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El silencio de Andrés Iniesta

BARCELONA, SPAIN - MAY 06: Andres Iniesta of FC Barcelona walks onto the pitch after the La Liga match between Barcelona and Real Madrid at Camp Nou on May 6, 2018 in Barcelona, Spain. (Photo by David Ramos/Getty Images)

El silencio de Andrés Iniesta

“Se paró todo y sólo estábamos el balón y yo. Como cuando ves una imagen en cámara lenta. Es difícil escuchar el silencio, pero yo en ese momento escuché el silencio y supe que ese balón iba dentro.”

 

Escuchar el silencio no es un reto sencillo. Es más complicado de lo que parece. Johan Cage, el compositor americano célebre entre muchas otras cosas por dar a luz una composición sin notas que, aún así, rebosaba sonido, lo ambicionó durante tiempo, obsesionado como estaba por todo cuanto pudiera tener que ver con la escucha. Hasta tal punto lo persiguió, que le solicitó a la Universidad de Harvard entrar en su cámara anecoica, una estancia aislada del exterior y especialmente diseñada para capturar las ondas que originan los sonidos. No había un lugar sobre la Tierra más indicado para, por fin, poder escuchar el silencio. Sin embargo, y por sorpresa, después de un tiempo en el interior de la cámara y familiarizado ya con ese aparente vacío acústico, Cage se topó dos sonidos, uno agudo y otro grave, que pronto sabría que correspondían al funcionamiento de su sistema nervioso y al de la circulación de la sangre ¹. Dos sonidos que se originaban en su propio cuerpo, y de los que, por lo tanto, no se podía separar. Un silencio imposible. Un sonido perpetuo que siempre está aunque no siempre se lo sienta.

Andrés Iniesta ha sido un futbolista más dado a hablar dentro del terreno de juego que fuera. A esquivar las declaraciones altisonantes o ampulosas, y a poner en su lugar actuaciones de un calado futbolístico al alcance de muy pocos. A dar mimo a una voz sobre el césped que no sólo ha revelado varios de los secretos más preciados de la disciplina que practica, sino que además lo ha hecho con una constancia poco habitual. Andrés, su sonido, siempre ha estado de fondo. Inseparable. Inesquivable. Invisible. En la celebración de un compañero, en el éxito de un pase o de una recepción, en un espacio liberado en el extremo contrario del campo o en un rival desnortado, como una melodía de base que actúa a la manera de una unión para los distintos sucesos que dan forma a un partido de fútbol. Una mesa bien puesta. Quizá por eso, cuando más se elevó su grito y más focos acaparó en exclusiva, cuando su voz no fue el calor en el que refugiarse sino el filo con el que cortar la historia, entonces sí, el manchego pudo legar la frase que enmarcará su pintura más famosa. Era un 11 de julio en Johannesburgo cuando Andrés afirmó haber escuchado el silencio. Ese que sobre un campo de fútbol él se había encargado de negar. Sólo el manchego tenía la llave para acallarse a sí mismo y dejar emerger a la nada.

El Camp Nou que, desde hoy, escuchará retumbar el silencio de Andrés Iniesta en cada uno de sus rincones, fue durante mucho tiempo el reflejo viviente de Johan Cage. El lugar en el que, por obra del manchego, no se pudo anhelar la vivencia del vacío, pues siempre emergió desde su propio interior la voz capaz de vestir una desnudez nunca descubierta.

Barcelona, SPAIN: Barcelona Portuguese Deco (R) exercises with teammate Andres Iniesta (L) during a training session at Camp Nou Stadium in Barcelona 23 October 2006. AFP PHOTO/CESAR RANGEL (Photo credit should read CESAR RANGEL/AFP/Getty Images)

Moldeado en la fábrica de leyendas que resultó ser el legado del 4, símbolo e hipérbole de una herencia imborrable, Iniesta aterrizó en el primer equipo en pleno derrumbe, cuando en pie apenas quedaban ruinas, y justo antes de que el club emprendiera el camino de vuelta. Con un espacio en la plantilla construido sólo en virtud de su calidad, y una competencia abundante y contrastada copando las posiciones que, sobre el papel, debían corresponderle. Primero en el equipo de Cocu, Xavi, Mendieta, Riquelme, Motta, Luis Enrique o Gerard López, luego en el de Davids, Cocu, Xavi, Rafa Márquez, Motta, Luis Enrique o Gerard, y más tarde en el de Edmilson, Xavi, Motta, Deco y Van Bommel, los primeros años de Iniesta en la primera plantilla del Barça tuvieron muchas barreras pero ninguna puerta cerrada. Empleado en banda, como interior o en el cierre, Andrés se especializó en sumar fuera cual fuera su zona en el campo e independientemente de la situación. Recambio de Xavi, de Deco, de Giuly, de Ronaldinho o hasta de Edmilson, a las órdenes de Frank Rijkaard su primera Liga la levantaría habiendo participado en 37 de los 38 partidos del campeonato, pese a no disponer de un puesto fijo en el equipo. Sumando de fondo. Siendo Iniesta en todas partes, pero el Iniesta necesario en cada lugar.

