Icono del sitio En un momento dado

Guerra psicológica

Marca la diferència

En agosto, la temporada tanto en España como en Europa, se presentaba como una lucha titánica entre dos colosos. En un lado del cuadrilátero el Barça del triplete, de Messi, Iniesta, Xavi, Ibrahimović y Guardiola. Para muchos, el mejor equipo de la historia, o al menos, el de mejores resultados. En el otro, el proyecto más ambicioso jamás construido, que ambicionaba pasar por encima de los plazos naturales del fútbol para dominar desde el minuto uno. Para lograrlo afrontó una inversión sin precedentes, consiguiendo a algunas de las estrellas más rutilantes del universo futbolístico como los Balones de Oro Kaka’ y Cristiano Ronaldo. Por si fuera poco, entre ambos colosos existía, históricamente, una enorme rivalidad tanto a nivel deportivo como extradeportivo. La temporada 2009-10 era la temporada de la lucha entre Barça y Madrid, que tenían como punta de lanza a los dos mejores futbolistas del mundo, Messi y Cristiano Ronaldo.

Por si fuera poco, el decreciente nivel de la liga Española deparaba un campeonato en el que dejar de sumar de tres en tres constituía una sorpresa mayúscula, por lo que cualquier brecha en la clasificación se convertía en un aviso. Así pues, el terreno estaba abonado para la disputa de una guerra sin cuartel, de una exigencia máxima. Cada variante en alguno de los dos equipos, suponía un mensaje para su oponente, de modo que paralelamente a la disputa deportiva se ha ido librando una batalla psicológica igualmente importante.

El escenario inicial presentaba a un F.C.Barcelona que pese al ambicioso proyecto de su rival, seguía partiendo con varios cuerpos de ventaja. El Barça de Guardiola era considerado como el mejor equipo de la historia, un rival imbatible. No obstante, a medida que abrazaban las jornadas, los azulgranas han ido perdiendo ese halo de imbatibilidad, y la percepción de que el nivel de los de Guardiola es inferior al de la pasada temporada, es generalizada. Paralelamente, el Madrid de Pellegrini fue ganando en credibilidad a base de resultados y una línea de juego claramente ascendente. De este modo, tras los últimos tropiezos del Barça, las tornas parecían haberse cambiado, presentando a un Barça dubitativo e inseguro incluso ante rivales claramente inferiores como el Stuttgart o el Almería, y un Madrid poderoso y contundente al que se hacía difícil imaginarse perdiendo puntos.

No obstante, esta guerra de mensajes vivió su penúltimo capitulo el miércoles pasado con la eliminación del Real Madrid en los octavos de final de la Champions por sexto año consecutivo. La derrota ha traído consigo las dudas, los debates y las polémicas. Ha salido tocada la figura del entrenador, de algunos jugadores, y en definitiva, del proyecto, y como Barça y Madrid son vasos comunicantes, se ha abierto la posibilidad para que los azulgranas asesten un duro golpe a su rival. Como en su día defendiese Jorge Valdano, el fútbol es un estado de ánimo, por lo que la eliminación del Madrid brinda al Barça la posibilidad de agarrarse a una dinámica positiva y hundir la moral del adversario. Hoy, el entorno madridista espera un signo de flaqueza del Barça para creer en su equipo.

Por eso, recuperar sensaciones ante el Valencia y el Stuttgart puede resultar el punto de inflexión que le ha faltado al equipo esta temporada. En el partido ante los de Unai Emery, además, tendrán a favor que el rival no llegará en la mejor situación, con numerosas bajas en defensa, con la duda de su delantero más determinante y con la mente puesta en la eliminatoria ante el Werder Bremen de la Europa League. El Barça, por su parte, puede encontrar en la ausencia de Ibrahimović una aliada a la hora de reencontrarse con el funcionamiento colectivo de la pasada temporada. Con Bojan en lugar del sueco, tanto Iniesta desde el interior como Messi desde el extremo encontrarán más espacios entre líneas, y el equipo caminará de manera más natural hacia un funcionamiento que ya conocen. Incluso, no sería descartable la titularidad de Henry en el extremo izquierdo, pues con un juego más fluido y un rival debilitado en defensa, puede ser la ocasión perfecta para que el francés se enganche a la dinámica del equipo. No hay que olvidar que, pese a su bajo rendimiento hasta la fecha, la aportación del francés puede resultar decisiva en los éxitos del Barça, sobretodo en Europa.

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