotelli que nunca antes había parecido sentirse tan en casa. El próximo «descarriado» en entregarse a los misterios de la fuente de Les Aiglons será Wesley Sneijder. La singularidad del Allianz Riviera como sanador de aparentes irrecuperables, sin embargo, no oculta que a lo largo de los últimos años también ha sido un buen lugar para la primera llamarada. Koziello, Ricardo Pereira, Eysseric, Pléa o el agasajado Jean Michäel Seri han dado forma a su mejor fútbol a orillas de la Costa Azul. A partir de este verano, Marlon Santos buscará recorrer su mismo camino, de igual modo que Sneijder perseguirá los pasos de los otrora indomables Hatem y Super Mario.
Para el central brasileño que la temporada pasada ascendió a Segunda con el Barça B, su nuevo destino tiene dos grandes características positivas. Una general del campeonato en el que aterriza y otra particular del equipo que lo recibirá. Sobre lo primero cabe destacar la singularidad de la Ligue 1 como una de las pocas ligas que fuera de las cuatro grandes mantienen un nivel físico, cuanto menos, equivalente a ellas. A la hora de comparar carcasas, Marlon encontrará réplica, viendo limitadas la ventajas «primarias» sobre delanteros como Keita Baldé, Depay, Mitroglou o Malcom, y obligado por ello a desarrollar otras armas que hagan de él un futbolista más completo. En cuanto a lo particular de su equipo, en Niza, salvo cambio de guión inesperado, el brasileño estará a las órdenes de Lucien Favre, un técnico que ya sea utilizando defensas de cuatro o empleando dibujos de tres centrales, tanto en Francia como antes en Alemania, ha puesto sobre la salida desde atrás uno de los focos de atención más claros de su propuesta de juego.
Munir El Haddadi – Deportivo Alavés:
Tras ser uno de los grandes animadores del fútbol español la pasada temporada, el Deportivo Alavés empieza este curso casi desde cero. Ha cambiado de entrenador y perdido a la práctica totalidad de aquellos futbolistas que definieron su estilo de juego. El Alavés de Pellegrino fue, sobre todo, un equipo de repliegue -extremo en algunos casos- que compaginaba sus largos minutos en las inmediaciones del área de Pacheco con soluciones para hallar tramos en los que poder tomar aire. Las carreras de Theo Hernández, los primeros toques de Femenía, la capacidad de Marcos Llorente para encontrar a menudo una vía de escape ante la presión del rival, la velocidad de Edgar Méndez, la pelea en soledad del pintoresco Deyverson… Hoy, a los vitorianos, no les queda nada de aquello. Deberá tocar nuevas teclas.
Si la hoja de ruta de Zubeldía pretende mantener el vínculo estilístico con la que ejecutó la campaña anterior Mauricio Pellegrino, a priori un delantero como Munir El Haddadi no parece tener el mejor de los encajes. Ni él ni Bojan Krkic, su presumible pareja en ataque, son delanteros que vivan cómodamente siendo islas separadas del resto. Sus ventajas no afloran en la soledad, la pelea y el rasguño, sino en ideas de ataque más corales y acompañadas. No en vano, han crecido viéndolo pasar todo cerca de la pelota. Es por ello que, sobre el papel, Muir debería agradecer el supuesto de que la renovación de la plantilla babazorra conlleve, también, una idea de juego distinta a la que caracterizó al equipo hace unos meses. Una para la que su centro del campo no parece especialmente afín, pero que por contra podría ser muy bien recibida por futbolistas como Óscar Romero, Rubén Sobrino o el canterano del Madrid Enzo Zidane.
Sergi Samper – UD Las Palmas:
Sergi Samper es uno de los futbolistas más específicos que ha producido la ya de por sí específica cantera del Barça. No es solo que sus virtudes tengan más opciones de sobresalir en un estilo cercano al que lo ha formado, sino que fuera de él sus posibilidades de supervivencia futbolística son limitadas. Su juego necesita hábitats muy concretos, y el catalán, a tenor de sus decisiones, parece tenerlo muy claro. Tanto su insistente lucha por mantenerse en la disciplina blaugrana como sus resignadas salidas primero al Granada de Jémez y ahora a la UD Las Palmas post-Setién, denotan el autoconocimiento de sus características y la conciencia de aquellos ecosistemas que mejor pueden recibirlas. Aunque después la historia pueda continuar de forma abrupta. Es un peaje que debe pagarse en cada cesión.
El mediocentro barcelonés llegará a un equipo marcado en su núcleo por las salidas este verano de Quique Setién y de Roque Mesa. El primero fue el artífice de la idea, y el segundo su materialización más representativa sobre el terreno de juego. Una concepción enraizada con la esencia canaria pero hermanada con preceptos más de escuela, en la que la mano del técnico convivía con la libertad de la playa. Orden y desorden en la misma mezcla, y la figura de Roque Mesa como gran artífice para que ésta se mantuviera ligada. Aunque estilísticamente puedan trazarse paralelismos entre el centrocampista canario y Samper en cuanto a la querencia por la pelota, la vertiente organizativa o la vocación de ataque, ambos recorren caminos cruzados. Roque, antaño hombre de banda, fue el infiltrado de Setién, aquel que respirando como el resto había sido capaz de interiorizar la mirada de su técnico. Samper la lleva cosida a los párpados desde la cuna, pero su reto, en cambio, será acompasar su escuadra y cartabón al trazo libre de Viera, Tana y compañía.
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– Fotos: Alex Caparros/Getty Images