Descifrando el juego y sus misterios para poder defender desde su fútbol escenarios que pertenecieran a jugadores tan diferentes a él como un rápido y vertical segundo punta o un zaguero reubicado en el centro del campo para acorazar la línea de medios. Todavía con el 24 en la espalda, en aquel Barça Iniesta resultó una pieza ineludible tanto por la continuidad de sus aportaciones como por la relevancia de muchas de ellas. Normalmente como carta en la manga desde el banquillo, capaz de girar una Final de la Champions que ya tenía sobre el césped a Ronaldinho, Eto’o, Deco y Carles Puyol, o de ganarse con una memorable actuación como pivote ante el Benfica la presencia como titular en los dos encuentros de la semifinal, aunque el de Rijkaard no fuera todavía su equipo, todos los logros del proyecto llevaron impresa su huella. Que aquel no era todavía su Barça quedaba de manifiesto en el hecho de que, de todos los papeles que el de Fuentealbilla podía representar en él, el que con menos gusto soportaba la estructura era aquel que más propio le era al jugador. En un conjunto diseñado desde el juego de contrapesos, en el que cada cara llevaba su cruz, sólo cabía uno como él.

El equilibrio entendido como la ponderación de complementarios, y materializado en una sucesión de parejas de características distintas en las que cada uno de sus integrantes le aportara al otro aquello que le faltaba. Un central como Rafa Márquez y otro como Puyol, un lateral como Gio van Bronckhorst o como Silvinho y otro como Oleguer, un extremo como Ronaldinho y otro como Giuly, un interior como Xavi y otro como Deco.

Así, aunque la rotundidad de su juego entrando desde el banquillo y en el papel de comodín terminara por forzar a que el Barça de Rijkaard cambiara para darle cabida, a partir de un 1-3-4-3 de éxito irregular, no fue hasta la llegada de Pep Guardiola que el equipo resultó plenamente suyo. De la mano de quien, como jugador, supiera anticipar la esencia legendaria de un entonces enclenque cadete. Una de las novedades más relevantes de la receta del de Santpedor, aquella que desde un libreto compartido redefiniría el significado interno del ciclo anterior, y cuyos efectos tuvieron tanto que ver con las cotas que pudo alcanzar su proyecto que también cambiaría la visión del resto, fue la concepción del equilibrio desde un punto de vista distinto. Si el pasado había caracterizado la época de los complementarios, de acercar entre sí a futbolistas distintos que, dada esa desigualdad, ejercieran como contrapeso del otro, la fórmula de Pep consistió en sumar iguales. Después de que Christian Poulsen le cubriera las espaldas a Dani Alves, de que Gattuso corriera lo que no podía correr Pirlo, de que Albelda defendiera y Baraja atacara, de que John Terry marcara y Carvalho organizara, después de que Xavi e Iniesta no pudieran jugar juntos, la novedad de Pep consistió en juntar parecidos. Redoblar esfuerzos en una misma dirección común, la del balón, entendiendo que así potenciaría virtudes en pos de condicionar los escenarios del juego. Que Iniesta haría mejor a Xavi no por defender lo que el de Terrassa no podía, sino porque con ambos sobre el césped sería más fácil provocar un juego en el que ninguno de los dos estuviera obligado a hacerlo. Uno en el que sólo tuvieran que recurrir a aquello que los hacía mejores.

Un nuevo paradigma con los dos canteranos como pareja emblemática, fortalecido por semejantes como Sergio Busquets, Gerard Piqué, Dani Alves, Víctor Valdés o, por encima de cualquiera, un Leo Messi redescubierto como falso nueve y convertido en el socio y legitimador perfecto de una nueva forma de interrogar al juego. Clarividente, constante y vertical, Iniesta, en el Barça de Guardiola, fue el nexo entre Xavi y el argentino, el compinche ideal para el ritmo asociativo del 6, y el más hábil conector abriendo caminos para la ascensión. Inmejorable a nivel técnico, cómodo en espacios reducidos, con giro, cambio de ritmo, desborde y una finísima lectura del posicionamiento por delante del balón, quizá la más excelsa de todos los tiempos en un interior, su sabiduría fue una melodía indescifrable. Una cálida compañía para sus equipos, y una temible tortura para los rivales, agigantada en los escenarios en los que pensar exige más trabajo. Años después de cambiar con su entrada la Final de París, Iniesta fue capaz de marcar la diferencia en Roma pese al encargo de no chutar a portería por riesgo de lesionarse, de comandar junto a Xavi y Messi la imborrable exhibición de Wembley, o de terminar designado el hombre del partido en Berlín. El héroe de Stamford Bridge y de Sudáfrica, el de las instantáneas en el Santiago Bernabéu. Un sonido siempre presente especialmente sonoro allí donde a los demás se les congela la voz. Un sonido que hoy se va de casa. En el Camp Nou, a partir de ahora, cuando nadie hable no se escuchará nada. Un vacío con su firma, como un nuevo acompañante, que deja a modo de recuerdo y de nostalgia. Sólo el silencio de quien tanto hizo gritar. Sólo el silencio de Andrés Iniesta.

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¹ Pardo, Carmen. (2001). La escucha oblicua. Una invitación a John Cage. Editorial Sexto Piso.

– Fotos: David Ramos y Cesar Rangel/Getty Images

Comments:4
  • P. Anca 20 mayo, 2018

    Absolutamente preciso, Albert. Enhorabuena por el articulazo.

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  • Javier 21 mayo, 2018

    Enhorabuena crack. Da gusto leer esto.

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  • Ricardo Martinez 25 mayo, 2018

    Es y sera el mejor armador de juego del mundo con Xavi

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  • Iniesta10 26 mayo, 2018

    Gran post. Iniesta será siempre nuestro.

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