Costaría encontrar un estadio y un equipo de la Liga española con más capacidad para impedir a sus rivales ser lo que son que el Coliseum y el Getafe de José Bordalás. Apueste su adversario por un juego más elaborado o más directo, de contraataque o de pausa en campo rival, se dé más o menos tiempo para estructurarse a través del balón, los azulones saben dar con la tecla para desnaturalizarlo. Se gane o se pierda, en el Coliseum no se puede estar cómodo. No, al menos, si se pretende estarlo en todo el campo y durante todo el tiempo. Quizá por esto, la clave del planteamiento de Ernesto Valverde para que el FC Barcelona se llevara los tres puntos de Getafe fue diseñar una parcela de seguridad. Un espacio limitado en el que sí gozar de cierta comodidad, como refugio futbolístico y emocional a lo largo del encuentro. Un rincón del terreno de juego donde volcar tal volumen de atenciones que el adversario no se pudiera permitir igualarlo, como válvula de escape y paréntesis en la batalla. En concreto, la idea del técnico barcelonista consistió en sumar un efectivo extra al primer escalón del juego de manera fija, concentrando piezas en esta fase del juego y formando con ellas un esqueleto en campo propio a través del cual pudiera respirar el cuero. Aunque la medida implicara -como implicó- restar herramientas al resto de luchas, en el Coliseum el Barça dispondría de unos cuantos metros de comodidad. Unos metros donde ser aquello que, por norma, el conjunto de Bordalás no permite que seas.
– Izquierda: el mapa de calor de Ivan Rakitic contra el Getafe. Derecha: su posición retrasada, como tercer central, entre Piqué y Lenglet. –
Con Ivan Rakitic permanentemente entre Piqué y Lenglet, no como un mediocentro en aproximación sino como un tercer central al uso, los culés iniciaron el juego con un futbolista más frente a la presión ejercida por Jaime Mata y Ángel. Vaciado el espacio del pivote, la base de la jugada le fue entregada a Arthur Melo, omnipresente en los circuitos con balón y situado casi siempre a la espalda de los dos puntas locales y por delante de su mediocampo. También lo estuvo gran parte del tiempo Arturo Vidal, aunque menos ágil con el balón e impreciso a la hora de perfilarse, haciendo pareja con el brasileño en el siguiente escalón del juego con tal de abrir la rendija que, a la postre, resultó la clave del triunfo barcelonista. Una vez desactivado el primer intento del Getafe de ensuciarle el juego gracias al uso de los tres centrales, la posición baja de los dos centrocampistas del Barça atrajo constantemente la marca del doble pivote azulón, sacándolo de sitio y habilitando su espalda para la recepción de los mediapuntas. Así, mientras Sergi Roberto y Jordi Alba sujetaban por fuera a la altura justa para que Damián y Antunes no se sumaran a la pelea, la superioridad interior 5×4 del Barça en salida (los centrales, Rakitic, Vidal y Arthur ante Mata, Ángel, Arambarri y Maksimovic) tenía ventaja para liberar a uno de los jugadores implicados en la acción activándolo como pasador profundo.
-Izquierda: el arrastre de uno de los mediocentros del Getafe provocado por el apoyo de Arthur. Derecha: la posición de Dembélé atacando esa espalda.-
No siempre lo consiguió, en parte porque con un efectivo menos en campo contrario la posesión no siempre se estiró lo suficiente como para dar tiempo a que llegaran los laterales, y en parte porque el inspirado partido de Dembélé -pese a la evidente mejora- no eliminó del todo ciertas pérdidas por dentro que se tradujeron en contraataques del Getafe cuando el Barça mutaba. Y es que, si bien a lo largo de muchos metros el Barça dibujo un esquema con tres centrales, cruzada la divisoria o en transición el esqueleto se pareció al habitual. Rakitic tenía que pasar de la defensa al mediocampo, Sergi Roberto y Jordi Alba alternar entre el rol de carrilero y el de lateral, y Ousmane pasar de activarse por dentro a defender por fuera. Puesto que el ataque no siempre se pausó lo conveniente como para que este proceso se llevara a cabo sin sobresaltos y con red de seguridad, a menudo la transición defensa-ataque local halló a varios barcelonistas fuera de posición. Especialmente en el perfil izquierdo de la defensa, donde Dembélé a veces no llegaba a situarse en banda por delante de Alba, y el lateral tapaba con aspecto de carrilero a la altura del mediocampo, sin que detrás aguardaran ya tres centrales para ensanchar las coberturas. Solo uno de los Barças estuvo cómodo sobre el campo, pero le bastó para imponerse al hechizo del Coliseum.
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– Foto: Oscar del Pozo/AFP/Getty Images
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