
Con el propósito, primero, de localizar los problemas del equipo y posteriormente hallar y proponer soluciones, abordamos una serie de análisis sobre el conjunto colchonero que permitan observar el estado y las posibilidades reales de este equipo.
En el fútbol actual la clave de la competitividad te la da el equilibrio, y a su vez el equilibrio te lo da el centro del campo. Es en esta línea donde los equipos empiezan a cimentar sus futuros éxitos. El problema del Atlético de Madrid no es un problema de aplicación o de cualidades en el centro del campo, sino la inexistencia del mismo. El conjunto colchonero, con su habitual propuesta de un 1-4-2-4 regala de inicio la superioridad numérica al rival en la zona ancha, provocando así que sus dos únicos centrocampistas deban enfrentarse a tres, cuatro o hasta cinco medios rivales. Así es imposible tener equilibrio y por lo tanto, ser regular. Sin un cierto control en mediocampo el equipo no es capaz de dominar el partido -no hablamos de tener la posesión del balón, sino de mandar sobre el juego, es decir, que sobre el césped ocurra lo que más interesa al equipo- convirtiendo a los colchoneros en un equipo imprevisible, capaz de ganar por aplastamiento a rivales de mitad de la tabla gracias a la enorme pegada de su delantera, pero incapaz de plantear un partido serio contra los grandes del campeonato. Hoy por hoy, el de Aguirre es un conjunto que vive de la calidad de sus hombres de arriba, y eso contra rivales de entidad resulta insuficiente a todas luces.
Los problemas de esta temporada son los mismos que ya se observaron la pasada temporada –lo analizamos hace justo un año-, pero entonces los resultados en una Liga en que de entre los grandes solamente Madrid y Villarreal ofrecieron un nivel acorde a las expectaivas, taparon las lagunas reales del equipo. El engaño de los resultados impidió un análisis objetivo de la situación del equipo, lo que frenó cualquier posibilidad de mejora. Ahora, con unos Valencia, Sevilla y Barcelona rindiendo al nivel que se les supone, las carencias del Atlético salen al descubierto, cuando en realidad nunca han estado ocultas, sino desatendidas.
La única presencia de dos hombres en mediocampo obliga al técnico a que los encargados de ocupar estas demarcaciones sean hombres de despliegue, recorrido y sacrificio defensivo, es decir Raúl García, Camacho, Assunçao o Maniche, por lo que desaparace de la medular rojiblanca la figura del organizador. En ataque, la ausencia de un organizador en el once no es el único problema del Atlético, sino que Aguirre debe encontrar la solución a otros aspectos.
Una solución ante la dificultad para generar juego podría ser buscar la contra a partir de la recuperación en zona de construcción. De hecho, la presión en primera línea es una de las principales armas del equipo con la agresividad en banda de los atacantes . No obstante, una vez superada esta primera línea, el Atlético vuelve a chocar contra el problema de formar en la media únicamente con dos hombres. La clave para recuperar el balón sometiendo al rival a una fuerte presión es poblar el centro del campo para tejer una telaraña que deje sin oxigeno ni tiempo para pensar a los futbolistas rivales, por lo que con sólo dos hombres resulta muy complicado recuperar el balón lo más lejos posible de tu propia portería. Esta falta de presión efectiva sobre la creación del rival tiene también como consecuencia que la línea defensiva se ve obligada a retrasar su posición y acercarse a su portero, ya que dejando tiempo a los pasadores rivales por la falta de presión, éstos no tendrían demasiadas dificultades para poner un pase a la espalda de la zaga para la entrada en carrera de un delantero. A la vez, retrasando la defensa se aumenta la distancia respecto a los delanteros y por lo tanto, se dificulta la posibilidad de realizar una rápida transición defensa-ataque.
Nos encontramos pues, con una defensa que recula y un centro del campo que pretende morder al rival, lo que origina un enorme espacio en la zona de la mediapunta para el rival. Con Assunçao en el once formando en este mediocampo de dos hombres, su tendencia a adoptar una posición más retrasada y cercana a los centrales minimiza este problema, pero a la vez posibilita otro igual de grave ya que abandona a su compañero de línea y lo deja solo ante el peligro. Sin Assunçao, si el rival sabe castigar sobre este agujero a la espalda de los centrocampistas, deberá ser uno de los dos centrales el encargado de salir a su encuentro, abriendo nuevamente la posibilidad de un pase interior en profundidad que no sufriría la presión de un despoblado mediocampo rojiblanco.
*Analizadas las principales debilidades del Atlético de Madrid, dejamos para una próxima entrega nuestras propuestas y soluciones para que, con los recursos de que dispone Javier Aguirre en la plantilla, se solventen los problemas actuales sin suprimir sus fortalezas, y el equipo colchonero reconduzca su actual situación.
