Como ya sucediera el curso pasado con el anuncio del fichaje de Frenkie de Jong, la confirmación de la primera incorporación del Barça 2020-21 ha llegado con anterioridad al fin de la competición y, por lo tanto, a la apertura del mercado estival. Francisco Trincao será la primera cara nueva que contemplar de cara a la plantilla azulgrana que afrontará el curso que viene. Se trata de un joven y prometedor delantero zurdo portugués, protagonista en las categorías inferiores de la selección lusa, y una de las atracciones más estimulantes de un Sporting de Braga que encadena ya tres cursos discutiendo la tradicional superioridad de Porto, Benfica y Sporting de Portugal respecto a los demás equipos de la liga: desde la llegada de Abel Ferreira (ahora técnico del PAOK de Salónica) al banquillo del Estadio AXA, los de Braga han estado más cerca de los tres gigantes que del resto.
La temporada actual del Sporting de Braga, en juego, sensaciones y resultados, se ha dividido en dos partes. La primera, menos positiva en los tres campos mencionados, corresponde al tramo en el que la dirección del equipo correspondió a Ricardo Sá Pinto, etapa cerrada en la jornada catorce con el Braga como noveno clasificado. El de Sá Pinto fue un Sporting configurado posicionalmente entre el 1-4-3-3 y el 1-4-2-3-1, y en el cual Francisco Trincao desarrolló funciones de banda derecha principalmente participando desde el banquillo. Abierto al costado y obediente fijando la amplitud del carril, su velocidad, dinamismo, verticalidad y descaro en el uno contra uno servían a su entrenador para agitar los encuentros con el cronometro en marcha. Su insistencia en el uno contra uno sacando a relucir su arte en la finta, su cambio de ritmo para salir por dentro sin dar tiempo a la reacción del defensor, la longitud de su zancada a la hora de alejar la bola de la bota del rival y su atrevimiento y precisión en el disparo formaron, entonces, un ramillete de virtudes a las que recurrir en momentos de necesidad.
La llegada al banquillo bracarense de Rúben Amorim, sin embargo, define un punto y aparte en la temporada del Sporting y de Trincao. Con el nuevo entrenador el equipo modificó el dibujo para abrazar una disposición con tres centrales y dos carrileros, en la que la ocupación fija de las bandas recaía más en hombres como Esgaio (derecha) y Siquieira (izquierda) que permitieron a los teóricos extremos un comportamiento más móvil y libre. Al calor del nuevo sistema, el protagonismo y el rendimiento de Tricnao en una de las posiciones de ataque ha dibujado una línea de constante crecimiento, llegando a participar en todos los encuentros dirigidos por Amorim hasta su salida hacia Lisboa. Menos sujeto en banda que con Sá Pinto y relevándose constantemente en la orilla con Ricardo Esgaio, la etapa de Amorim al frente del Braga alumbró la aparición de un Trincao más completo y central. Trasladada su capacidad para fijar su posición en banda, también, a los pasillos interiores, convertido en un receptor a la espalda de la presión gracias al cual verticalizar el ataque y llegar rápidamente al área contraria.
Y es que Francisco Trincao es un delantero cuyo fútbol transcurre, de forma prioritaria, orientado hacia el marco rival. Ya sea para cortar con una conducción gracias a su capacidad para mantener el control del cuero, para encarar a un defensor, para probar fortuna con el disparo lejano o para afilar una sorprendente capacidad de pase hacia los movimientos adelantados de sus compañeros. Corre, pasa y regatea hacia adelante, tendencia que disfruta especialmente en situaciones de contraataque, sabiendo interpretar el tiempo y el espacio de la jugada pero priorizando en ello el balón sobre el desmarque.
A la espera de descubrir si detrás de su fichaje se esconde la voluntad de readaptar su juego a otras zonas del campo, o de si, debido a su juventud y margen de crecimiento, el club estima más ventajoso un paréntesis en forma de cesión, su aterrizaje como delantero de banda derecha en el Barça se adivina muy vinculado a la incorporación de un recurso de banquillo. Algunas de las cualidades que mejor lo distinguen, como el desborde, el cambio de ritmo, la energía o la velocidad, suelen ser atributos especialmente útiles a la hora de agitar encuentros desobedientes, y su querencia por la banda derecha una puerta de entrada necesaria cuando la búsqueda del gol empuja a los atacantes más importantes de la plantilla culé a cargar el carril central.
– Foto: MIGUEL RIOPA/AFP via Getty Images

