La plantilla de un equipo de fútbol no es una entidad estanca, inamovible e inflexible desde que empieza la temporada hasta que termina. Ni lo es ni, seguramente, deba serlo, en tanto que podría enquistar algunas de las dinámicas necesarias en colectivos amplios. Sea en estructuras de competencia directa entre dos futbolistas por una plaza, o en otras que fomenten un tipo de disputa más abierta en lo referente a los estatus de sus integrantes, el diseño de una plantilla no solamente está sujeto a alteraciones una vez el balón empiece a rodar sino que, incluso, las contempla. Que un teórico suplente desbanque en el puesto al supuesto titular, o que un joven talento escale posiciones en la lista de opciones del técnico son algunos de los micro-objetivos que dan naturaleza de ente vivo a la organización del equipo. En ocasiones ocurre, sin embargo, que la modificación no es de carácter jerárquico sino posicional, es decir, que no afecta – o no solamente- a la importancia de su protagonista sino a su ubicación. A la demarcación que representa en el sistema de juego del equipo. Una situación que, si deviene de imprevisto, normalmente acarrea efectos bastante profundos.
Esta temporada en curso, la plantilla del FC Barcelona ha vivido una de estas sacudidas en la figura de Philippe Coutinho, quien más allá de su rendimiento o aportación, ha visto cambiar el lugar destinado para él en el sistema de Ernesto Valverde. En verano, el diseño de la plantilla azulgrana lo contempló como un futbolista con capacidad para sumar minutos en la delantera pero que localizaría su campamento base en mediocampo, como opción preeminente en uno de los interiores. Con más libertad para asomarse al ataque como el curso anterior, o de forma más fija como en el arranque del actual, el Barça veía un centrocampista en el brasileño. Así, por ejemplo, proyectó un verano pasado marcado por el deseo de incorporar a un atacante de primer nivel -Griezmann- que completara al tridente junto a Messi y Luis Suárez, y que definiera el papel de Dembélé en tanto que cuarto delantero y primera alternativa al trío de gala; y que finalmente, tras la negativa del colchonero, aupó a Ousmane al rango de titular inicialmente previsto para Antoine y ocupó el espacio de acompañante planificado para el ex del Dortmund con la llegada de Malcom Silva. El caso es que, ya desde muy pronto, a raíz de partido del Barça en Wembley y del peso que desde entonces ha adquirido Arthur Melo en los planes del Txingurri, Coutinho pasó de ser considerado centrocampista a ocupar la categoría de delantero en los planes del técnico.
La temporada culé ha desplazado a uno de sus futbolistas, sobre el papel, más importantes, de una línea a otra, abriendo una ventana en la medular que han podido aprovechar hombres como Vidal, el propio Arthur Melo o Carles Aleñá, pero que en ataque ha alterado los equilibrios previstos en un comienzo. El nuevo refuerzo -Malcom- no ha peleado una de las tres plazas del once con tres compañeros de línea, sino con cuatro, escenario que, a su vez, lo ha desdibujado como primera alternativa al tridente titular. De cara al próximo mercado de fichajes, pues, en el diseño de la estrategia a la hora de configurar la plantilla del Barça 2019-20, tan importante como esclarecer la continuidad o no continuidad de Coutinho -cuestión que en esta serie se analizará el martes- será definir si, en caso de permanecer en el equipo, su lugar será el ataque o la línea de medios. En un verano en el que se prevén y se insinúan necesarios movimientos tanto en la punta como en la zona ancha, la consideración que se haga de Philippe Coutinho al respecto resultará determinante para precisar tanto la estrategia como las actuaciones del club.
– Foto: Aitor Alcalde/Getty Images