El Dream Team empezó a ganar su última Liga con una derrota por goleada. Fue en el curso 1993-94, y tras un histórico triunfo por 5-0 contra el Real Madrid al que siguieron hasta ocho encuentros seguidos de los que el Barça sólo logró ganar uno. El colofón lo puso el Zaragoza en La Romareda, con un sonoro 6-3 que ponía tierra de por medio entre los de Cruyff y el líder de la Liga, el Deportivo, y que, con tres partidos de desventaja respecto a la cabeza de la tabla, parecía finiquitar las opciones de revalidar el título de los culés. Sin embargo, y en contraste con su reciente mala racha de juego y resultados, después de aquella dolorosa goleada el Dream Team no volvió a perder un partido hasta la fatídica final de Atenas. Veinte partidos, diecisiete victorias y tres únicos empates que le sirvieron a los azulgranas para levantar su cuarto título liguero consecutivo. Una de las claves de la reacción tuvo que ver con las medidas tomadas por el técnico a propósito de la fragilidad defensiva mostrada por el equipo en sus peores momentos del año, y que se había traducido en una irregularidad que no iba en consonancia a la calidad que atesoraba la que probablemente fuera la plantilla más espectacular del ciclo.
Así las cosas, para remediarlo, en adelante los planteamientos de Johan Cruyff muy a menudo abrigaron a la zaga con un cuarto integrante de forma fija, o vieron ganar importancia en los onces a jugadores como Iván Iglesias capaces de sumar recorrido en ambas transiciones con tal de que con un único futbolista se pudiera abarcar el espacio que antes ocupaban dos. El golpe de timón le sirvió al entrenador holandés para reconducir la situación en Liga y sumar un nuevo campeonato al zurrón, pero ya después de la debacle ante el Milan, durante el curso siguiente, ni la defensa de cuatro ni la disminución de efectivos en las demás líneas resultó, dando lugar a la primera temporada sin un título importante desde que en 1988 El Flaco se hiciera cargo del equipo. El inicio del curso 95-96, así pues, en lo que fue el intento por inaugurar un segundo ciclo en el banquillo del Camp Nou que finalmente quedó incompleto, se presentó como una vuelta a los orígenes. A unos orígenes anteriores, incluso, al propio Dream Team. A una vuelta atrás de Cruyff sobre su propio libreto, en el que el 4 recuperara la vinculación con la defensa de la que, primero a través de Milla y posteriormente de Guardiola, se había separado. Y es que, en un primer momento, la defensa de tres del holandés no fue fruto tanto de cambiar a un defensa por un centrocampista, sino de desplazar a uno de los integrantes de la zaga. Denominado por el propio Johan como «líbero adelantado» o «defensa de ataque«, el 4 original fue un defensa jugando por delante de la defensa. Una suerte de pieza comodín que con el balón en poder de su equipo sostenía desde abajo un rombo en la medular -y que con ello permitía la aparición de una figura nueva: el 6– pero que cuando la posesión cambiaba de manos recuperaba su espacio como segundo central.
Cambiada la fisonomía del 4 gracias a los descubrimientos de Milla y Guardiola, y establecido, por lo tanto, un centrocampista con todas las letras por delante de la línea de tres, en años anteriores el cuarto defensa Johan lo había escondido en la demarcación de interior, bien en un Miquel Ángel Nadal que en transición ataque-defensa terminaba su recorrido al lado de Ronald Koeman, o de unos Eusebio, Sergi Barjuan o Iván Iglesias que retrocedían hacia una posición de banda. Pero el arranque de su última temporada en el Camp Nou, sin Koeman, Eusebio ni Iván ya en el equipo, y con Nadal y Sergi como piezas claves y titulares en la zaga, depararía una nueva prueba con un pivote haciendo las veces de «líbero adelantado» y con Pep Guardiola desplazado a uno de los dos interiores. Así sucedió, sin ir más lejos, en el estreno liguero del Barça en el José Zorrilla, ante el Real Valladolid, con Gica Popescu a los mandos del círculo central y el canterano situado en el perfil derecho del mediocampo. Pese a tratarse de una fórmula que a lo largo de la primera mitad del curso se repitió en más de una ocasión, no obstante, finalmente no convenciera al holandés y el curso se cerraría con el 4 azulgrana de vuelta a su antiguo puesto. Guardiola ya no lo abandonaría, pero sí quienes vinieron después de él.

