Perder a un futbolista como Iniesta no es perder a un futbolista cualquiera, pues mientras con otros pierdes determinados aspectos, con jugadores como el manchego pierdes en todo, pierdes talento y, por lo tanto, soluciones. Si falta Alves el equipo perderá a uno de los mejores laterales del mundo, su capacidad para llegar por banda, su carácter en la presión y su apoyo en la combinación. Estos son aspectos que el técnico deberá buscar en otros jugadores o, de no ser posible, plantear nuevas maneras de afrontar determinados escenarios. Si no dispone de otro lateral con capacidad para correr la banda, pues, modificará la forma con que el equipo trabaja el costado, dado entrada, por poner un ejemplo, a un extremo pegado a la cal.
Pero sin jugadores como Iniesta, sin embargo, no se pierde únicamente su aportación habitual al juego, sino también su capacidad para saber leer cada situación y proponer soluciones desde su talento individual, sabiendo que necesita de él el partido en cada momento. Son el tipo de jugadores que permiten redimensionar un colectivo.
Así fue en la primera temporada de Guardiola en el banquillo azulgrana, en la cual Iniesta fue una pieza clave desde la posición de interior izquierdo. Es cierto que el de Fuentealbilla alternó el mediocampo con la delantera, y que incluso, en los primeros pasos del proyecto, todo indicaba que su sitio estaría en el extremo izquierdo. Sin embargo, ya fuese por el resurgir de Henry, la lenta adaptación de Keita o, lo más probable, la lógica y normal evolución y asentamiento de un equipo nuevo, Iniesta terminó convirtiéndose en el segundo jugador más importante del equipo desde el interior.
Esta temporada, no obstante, los movimientos para llevar a Cesc al Barça, la constatación de que el nueve de Guardiola es Messi y la percepción de que se quiere a un Villa partiendo de la banda para recuperar la figura de aquel Thierry Henry de la temporada 2008-09, nos llevan a pensar que el plan inicial de Pep era el de adelantar a Andrés al tridente atacante. Sin embargo, una vez la directiva no apretó para traer al gunner hasta Barcelona, se abre la puerta para que la demarcación de Iniesta fluctúe durante toda la temporada. A priori, la plaza que el no-fichaje de Cesc ha dejado huérfana parece que se la disputarán Mascherano, Keita y Pedro, por lo que dependiendo cual sea la elección de Guardiola en cada momento, Iniesta jugará en el centro del campo o en la delantera.
En el medio su rol será muy parecido al que desempeñó la temporada del triplete, con menos exigencias a la hora de dar amplitud al campo debido al nuevo papel de los laterales, pero con la misión de conectar con Busquets, Xavi y Messi para que el equipo crezca desde la posesión. Además, su facilidad para superar rivales permite que el adversario se vea obligado a retrasar a su mediocampo, ofreciendo así, espacio -y tiempo- a Xavi para que organice e imponga el ritmo al ataque azulgrana. Si su posición está en ataque, por su parte, con Messi de nueve y Villa abierto a banda izquierda, parece que su sitio está en la derecha. No obstante, esta situación seguramente sea una posición de partida, pues con el balón en juego, las características de cada jugador probablemente harán que Andrés se desplace hacia el centro para juntarse con Messi y Xavi, y deje el carril para Dani Alves. La presencia ofensiva del lateral brasileño, a su vez, permitirá dar una mayor amplitud al ataque del Barça y regalar mayores espacios por el centro.