Icono del sitio En un momento dado

El Barça de Memphis y De Jong

A lo largo de los últimos años, la posición de lateral en el Barça ha venido muy condicionada por lo que ocurría en sus extremos. En primer lugar, porque quienes normalmente los han ocupado han sido futbolistas más familiarizados con el carril central que con la cal, a los que de forma más habitual se priorizó apareciendo por dentro para que la responsabilidad de activar las orillas corriera a cuenta de los laterales. En segundo lugar, desde el adiós de Neymar la capacidad de la delantera azulgrana a la hora de recorrer grandes distancias al espacio, corriendo a la espalda de la defensa a través de un desmarque en profundidad, ha sido escasa. Messi, Suárez, Griezmann Coutinho o Dembélé prefieren el balón al pie o el desmarque corto. En esa necesidad de la delantera culé irrumpió como un ciclón Ansu Fati o encontró protagonismo un futbolista como Martin Braithwaite. Junto a ellos, la presencia de ambos laterales, ejerciendo prácticamente como extremos, y transformados en carrileros durante la temporada pasada para, entre otras cosas, asegurar una  mejor cobertura de su espalda con un tercer central en el momento de perder el balón.

El inicio de curso del equipo de Koeman por el momento está siendo también el del regreso del 1-4-3-3, uno en que, sin Leo, de inicio los delanteros de banda asumen un papel más exterior que antaño y en que el técnico neerlandés está pidiéndole cosas diferentes a sus laterales. Una de las más visibles en los duelos ante Real Sociedad y Athletic Club tiene que ver con su posicionamiento cuando el equipo construye el juego desde atrás, fase en la que tanto Dest como Jordi Alba han venido interviniendo prácticamente a la misma altura que los centrales. Con los extremos ocupados por Griezmann y Braithwaite, y sin un tercer central que juntar con Eric y Piqué, ambos laterales participan abajo completando un primer escalón formado por hasta cuatro futbolistas. Un escalón sobre el que el partido de esta jornada en San Mamés situó gran cantidad de focos, pues buena parte del duelo se concentró en la batalla librada entre la salida de balón del Barça y la presión adelantada de los de Marcelino.

Al respecto, por lo visto sobre el campo el conjunto barcelonista tenía claro el plan que quería ejecutar. Como primera alternativa, una salida lateral en la que la posición baja de Dest y Alba atrajeran la presión rival de modo que a su espalda, en el espacio abierto entre los laterales y los extremos del Barça, pudiera recibir uno de los interiores desplazándose desde el centro hacia los costados (Imagen arriba a la izquierda). Si para defender este tipo de situaciones la respuesta del Athletic pasaba por llevar más futbolistas hacia ambas orillas del campo, la segunda solución tenía a Memphis Depay como objetivo, activado cerca de la medular mediante envíos más directos a la espalda del mediocampo local (Imagen arriba a la derecha). Superada la primera presión, Dest y Alba ganarían altura, los extremos se desplazarían hacia el centro y Busquets acudiría entre Eric y Piqué para completar una línea de tres que gozara de superioridad numérica ante la vigilancia de Williams y Sancet.

Ocurrió, sin embargo, que durante gran parte del encuentro los de Koeman afrontaron enormes dificultades para dejar atrás la primera presión bilbaína. La inseguridad e imprecisión técnica de Neto, el culé más libre para orientar el pase, los errores de ambos laterales y la confusión posicional de los extremos en determinadas situaciones, se lo impidieron. Especialmente ilustrativo de esto último resultó el sector izquierdo del ataque del Barça, donde Martin Braithwaite a menudo no tuvo la paciencia necesaria para fijar a Lekue lejos de donde debía aparecer Pedri para recibir el pase, siendo él mismo quien, a la postre, arrastraba al defensor hacia la zona del canario (Imágenes abajo). Además de lo mucho que le costó a los visitantes salir de su propio campo con el balón controlado, un segundo problema fue que, cuando lo conseguían, normalmente optaban por precipitar la jugada buscando rápidamente un pase a la espalda de la zaga del Athletic, impidiendo así que el equipo, en bloque, adelantara las líneas y pudiera instalar tanto su fase ofensiva como su fase defensiva más cerca de Agirrezabala que de Neto.

No era éste un objetivo menor, pues a las dudas que también tuvo el guardameta brasileño gestionando su área,se le sumó la clara superioridad de los de Marcelino atacando el perfil izquierdo de la defensa del Barça (Imagen abajo a la derecha). Tratando de sacar de zona a uno de los defensas culés con el apoyo de Sancet o Berenguer, y atacando doblemente el espacio liberado con uno de ellos dos en primera instancia y con Iñaki Williams en segunda, encontraron los leones un camino llano hacia el área rival. La desventaja azulgrana en esta acciones se incrementó cuando Eric García pasó a ejercer como central izquierdo tras la lesión de Piqué, pues la maniobra llevó al zaguero más débil de la pareja al lado fuerte del ataque local. Con dificultades en el juego aéreo y para frenar a Williams tanto en el cuerpo a cuerpo como por velocidad, fue una presa que el Athletic no dudó en atacar para superar a su adversario.

El respiro para los de Koeman no llegó hasta el segundo tiempo, gracias a un ajuste de Ronald al descanso, a que el desgaste local restó intensidad a su presión y, por último, al doble cambio que introdujo el técnico neerlandés a la hora de juego. A propósito de lo primero, tras el descanso modificó dos cuestiones en su mecanismo para salir desde atrás: fijó más arriba la posición de Braithwaite para que el danés no invadiera el espacio al que acudiría el interior, y priorizó que el esférico no le llegara a Pedri o De Jong directamente desde el lateral sino pasando antes por las botas de un compañero. Unas veces por las del extremo, tocando de espaldas para que su socio recibiera mirando a la portería contraria, y otras por las del mediocentro. Sergio Busquets fue también el protagonista indirecto del cansancio del Athletic, ya que a medida que el Barça podía superar los primeros pases, llegaba con más facilidad a su fase de despliegue. Esa en la que Sergio quedaba ubicado entre los centrales y en la que, por lo tanto, se subrayaba la influencia de Frenkie de Jong en la base del mediocampo.

-A la izquierda, el mapa de calor de De Jong en San Mamés. A la derecha, su mapa de pases. (vía As.com) –

Gestionando la primera altura del centro del campo empezó a emerger la versión más dominante del neerlandés, que se vio impulsada definitivamente con la entrada de Demir y Sergi Roberto por Braithwaite y Pedri. Una de las consecuencias de la doble sustitución fue el cambio de posición tanto de Memphis como de De Jong, pues el primero pasó al extremo izquierdo que hasta entonces había ocupado Braithwaite y el segundo al interior izquierdo que había sido de Pedri. Acostados los dos sobre el mismo sector del campo, se encargaron de potenciarse el uno al otro. Desde la punta izquierda Memphis le ofrecía espacio, líneas de pase y devoluciones de espaldas a su compatriota, al tiempo que éste le correspondía absorbiendo la atención de los rivales y acomodando la jugada a sus movimientos desde la punta izquierda. Han sido los primeros en reclamar el mando de un Barça que busca nuevos guías.

 

– Foto: DAX Images

Salir de la versión móvil