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Messi lo dañó todo

Barcelona's Brazilian midfielder Philippe Coutinho (C) celebrates with Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi (R) after scoring during the Spanish league football match between FC Barcelona and Girona FC at the Camp Nou stadium in Barcelona on February 24, 2018. / AFP PHOTO / LLUIS GENE (Photo credit should read LLUIS GENE/AFP/Getty Images)

Barcelona's Brazilian midfielder Philippe Coutinho (C) celebrates with Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi (R) after scoring during the Spanish league football match between FC Barcelona and Girona FC at the Camp Nou stadium in Barcelona on February 24, 2018. / AFP PHOTO / LLUIS GENE (Photo credit should read LLUIS GENE/AFP/Getty Images)

Samuel Umtiti pasa por ser uno de los defensas de lo que va de temporada. Pocos en Europa han demostrado este curso su impacto y su sobriedad. En salida, corrección, asegurando el área o anticipando lejos de ella, el francés prácticamente cuenta sus actuaciones por certezas: donde él esté, no habrá peligro. Hasta este fin de semana, sólo Iago Aspas había descubierto al central izquierdo culé. Sólo él lo había hecho ver y sentirse vulnerable. El sábado, durante varios tramos del primer tiempo, Portu también lo logró. A la espalda de Jordi Alba, sacando a banda al galo y escapándose de él por velocidad y desborde. Por desgracia para el fabuloso atacante del Girona, en el otro extremo del campo habitaban Leo Messi y Luis Suárez, una pareja que ya antes de su gol habían anunciado que los de Machín iban a tener muy pocas posibilidades ante su superioridad.

El Barça de Ernesto Valverde hizo terapia en el Camp Nou. Después de exponer en Stamford Bridge algunas lagunas que de él mismo conocía pero que la buena marcha del equipo parecía hacer de menos, afrontó su duelo ante el cuadro gerundense como una ocasión para poner el foco más en sus virtudes que en sus límites. Para relamerse en todo aquello que lo hace poderoso y no en aquello que puede hacerle mortal. Con Semedo, Coutinho y Dembélé en el once, así pues los locales saltaron al campo dejando a un lado cierto grado del control del que vienen haciendo gala en el día a día, a cambio de proponer una ofensiva más agresiva de lo normal ante un rival de proceder defensivo muy particular. El Girona de Machín asume como propios tres condicionantes, que dependiendo de su acierto y del de su rival pueden ser las fortalezas o las rendijas de su plan. Plantea una presión intensa y feroz a la salida de su adversario, no suele contar en su centro del campo con un mediocentro posicional anclado entre la medular y la zaga, y sitúa muy arriba la línea defensiva con tal de acompañar y arropar las dos cuestiones anteriormente apuntadas. El Barça halló la manera de dañar las tres.

– Marc André ter Stegen volvió a ser fundamental en salida de balón. Sus envíos largos hicieron inútil la presión adelantada del Girona.-

En salida de balón, Ter Stegen fue de nuevo el cabo suelto al que el rival no pudo controlar. Un futbolista libre, demasiado abajo como para lanzarle a un marcador, y con la precisión en el envío necesaria como para activar cualquier parcela desatendida. La espalda de los carrileros cuando estos encimaban a los laterales culés permitiendo la caída de Suárez a banda, los apoyos de Messi por detrás del mediocampo cuando Pons y Granell defendían de cerca a Busquets y Rakitic, o la soledad de Semedo cuando Aday era sujetado por la posición escorada de Dembélé, fueron varias de las fórmulas que exploró el guardameta alemán con la eficacia acostumbrada. Iniciando con limpieza, los azulgranas pusieron la primera piedra. La segunda habitaría entre líneas y tuvo a Leo Messi como gran protagonista.

Activándose a la espalda de la presión del mediocampo visitante, el argentino resultó letal para el planteamiento defensivo del Girona. Recibía, aguantaba, juntaba adversarios, los sorteaba y, cuando la estructura rival ya se había desordenado y concentrado sobre él, sacaba el pase para el compañero libre y en ventaja. Messi hizo volar por los aires al equipo de Machín. No fue el único que buscó tal efecto, pues Coutinho, Dembélé e incluso Luis Suárez también aparecieron en la zona de la mediapunta y en algunos casos, como el del uruguayo, sus efectos resultaron igualmente devastadores para los blanquivermells, pero al lado del daño que infligió el 10, todo parece poco. Leo, además, contó con dos favores. Por un lado la claridad en el pase vertical de Sergio Busquets, que se encargó de filtrarle balones sin necesidad de acudir a por ellos, y por el otro la presencia en banda de Dembélé.

– Con Sergio Busquets sobresaliendo en el pase vertical, el Barça sacó muchas ventajas de las recepciones entre líneas.-

De menos a más a lo largo del partido, la posición abierta de Ousmane construyó una vía alternativa de alimentación para la mediapunta, progresando por fuera y ladeando al entramado defensivo rival para generar espacios dentro. Con el francés en la derecha y los movimientos dentro-fuera de Coutinho en la izquierda, buscó y logró el Barça dibujar nuevas posibilidades interiores. La tercera pata del dominante primer tiempo azulgrana fue la profundidad. Aquella que ya pesó en Montilivi y que el sábado volvió a significar el último escalón para dañar la adelantada defensa del Girona. Luis Suárez, Jordi Alba, Semedo y Dembélé mantuvieron abierta la posibilidad de un desmarque a la espalda de la zaga, e incluso corredores menos habituales como Coutinho o el propio Leo Messi, se sumaron por momentos al arte de la carrera al espacio.

A pesar de la intimidante puesta en escena ofensiva del cuadro de Valverde, los locales no afianzaron un dominio territorial tan incontestable como en otras noches menos felices. El Girona cruzó la divisoria con más continuidad de la que cabría deducir por el aplastante juego de ataque culé, lo rotundo del resultado y la efectiva presión que habitualmente pretende el Barça en campo contrario. Además de Portu, buena parte de culpa tuvo en ello el desempeño de Borja García, quien leyó con lucidez la situación que dibujaba en la banda izquierda de su equipo la presión de Dembélé sobre Juanpe. Habitualmente conteniendo en 1-4-4-2 con el extremo formando en la derecha, en esta ocasión el ejercicio de Ousmane fue más cercano a la posición lateralizada del central del Girona.

Con Aday fijando a Semedo, entre ambos se dejó caer Borja para recibir libre o, en su defecto, extraer del centro a Rakitic y dejar ahí a otro compañero sin vigilancia (imagen de arriba a la derecha). De cara al segundo tiempo, el proceder defensivo de Dembélé resultó más homologable al de otros encuentros, lo cual cerró salidas a los visitantes al tiempo que descargó de esfuerzos al galo. Y es que si la primera mitad había servido al Barça para resolver el duelo a partir de Messi y Luis Suárez, la segunda la utilizó Valverde para que tanto Ousmane como Coutinho acumularan buenas sensaciones. Para que sumaran minutos, rodaje, aciertos, tranquilidad y confianza. La misma línea seguía la actuación de Nélson Semedo, la otra carta potencial que incluir en el abanico de posibilidades del técnico. Su lesión llega en mal momento.

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– Foto: Lluis Gene/AFP/Getty Images

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