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Un líder de cemento

Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi celebrates after scoring during the Spanish league football match FC Barcelona against Club Atletico de Madrid at the Camp Nou stadium in Barcelona on March 04, 2018. / AFP PHOTO / Pau Barrena (Photo credit should read PAU BARRENA/AFP/Getty Images)

Barcelona's Argentinian forward Lionel Messi celebrates after scoring during the Spanish league football match FC Barcelona against Club Atletico de Madrid at the Camp Nou stadium in Barcelona on March 04, 2018. / AFP PHOTO / Pau Barrena (Photo credit should read PAU BARRENA/AFP/Getty Images)

Ernesto Valverde ha tratado con mimo a Andrés Iniesta. Necesita al capitán. Lo primero se traduce en que únicamente tres veces en lo que va de Liga ha sumado a sus piernas los 90 minutos completos de un partido. Lo segundo, en que sólo en cuatro ocasiones el manchego ha estado a disposición del entrenador y no ha formado en el once inicial. Estadísticas a parte y enfocando al juego, el cuidado del Txingurri hacia Andrés se ha observado en el espacio que le ha acotado en su sistema, menos extenso del que dispuso para él el anterior proyecto y orientado a una posición más adelantada que le permita desembocar en el pico izquierdo del área rival. Siendo la suya una apuesta de mayor control y seguridad, menos dada a escenarios abiertos que ofrezcan espacios a un lado y al otro del campo, el concurso de Iniesta en el último tercio para dotar de agilidad al ataque posicional ha multiplicado su valor. Si ya no se trata de correr sino de abrir agujeros, Andrés multiplica su importancia a la hora de derribar muros. El encuentro que enfrentó anoche al Barça con el Atlético de Madrid fue fiel testigo de ello, y un mapa bastante ajustado de la relevancia estructural del manchego en el momento de juego azulgrana. Hubo un partido con él sobre el campo y otro cuando una lesión obligó a sustituirlo.

– Coutinho (iz) y Messi (der) hasta la lesión de Iniesta. (vía squawka.com)-

La primera mitad del choque dibujó a un FC Barcelona cómodo con la pelota, ágil moviéndola en campo contrario y poderoso territorialmente merced a su eficiente salida desde atrás, a su despliegue posicional y a su dominio de la presión. Arrancó el enfrentamiento con el equipo de Simeone proponiendo un atisbo de presión adelantada que, sin embargo, no logró hacer pagar peaje al cuadro local. Dividida en dos bandos, la propuesta atlética diferenciaba entre un primer bloque más adelantado de cinco futbolistas encargados de encimar a los centrales y a los medios azulgranas, y un segundo escuadrón guardando la posición varios peldaños por detrás. Más que un cuerpo uniforme, fueron dos fracciones. En la más adelantada, Diego Costa y Griezmann tapaban sobre Piqué y Umtiti, Gabi sobre Busquets, y Koke y Saúl sobre los interiores. Con el capitán colchonero visiblemente descolgado para seguir a su homólogo culé, los visitantes repartían a su quinteto en el carril central como si de un dado se tratara, con una pieza central y cuatro en las esquinas. Como no se trató de un ejercicio secundado por la totalidad del conjunto, sino que tanto Thomas como los zagueros se guardaron de que los futbolistas más adelantados del Barça pudieron encontrar espacios a la espalda de esa primera presión, la estrategia de El Cholo se topó con una inferioridad numérica que su rival supo explotar. Contra las cinco piezas que el Atlético mandaba a la presión, el Barça disponía siete. Ocho contando -y se debe contar- a Ter Stegen. Así pues, el esférico siempre tuvo una vía de escape, bien hacia el guardameta o bien hacia los laterales, a través de la cual huir del acoso, respirar lejos del fallo y avanzar hasta campo contrario.

*Muévete sobre la imagen con el deslizador.

La solvencia barcelonista superando el acoso que se le planteaba, así como la constatación por parte visitante de que su plan no reportaba beneficios, con el paso de los minutos viró el centro neurálgico del juego, que pasó a establecerse de forma mantenida en la mitad de campo defendida por los rojiblancos. El juego que en ella desarrolló el Barça no fue desbordante pero sí sostenido. Leo Messi encontraba posición para entrar en contacto con el balón de forma regular, en parte ayudado por el comportamiento de Philippe Coutinho en una banda derecha desde la cual se dirigió con frecuencia al centro para moverse por delante del 10, Luis Suárez creaba contextos que individualmente no pudo aprovechar dado el acierto de los centrales atléticos sobre su figura, pero que colectivamente abrió puertas al juego de su equipo, Busquets influía cerca de la frontal aupado por el contrafuerte de Ivan Rakitic, y Andrés Iniesta administraba el ritmo inclinado hacia el sector izquierdo. Un rastro bastante revelador del notable desempeño con balón del Barça durante este tramo, fue su respuesta sin la pelota, pues gracias a haberse juntado cerca de ella, de haber logrado dar altura a los ataques y de haber empujado al Atlético hacia Oblak, los madrileños apenas tuvieron opciones para construir salidas que interrumpieran el ritmo azulgrana e intimidaran a Ter Stegen. Cualquier intento fue respondido, primero, por la presión que descansa sobre los hombros de Busquets y Rakitic, y después por la puntual intervención de Umtiti y Gerard Piqué. El primer tiempo se jugó en esa franja de terreno en la que siempre cabe esperar que el genio aparezca. En la que siempre hay una tempestad escondida detrás de la calma.

Estos cuatro futbolistas se convirtieron en las figuras más importantes de la reanudación, cuando la ausencia de Iniesta y el efecto del gol de Messi en las necesidades de los colchoneros, organizaron un guión diametralmente opuesto. Por un lado, la capacidad del Barça de juntarse alrededor del cuero disminuyó sustancialmente sin la contribución de su capitán, y por el otro el Atlético ajustó su estrategia a la nueva situación. Se adentró en campo contrario tanto con balón como sin él. Para tocar y alargar las posesiones en busca de una rendija a través de la cual herir a su adversario, y para presionar, ahora sí con el bloque entero, los caminos de su rival. Filipe, Vrsaljko y Thomas, desde el mediocampo o el lateral, se sumaron al quinteto ofensivo en pos de impedir el avance y el descanso azulgrana. En los hombres de Valverde se notó la falta de un elemento auxiliar que juntara al equipo a través del balón, toda vez André Gomes y Coutinho tendieron a verticalizar más que a pausar, y también se hizo sentir la pérdida de intimidación al contraataque sufrida este verano. A Luis Suárez pareció separarle de Oblak demasiada distancia. Lo que no le faltó, sin embargo, fue sobriedad en el repliegue. Apoyado en el cuadrado interior formado con los centrales, Busquets y Rakitic, sobrevivió a cuantos delanteros puso en liza Simeone sin apenas lamentar ocasiones en contra. Diego Costa no tuvo la oportunidad de probar fortuna, y Griezmann, después de contar siete goles en sus dos últimos partidos, disfrutó de una única ocasión. Cuando no pudo ser perforadora, el Barça fue cemento armado.

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– Foto: Pau Barrena/AFP/Getty Images

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