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El partido del ‘B’: jornada 1

Este fin de semana no sólo ha vuelto la competición a la primera división. En segunda, el filial de Luis Enrique estrenaba categoría en el campo del Celta de Vigo. Lo hizo con victoria, y aunque aún es pronto para aventurarnos a sacar conclusiones extrapolables al resto de temporada, si pueden apuntarse algunos aspectos dignos de mención.

Lo primero que cabe destacar de los hombres de Luis Enrique es que en ningún momento renunciaron a las que han sido sus señas de identidad. Siempre trataron de construir desde la defensa, buscaron el juego de posesión y persiguieron dominar el balón el máximo tiempo posible. Pese a las dificultades que se encontraron, siempre fueron un equipo reconocible. Salían mediante los centrales abiertos, a los que en ocasiones se sumaba Oriol Romeu, y buscando en primera instancia a los interiores. No obstante, Dos Santos y Thiago tuvieron que sufrir durante los primeros 45 minutos una presión asfixiante por parte del Celta, que impedía que los cerebros azulgranas construyesen. Además, ambos jugadores ocuparon, durante la primera mitad, una posición demasiado en paralelo, lo que dificultaba que el balón superase líneas. Tampoco los atacantes ofrecieron juego entre líneas, formando un gran espacio libre entre los interiores y la delantera. Nolito, Jonathan Soriano y Benja, si trabajaron con éxito sobre la profundidad, obligando a la defensa viguesa a mantenerse retrasada, ya fuese con la amplitud de Benja en banda derecha -apoyado por Montoya desde el lateral-, o los interesantes intercambios de posición entre Nolito y Soriano, sin balón.

Ante esta dificultad para construir, los laterales absorbieron demasiada responsabilidad en transición defensa-ataque, lo que durante la primera mitad provocó más pérdida de lo deseado con apenas los centrales situados por detrás del esférico. Así llegaron la mayoría de ocasiones de los locales, algunas de ellas muy claras, y sólo la fortuna y una muy meritoria actuación de Rubén Miño, evitaron que el Celta estrenara su casillero. Por contra, el Barça B se fue al descanso con ventaja de dos goles gracias a los tantos de Soriano y de un crecido Andreu Fontás. El de Banyoles ante las dificultades del equipo asumió galones y se puso el equipo a la espalda, sobresaliendo en el inicio de la jugada con algunos desplazamientos en largo muy interesantes.

La nota negativa de esta primera mitad quizá fuese Marc Bartra, el jugador que aparentemente más acusó el cambio de categoría. También es cierto que tuvo que lidiar con el hombre más peligroso del Celta, el experimentado David Rodríguez que una y otra vez atacaba el espacio a la espalda de Montoya obligando al desplazamiento del central. La excesiva tendencia de la zaga a recular ante la intimidación de David Rodríguez dificultó la ejecución del fuera de juego, y restó eficacia a la presión en la media. Los centrales -especialmente Bartra- reculaban, a la vez que el resto del equipo achicaba, lo que desencadenó en varias jugadas en las que los puntas del Celta ganaban con facilidad la espalda de los laterales azulgranas, especialmente la de Carles Planas, pues la zaga tendía a caer sobre el perfil diestro descubriendo la zona del joven lateral zurdo. Además, Planas tuvo algún problema a la hora de cerrar el segundo palo, un error táctico completamente comprensible a su edad y que deberá trabajar a lo largo de la temporada para convertirse en un lateral más completo.

Ya en la reanudación, se vivieron los mejores minutos del Barça, que hasta el gol local, mandó con autoridad sobre el partido. Thiago y Dos Santos jugaron escalonados, lo que les permitía superar líneas con más facilidad, situar el balón fuera del alcance de la presión del Celta, en zonas de menor riesgo en caso de pérdida, y donde la presión azulgrana resultaba más efectiva. Con el equipo más junto, profundo y comandado por los interiores, se descargó a los laterales de responsabilidades en la gestión del balón, lo cual les liberó para aparecer por banda generando superioridades, midiendo bien el tempo de sus internadas para no correr excesivos riesgos en caso de pérdida.

Por lo general, el estreno del filial en la Segunda División fue muy esperanzador tanto individual como colectivamente. Pese a que los mejores minutos se vivieron durante la segunda mitad, especialmente positivos fueron los primeros 45 minutos de partido, porqué el equipo se mantuvo fiel a sus señas de identidad pese a las dificultades que le planteaba el rival -en este sentido los jugadores se vieron muy reforzados moralmente por los dos goles-.

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