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Dembélé a cara o cruz

Barcelona's French forward Ousmane Dembele sits on the bench during the Spanish league football match between Rayo Vallecano de Madrid and FC Barcelona at the Vallecas stadium in Madrid on November 3, 2018. (Photo by BENJAMIN CREMEL / AFP) (Photo credit should read BENJAMIN CREMEL/AFP/Getty Images)

Barcelona's French forward Ousmane Dembele sits on the bench during the Spanish league football match between Rayo Vallecano de Madrid and FC Barcelona at the Vallecas stadium in Madrid on November 3, 2018. (Photo by BENJAMIN CREMEL / AFP) (Photo credit should read BENJAMIN CREMEL/AFP/Getty Images)

Ousmane Dembélé es un acertijo. Un futbolista por descubrir y por descubrirse, tan capaz de resolver con una jugada mágica como de hacer saltar por los aires todo atisbo de orden en su equipo. Un jugador sin escenario ideal, pues cualquier tipo de contexto parece tener el mismo potencial de invocar todas sus virtudes y todos sus defectos. Puede ser conflictivo de inicio, pues a partir de su tendencia a la pérdida mal medida y de su problemática toma de decisiones dificulta al conjunto la estabilidad táctica sobre la que hacer descansar su juego; y también entrando con ventaja en el marcador, ya que facilita perder el control en un momento del juego en que eso no parece lo más recomendable si el equipo está por delante en el resultado. Este fin de semana, además, compareció el tercer escenario, uno en el que buscar un revulsivo y una reacción desde el banquillo, en pos de una victoria que en el momento de la entrada del francés los culés no tenían en sus manos. Y Ousmane fue tanto virtud como condena.

Vallecas reclamaba un recurso como el del galo, en un segundo tiempo al que se había llegado con empate en el luminoso y con un guión de partido claramente diferenciado en dos partes. La primera, de categórico dominio azulgrana, siguió buena parte de las constantes que han definido el fútbol culé después de Wembley y en ausencia de Leo Messi. Esto es: los de Ernesto Valverde mostraron una estructura reconocible con Arthur y Coutinho en el perfil izquierdo y Rafinha en la derecha, priorizaron el control, mandaron territorialmente y se agarraron al momento de forma de Luis Suárez para mantener la esperanza a pesar de poner en práctica una gestión de la posesión marcadamente prudente. Durante los minutos de iniciativa visitante, volvió a ser clave en la pizarra el concurso interior de los dos teóricos delanteros de banda, convirtiéndose tanto Rafinha como Coutinho en dos elementos de atracción central que, al tiempo que dibujaban dos soluciones para el pase entre líneas, limpiaban ambos carriles para la entrada al espacio de los laterales catalanes. Así, con una propuesta en la que siempre hubo cuatro o cinco barcelonistas con atuendo de centrocampista llevando las primeras miradas rivales hacia el centro, y merced a una inclinación hacia el desplazamiento largo poco usual (Imagen de la derecha), Jordi Alba y Sergi Roberto resultaron la intimidación más constante del equipo de Valverde, activando el área o su frontal a través del pase atrás, y juntando al equipo arriba tanto atacando como a la hora de poner en marcha la presión tras pérdida.

*Muévete sobre la imagen con el deslizador.

Después del primer gol de Luis Suarez, no obstante, el encuentro poco a poco entró en una segunda fase más positiva para el Rayo que para el Barça, consolidada a través de un ejercicio defensivo local más agresivo y adelantado, producto del mal escalonamiento culé en mediocampo. Rafinha y Coutinho, que antes del 0-1 habían mantenido comportamiento de mediapunta jugando a la espalda del mediocampo rival, ya fuera más cerca de la banda o en el carril central, pasaron a intervenir con el balón por delante de la medular rayista. Los cinco azulgranas destinados a ocupar el carril central por detrás de punta -Busquets, Rakitic, Arthur, Rafinha y Coutinho- quedaron de este modo repartidos por fuera del bloque defensivo planteado por Míchel, de tal forma que ningún pase entre ellos conquistara la espalda de un contrario y facilitara el desorden del rival. Recibiendo ahora los centrocampistas blaugranas frente a Santi, Imbula y Trejo y no detrás suyo, Advíncula y Àlex Moreno dejaron de tener que compensar acudiendo al centro, y permanecieron en banda como barrera para las incursiones de Roberto y Jordi Alba. Así contuvo el Rayo la herida por la que más había sangrado, así pasó a necesitar el Barça una dosis de desborde en la frontal que sin Messi no encontró en otros, y así pudieron los locales ir subiendo la línea de su presión para que el partido pasara más tiempo cerca de Ter Stegen que hasta entonces.

– Dembélé después de la entrada de Vidal y Munir. (vía whoscored.com)-

Aunque bien respondida con los servicios de Clément Lenglet y las conducciones de Sergi Roberto, la presión local resultó especialmente efectiva sobre Rafinha y Coutinho, las opciones por delante del balón que recibiendo en banda debían darle al Barça tiempo para salir en bloque. En la derecha, el canterano chocó contra la falta de velocidad y la incapacidad para mantener el control del esférico, mientras Philippe, en la izquierda, se reencontró con los problemas a la hora girar ante Advíncula tras recibir el balón de espaldas a la portería contraria. El Barça necesitaba una reacción y Valverde miró a Dembélé. Los dos delanteros de banda estaban siendo más problema que solución, el equipo estaba extrañando mayor capacidad de desborde en ataque y, además, el galo venía de unos buenos minutos saliendo desde el banquillo contra el Madrid en los que supo calibrar los riesgos y alejarse de pérdidas comprometidas. Pero en esta ocasión, en un primer momento, al equipo no le sentó bien su entrada. Se situó en la derecha, intervino por dentro y, nuevamente, se expuso a la pérdida en momentos y lugares improcedentes para la respuesta defensiva azulgrana, lo que derivó en un tramo de partido desestructurado y de ida y vuelta, en el que el Barça no logró orden ofensivo y en el que De Tomás sí dio al Rayo caminos para atacar con sentido.

Quince minutos más tarde, y ya por debajo en el resultado, tuvo que volver a intervenir Valverde para que el conjunto recuperara el orden sin apartarse, por ello, de la posibilidad de atacar la portería contraria. Optó entonces el Txingurri por escorar a Dembélé para que sus imprecisiones no tuvieran lugar en zonas conflictivas para la transición defensiva, y por incrementar la capacidad de remate en el área con la presencia de Munir junto a Suárez y, más tarde, el definitivo traslado de Piqué al área rival. Utilizando la posición abierta de Ousmane como catapulta para poner el centro, la acumulación de hombres en zona de remate con tal de dificultar el rechace orientado a los centrales, y el olfato de Busquets, Arturo Vidal y Sergi Roberto a la hora de ganar la segunda jugada en la corona. Para remontar sin Messi lo que habitualmente remonta el argentino, el día que más notó el Barça que jugaba sin él.

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– Foto: Benjamin Cremel/AFP/Getty Images

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