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Sobre Giggs, Alves o Luis Suárez

VALENCIA, SPAIN - NOVEMBER 26: Luis Suarez of Barcelona reacts during the La Liga match between Valencia and Barcelona at Estadio Mestalla on November 26, 2017 in Valencia, Spain. (Photo by Fotopress/Getty Images)

VALENCIA, SPAIN - NOVEMBER 26: Luis Suarez of Barcelona reacts during the La Liga match between Valencia and Barcelona at Estadio Mestalla on November 26, 2017 in Valencia, Spain. (Photo by Fotopress/Getty Images)

El fútbol está lleno de reapariciones. De regresos de unos protagonistas a los que dieron por muertos y que recuperaron, si no su estatus, sí parte de su impacto, usando armas distintas a las que apoyaron su ascensión a la leyenda. Ryan Giggs lo hizo al lado de un mediocentro, Paolo Maldini como central y Dani Alves siendo un tipo de lateral derecho de lo más particular. Se había destacado el brasileño, en el momento de mayor esplendor de su físico, por ser un futbolista capaz de darle a la banda derecha, él solo, cualquier cosa que necesitara. De sacar el balón limpio, asociarse en mediocampo, estirar el juego abriéndose hacia la cal y defender al rival más duro. Una carta a disposición de sus técnicos que valía por varias a la vez. Para tapar sin ayudas la banda de Marcelo y Cristiano Ronaldo en defensa, y para hacer las veces de extremo en ataque y que así su equipo pudiera generar superioridades en otras zonas del campo. Con 27 años, Dani Alves era eso, un carril entero. Los años, sin embargo, no perdonan, y poco a poco su capacidad para abarcar sin refuerzos todo aquel volumen de trabajo y de esfuerzo menguó. La situación cabía verla desde dos posibles prismas distintos. Desde uno que subrayara lo que el jugador ya no era capaz de hacer, o desde uno que pusiera el foco en aquello que sí podía seguir aportando, y con lo que su nueva contribución podía volver a ser igualmente decisiva.

No ser el mejor Dani Alves no estaba reñido con ser uno de los mejores laterales del mundo, cuando no, todavía, el mejor en la derecha. Por suerte para el jugador, para el Barça, para Messi, Rakitic, Busquets y tantos otros, entre 2015 y 2016, el lugar del brasileño en el sistema culé cambió. Ya no podía ser aquel comodín que asumiera para sí toda la orilla, pero en cambio sí podía marcar la diferencia sumando su creatividad al mediocampo, permitiéndole a la medular un hombre extra, y siendo para Leo Messi el socio que el argentino necesitaba. De lo que Alves ya no alcanzaba se encargarían otros. En la plantilla actual del Barça, Andrés Iniesta está viviendo un proceso similar. Antaño director en la base y talento en la frontal, la mayor sujeción que ha dado Valverde a Rakitic cerca de Busquets, el crecimiento de Umtiti en el central zurdo, las constantes incorporaciones de Jordi Alba por la banda y el protagonismo en el pico del área que la salida de Neymar ha dejado a su disposición, dibujan para él un rol más acotado y de menor despliegue, que le permita alargar los minutos de su efecto y la continuidad de sus participaciones. No se busca que reparta pequeñas dosis de influencia sobre una gran extensión de terreno, sino que concentre todo su impacto en un espacio más o menos reducido. Que abarque poco, pero que apriete mucho.

Menos silenciosa que el abrigo que recibe Iniesta está resultando la desnudez de Luis Suárez, el futbolista azulgrana que, aparentemente, con más urgencia está demandando un proceso análogo al que vive el manchego o al que, años antes, experimentó Dani Alves. El delicado presente del uruguayo junta, por un lado, un momento de forma nítidamente bajo, y por el otro las singularidades de un sistema que deposita sobre su figura enormes exigencias. Es el delantero más decantado a banda izquierda en un esquema sin extremo zurdo, y el punta más profundo en un ataque en el que Messi tiende al apoyo y en el que la tercera pieza, salvo cuando ésta es Paco Alcácer, suma pocos desmarques al espacio. Precisamente, durante las últimas semanas el uruguayo ha ofrecido una mejor cara cuando ha coincidido sobre el campo con el ex delantero del Valencia, pues ha podido delegar en él parte de sus responsabilidades. Paco se ha movido por ambas bandas, ha ejercido de segunda referencia para los centrales con tal de que Suárez pudiera despegarse de ellos y jugar con más desahogo, y ha trazado parte de los desmarques verticales por delante del balón que cuando no está recaen en su totalidad sobre el charrúa. Valverde ha descubierto un camino, y tiene pistas para pensar que se trata de uno capaz de permitir una cara de Luis Suárez más favorecedora.

Lo malo para el uruguayo, no obstante, es que, en la lista de prioridades del Txingurri, él no parece estar en cabeza. Pudo intuirse de inicio cuando en pos de potenciar a Messi cerca del área, el técnico tomó decisiones tales como las de entregar el cetro al argentino y perfilar al 9 hacia la izquierda, o de señalar a Leo como el principal destino en materia de finalización. Ahora, parece confirmarse con la apuesta del cacereño de cara a los partidos más exigentes, consistente en juntar en un mismo once a cuatro centrocampistas, además del propio Messi, en detrimento de la tercera pieza de ataque. Si ya de por sí el planteamiento habitual del nuevo Barça deja a Luis Suárez más sólo que unos meses atrás, la fórmula para las tardes de etiqueta subraya su abandono. Es, dada la tendencia participativa de Messi en relación al mediocampo, un único delantero contra una defensa entera. Como el Dani Alves que más alto volaba, el Luis Suárez de 2016 se bastó y se bastaría para asumir tal papeleta, pero el que se encuentra a las puertas de 2018 apunta muchas más dificultades. En si lo logra o no, y en si, en el supuesto que no pueda, da Valverde con la forma de conjugar sus deseos para el equipo con las necesidades del punta, descansan muchas de sus posibilidades de éxito. El Barça en junio necesitará a Luis Suárez.

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– Foto: Fotopress/Getty Images

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