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Messi contra el plan de Conte

BARCELONA, SPAIN - MARCH 14: Lionel Messi of Barcelona celebrates as he scores their third goal during the UEFA Champions League Round of 16 Second Leg match FC Barcelona and Chelsea FC at Camp Nou on March 14, 2018 in Barcelona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

BARCELONA, SPAIN - MARCH 14: Lionel Messi of Barcelona celebrates as he scores their third goal during the UEFA Champions League Round of 16 Second Leg match FC Barcelona and Chelsea FC at Camp Nou on March 14, 2018 in Barcelona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

Leo Messi descifró Matrix ante el Arsenal de Arsene Wenger, en la primavera de 2010, firmando una actuación que coronó con cuatro goles en un duelo del que dispuso a su antojo. Por primera vez el fútbol del argentino sintió que no había límites para él, que podía burlar las pautas que rigen a los demás, que no sería el mejor dentro de lo conocido, sino el único en hacer posible un nuevo universo. Un año más tarde, Leo dejaría sin habla a una Final de la Champions League contra el United de Ferguson, formando triángulo con Xavi e Iniesta, y clavando el ángulo que él habitaba en el corazón de un adversario que no logró comprender las reglas con las que meses antes había cambiado los retos de la competición. Ya sin su entrenador de entonces, sentado Guardiola en la grada del Camp Nou y asistiendo al enfrentamiento entre sus antiguos pupilos y el Manchester City que hoy es su hogar, 2015 fue testigo de cómo, nuevamente, uno de los conjuntos más poderosos de la Premier League resultaba impotente tratando de mantenerse en pie ante el fútbol que le proponía el de Rosario. A Leo, por lo general, se le han dado bien los equipos ingleses.

Cabría, por ello, sumar su última exhibición, ésta frente al Chelsea, a un discurso unitario que dibujara una receta común del fútbol británico incapaz, no ya de vencer, sino de aguantarle la mirada al 10 del Barça. Incapaz de entenderle como, por ejemplo, lo entienden sus adversarios en La Liga española. En esta ocasión, sin embargo, sería forzar la continuidad con el pasado pues, tanto en la ida como en la vuelta, los de Antonio Conte han sabido cómo encarar el duelo contra el Barça y contra Leo Messi, diseñando un plan acertado y ejecutándolo con buen tino. De nada le ha servido. La participación directa del argentino en los cuatro goles del Barça en la eliminatoria, rompió anoche la balanza que a lo largo de 180 minutos el juego mantuvo equilibrada. Una gota del diez, pesa tanto como lo sumado por el resto.

– El Chelsea mostró dos actitudes defensivas diferenciadas. Repliegue mientras duró el empate, presión cuando el Barça se adelantó en el marcador. –

La premisa, aceptada de antemano por ambos entrenadores, se reflejó sobre el Camp Nou en el lacónico partido que Barça y Chelsea disputaron antes del primer manotazo de Leo. Precavidos los londinenses y calmados los locales, sabiendo unos el peligro de dejarle una puerta abierta al argentino, y conocedores los otros de que Leo no necesita tal cosa para penetrar una fortaleza. Conte no quiso facilitar, de entrada, un golpe que Valverde confió que llegaría de todos modos. Así pues, pese al giro ofensivo de la alineación del italiano, con Giroud en el once para liberar a Hazard de la pelea contra los centrales, el arranque dibujó a un cuadro blue entregado al repliegue ordenado según un nítido 1-5-4-1 en el que, de nuevo, la línea de medios tendería a la estrechez para cerrar espacios en el carril central. Seguramente advertido de la novedad que presentaría el once de su rival, la nueva carta de Valverde con respecto a la ida fue un Ousmane Dembélé que pese al valor de su gol tuvo más impacto táctico que técnico. Aunque en defensa se mostró servicial y en ataque confiado, ni cerró el carril ni catapultó su banda, pero sí que su colocación en el tablero arrojó un reto a la pizarra que el Chelsea no logró controlar del todo.

– De inicio, el Barça buscó las esquinas en ataque con Dembélé por banda derecha e Iniesta por banda izquierda. –

El galo se ubicó a la derecha del ataque, por delante de Sergi Roberto y redoblando la amenaza de un costado que otras veces fue propiedad exclusiva del lateral, y que ahora, con su compañía, permitió al canterano un desempeño diferente al habitual. En ataque, sujetado Marcos Alonso por la presencia del extremo, Sergi tomó una actitud interiorizada relacionada con el mediocampo y un previsible control del ritmo que la espuela del tempranero gol en el Chelsea no hizo posible. Un centrocampista más a modo de refuerzo a la hora de contener las salidas al contraataque de su adversario, y un reclamo por dentro que activara los aclarados del Dembélé ante su par. El inicio de partido del Barça buscó las esquinas con el francés clavado en la derecha e Iniesta acostándose en el vacío del carril zurdo para aglutinar balón, domar el tiempo y afianzar la posición a través del pase atrás.

Por su parte, con la pelota en propiedad del Chelsea, Dembélé mantuvo su vínculo con Marcos Alonso, trasladado ahora a la mitad del Barça, en un duelo que permitió al lateral derecho culé cierto margen para atacar las recepciones de Eden Hazard. Teóricamente en banda pero con total libertad para desplazarse al centro en busca de la espalda del mediocampo azulgrana, sobre el belga orientó Sergi Roberto una defensa similar a la que hace unas semanas le valió imponerse sobre Inui, pero que en esta ocasión resultó menos efectiva dada la ventaja individual que halló Conte en su estrella. Sobre todo después de que el uno a cero cambiara las coordenadas del encuentro y animara al Chelsea a adelantar la altura de su defensa, la calidad del crack blue en tres cuartos de campo resultó la primera piedra de una segunda mitad de partido marcado por la iniciativa visitante y el sufrimiento local.

– Con Dembélé en banda derecha, Sergi Roberto pudo interiorizar su posición tanto en ataque como en defensa. –

Situado cerca de Ter Stegen, incrementando la presión sobre Busquets, pudiendo lanzar a sus hombres de banda, activar a Willian y apoyarse en Giroud para las dejadas en la frontal, los de Conte obligaron al Barça a uno de esos ejercicios de resistencia que este curso se saldan sin rasguños pero que anoche bien podrían haberle provocado alguna herida. Sufrió para contener las alas, donde Moses de forma más tosca y Marcos Alonso con maneras de delantero pusieron arriba al Chelsea, pero sostuvo el centro gracias a Piqué, Umtiti, Busquets y Rakitic. Sin el balón como descanso, pero con Messi como espejismo. Con Leo cualquier naufragio tiene cerca la orilla.

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– Foto: David Ramos/Getty Images

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