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El Villarreal de Garrido

Una vez certificado el pase a la siguiente ronda de la Copa, y tras las buenas sensaciones ofrecidas en los últimos dos partidos de liga, el Barça deberá enfrentarse a uno de los equipos más en forma del campeonato -sino el que más- y el único que está aguantando el infernal ritmo de puntos de los dos grandes, el Villarreal. Entrenado por un sorprendente Juan Carlos Garrido, que fue la elección de la secretaría técnica para remplazar a Ernesto Valverde la temporada pasada, y con futbolistas de la calidad de los Diego López, Marchena, Senna, Borja Valero, Cazorla, Nilmar o Rossi, el Villarreal será la perfecta piedra de toque para un F.C.Barcelona que, además, contará con la importantísima ausencia de Gerard Piqué.

Once tipo: D.López, Ángel, Marchena, Gonzalo/Musacchio, Capdevila, Senna, Bruno, Borja Valero, Cazorla, Nilmar y Rossi.

Hablamos seguramente de uno de los equipos más estables de la primera división, con una idea futbolística clara, un grupo de jugadores consolidado, y una serie de mecanismos perfectamente asimilados para alcanzar los objetivos del juego. El equipo de Garrido parte de la premisa inicial de salir jugando desde atrás y no rifar el esférico mediante un balón largo. En este sentido, con hombres como Cazorla, Borja Valero, Nilmar o Rossi en ataque, resulta evidente que las posibilidades de éxito para el Villarreal, a la hora de dominar los balones aéreos, no son muy elevadas. Así pues, el primer pase siempre pretende ser corto y a ras de césped, buscando preferiblemente a uno de los dos mediocentros -sobretodo a Senna-. Para ello, el equipo cuanta con un portero y una línea defensiva con un buen manejo del balón. Los Ángel, Marchena, Gonzalo, Musacchio o Capdevila, son defensores que, sin excesivas florituras, son perfectamente capaces de servir el balón limpio al compañero. Si se le aprieta arriba, y antes de rifar el balón, suele ser uno de los dos mediocentros -o incluso los dos a la vez- los que se incrusten en la zaga para mandar en la salida.

Una vez superada esta primera fase, el más o menos inicial 4-4-2 de Garrido se modifica dejando paso a un esquema que dibuja en rectángulo por el carril central formado por los dos mediocentros en la base, coronado por los dos puntas, y que tiene en los interiores el nexo entre ambas parejas. Aunque tiene muy poco que ver, la idea puede recordar al famoso «cuadrado mágico» que Luxemburgo puso en práctica en el Real Madrid y, sobretodo, en el Palmeiras brasileño.

El objetivo es crear una superioridad numérica por el interior que habilite a los jugadores más creativos para construir jugadas que permitan al equipo llevar el peligro a la meta rival mediante rápidas combinaciones. En este punto, para generar espacios e impedir que el rival adelante la defensa juntando líneas, es vital el peligro constante que supone la velocidad y habilidad en el desmarque tanto de Nilmar como de Rossi. Éstos, no limitan su función a atacar la espalda de la defensa, sino que, además, pierden constantemente la posición para participar de la jugada. En especial, es recurrente verles acercarse a la media para tocar de espaldas al primer toque y acelerar la jugada. Este movimiento, a su vez, permite al Villarreal escalonar la posición de los centrales rivales y, así, habilitar el desmarque del otro punta.

Nilmar y Rossi mantienen en todo momento una posición dinámica que hace muy difícil su defensa por parte de los adversarios, y son, junto a los laterales, muy importantes a la hora de dar amplitud al juego y evitar, así, que el rival deje libres las bandas en defensa para así igualar fuerzas por dentro. De este modo, suelen caer a bandas atacando, sin balón, la espalda de los laterales, lo que, a la vez que arrastra a uno de los centrales fuera de posición, fija al lateral. Ángel y Capdevila, por su parte, tienen una permanente presencia en fase ofensiva, de manera simultánea, manteniendo una posición abierta a banda. Ya que ambos suben a la vez, los dos mediocentros tendrán la función de equilibrar el equipo en caso de pérdida.

Esta superioridad por dentro y la capacidad para combinar entre líneas, permite al Villarreal llevar el balón muy cerca del área rival y controlar la transición defensa-ataque del adversario tras perder el balón. Cuando esto sucede, el equipo sobredimensiona la defensa del carril central para obligar al rival a llevar al balón a las bandas, zona en la cual buscan la recuperación. Aparentemente dejan el costado libre, pero cuando el esférico llega a esta zona, lateral, interior y mediocentro se lanzan a por el robo. Los laterales, pues, abandonan la línea para salir a la altura del centro del campo, lo que obliga al central de su lado a caer a banda para realizar la cobertura. Esto, y el consecuente reajuste defensivo, provoca que el equipo de Garrido defienda muy estrecho, es decir, que cuando defiende una banda descubre la otra, por lo que si el rival es capaz de cambiar la orientación de sus ataques de manera rápida, sufre.

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